“La Mala Costumbre”, un retrato frío de un barrio de Madrid

Alana S. Portero afirma que la narrativa de este libro le recordó las experiencias que vivió al ser una mujer transgénero

Alana S. Portero es dramaturga de formación. Foto: Flor Downes
Alana S. Portero es dramaturga de formación. Foto: Flor Downes
Cultura | 01-07-25 | 05:20 | Actualizada | 01-07-25 | 05:20 |

La fuerza y el dolor con el que (Madrid, 1978) escribió "" (Seix Barral, 2023) puede equipararse a las experiencias personales que atravesó al ser una.

La crudeza con la que Portero describe al barrio de San Blas, en Madrid, y el retrato frío de la gente cayendo de los balcones por las drogas nacen, justamente, de lo propio, porque “soy de la opinión de que todas las novelas son, de alguna manera, autoficciones; al final las herramientas que las escritoras tenemos para escribir son nuestras experiencias personales o las experiencias de otras personas que nos han contado, o nuestras lecturas, o nuestras sensaciones físicas, o el mundo que nos rodea, o la historia que hemos aprendido, es decir, son nuestras herramientas, nuestras emociones, nuestro cuerpo”, apunta la autora.

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Alana S. Portero ganó el por "La mala costumbre", traducida ya a 16 idiomas; es licenciada en Historia por la Universidad Autónoma de Madrid, y es dramaturga de formación.

Para la escritora, el barrio de San Blas sigue con ella y no se irá de sus ideas e inspiraciones. “En mi obra, la cuestión obrera está, la cuestión trans está, la cuestión social está, pero también existe este punto de amor por el conocimiento, la mitología, lo erudito de alguna manera”.

Tras el éxito de su novela, Portero señala que ha venido una temporada de estabilidad, pero nunca dejará de considerarse de clase obrera. “Mis padres todavía viven en el mismo barrio en el que yo nací, nunca dejaré de ser clase obrera, jamás y además es imposible, quizá por la edad que tengo, que esa perspectiva cambie y que eso no influya para siempre desde donde veo el mundo”.

Acerca de la composición de La mala costumbre, la escritora explica que fue un reto encontrar un equilibrio entre el realismo y la crudeza de la obra con un lenguaje poético.

 “Claro que fue un desafío, yo soy más tendente a lo poético, busco la poesía, pero sabía que para escribir una novela hace falta aterrizar todo ese mundo abstracto de la poesía en un suelo firme, de nuevo recurro a la metáfora del suelo, y esto sí me costó, por eso al final yo he escrito mi primera novela tan tarde porque no tenía la madurez literaria suficiente para aterrizar toda esa abstracción”, detalla.

La dramaturga también profundiza en la cuestión social de La mala costumbre, ya que uno de los mensajes que quiere dejar a sus lectores es la historia de una Madrid agobiaba por las drogas. “Quería contar aquel Madrid que prácticamente ha pasado a ser mitología, porque es un Madrid donde se vivieron explosiones culturales que todavía perduran y que han conformado parte de lo mejor de la cultura española, pero también es la época en la que empezaron a darse desigualdades terroríficas, quería contar la masacre que supuso para Madrid la droga, la heroína”.

Sobre la cuestión de los derechos LGBT, la escritora asegura que le preocupa el ascenso de gobiernos ultraderechistas y conservadores, por lo que la labor es vigilar de cerca los procesos políticos.

“Eso es lo que me parece terrorífico, que en el auge de la ultraderecha se desplace a la izquierda también a la derecha y eso me parece la auténtica derrota. Hay que estar muy vigilantes con eso y mantener nuestras posiciones”.

La autora agrega que hay una desconexión entre los gobiernos y lo que pasa en las calles, por lo que para defender las libertades que hoy se ven amenazadas, la sociedad debe ser empática, empezando por los círculos más íntimos.

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“Hay que hablar con el conductor del taxi, hay que hablar con la vecina de al lado, hay que hablar con todo el mundo y mirarlas a los ojos. Y después de 10 minutos de conversación, mirándonos a los ojos, es muy difícil que dos personas no nos entendamos”.

Acerca de la literatura de la comunidad LGBT, Portero apunta que aquellos lectores que no se acercan a este tipo de escritura pertenecen a una sociedad infantil. “Me parece que los lectores que son esclavos de los temas son lectores infantilizados, todos los temas son interesantes si se cuentan bien, si se teje alrededor de ellos una buena historia”.

Recientemente, se reeditó la obra La habitación de las ahogadas (La Bella Varsovia, 2025), libro de poesía que Portero escribió hace 10 años. “Estoy muy contenta con esto, es un libro al que le tengo mucho cariño. Y ya estoy escribiendo mi siguiente novela” concluye.

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