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El poeta y ensayista Alejandro Tarrab (Ciudad de México, 1972) llegó la semana pasada a la Casa del Poeta Ramón López Velarde para instalarse, por ocho semanas, a escribir y concluir su proyecto “Res extensa. Contra la verticalidad del mundo”, un proyecto híbrido que, tiene como eje a la poesía, pero también tiene confluencia con la búsqueda, a través del ensayo literario, y con la narrativa, y que tiene que ver justamente con el replanteamiento del cuerpo como una posibilidad no vertical.
Con este proyecto literario que trabaja desde hace cinco años y lleva 60% de avance, Tarrab ganó la primera Estancia Literaria Octavio Paz Poesía 2025, que otorga la Cátedra Extraordinaria Octavio Paz de Cultura UNAM, junto con la Casa del Poeta y apoyo de la Fundación para las Letras Mexicanas. En su obra hace un recorrido, como si fuera un Uróboros, una especie de serpiente que se muerde la cola mediante los huesos desde el cóccix hasta el cráneo. Asegura que esa circularidad es como la ruptura con la cuestión androcéntrica y antropocéntrica.
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“El libro no es un planteamiento anatómico, sino que cada uno de esos huesos va suscitando sensaciones, diálogos con asuntos poéticos, filosóficos; también está atravesado por una narrativa autobiográfica, hay cuestiones de mi propia vida, desde la enfermedad, el dolor, el duelo, hasta cosas también luminosas que están vinculadas con el propio cuerpo”, afirma el poeta que fue becario del FONCA en la categoría de Jóvenes Creadores en los periodos 2004-2005 y 2006-2007 y es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte desde 2010.
Tarrab asume el cuerpo en un sentido amplio, no solamente el cuerpo del ser humano, sino como el cuerpo comunitario, territorial. “Me interesa mucho la mirada hacia uno mismo, introspectiva, pero que ésta se convierta en una amplitud generacional, comunitaria. Es decir, me interesa también deshacer ese yo o si no deshacerlo, cuando menos rebasar esos límites porque hay una conformación generacional que tiene que ver con un enfoque más amplio”, dice el ganador del Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 2009 en poesía por Degenerativa.
El también autor de Litane, dice que esta exploración está en toda obra, pero acá “me desmarco de lo muy autobiográfico y más bien voy hacia esta otra mirada y una preocupación más amplia. Me entusiasma mucho esa mirada de búsqueda o de deriva interior, el hecho como de perderte en tu propia psique para ir haciendo estos hallazgos o ir generando preguntas”.
Su proyecto camina en tres líneas que trenzan: poesía, ensayo y narrativa, que responde a la búsqueda híbrida de Tarrab, quien incluso indaga en la pintura y en la música, que también práctica y pone a disposición de la creación literaria.
“Este texto tiene una carga lírica importante, en otro que detendré, sigo una vena más narrativa”, afirma el poeta que empezó a explorar la hibridez en su libro Caída del búfalo sin nombre, un ensayo sobre el suicidio que, dice, algunos leen como un poema. “Me interesa la búsqueda a través de la digresión, lo no esperado. No quedarme en un ámbito conocido y eso genera también heridas y procesos más largos. De ahí vienen los procesos largos, derivados de búsquedas que pueden resultar complicadas porque no sólo son heridas personales, sino familiares o comunitarias”.
Ha sido tan iluminador ese ejercicio de hibridez que ahí seguirá. “Es un reconocimiento de la posibilidad de conjugar varios intereses que antes veía por separado. No me interesa la idea de que uno tiene que renunciar a cosas para especializarse; que para ser poeta hay que renunciar al resto de la literatura y al resto del arte y al resto de las disciplinas, “esa no es una mirada con la que yo me identifique. Quizá me di cuenta en el camino, no solamente con los géneros, con estos cajones o estos artificios que uno puede ir rompiendo a propósito como para que vayan mezclándose, sino también con otras artes, otras disciplinas. Por ejemplo, el dibujo tiene mucho que ver con ‘Rex extensa. La verticalidad del mundo’, lo que voy a desarrollar ahora tiene mucho que ver con mi exploración del dibujo, no solamente el dibujo anatómico, sino un dibujo más libre que estoy tratando de explorar con distintas técnicas”.
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Hace una investigación y ejercicio del arte en general. “Severo Sarduy decía que pintar y escribir eran la misma actividad para él. Y yo concuerdo, y aquí estoy”.
Alejandro Tarrab ha ido cambiando su proceso creativo, pero su literatura es una literatura obsesiva. “Ahora mismo tengo tres asuntos que estoy todo el tiempo mirando y revisitando. Me parece que no ha cambiado la forma en cómo me acerco a los temas, pero creo que sí han cambiado los métodos de escritura. Algo que nunca pensé, por ejemplo, es escribir en el celular. Es algo que jamás imaginé que yo fuera a hacer de manera natural. Lo natural en mí era una especie de combinación entre escritura en cuaderno y computadora y que se tiene que estar en un espacio sentado, y eso ha cambiado muchísimo”.
Dice que, aunque el celular está satanizado o separado por algunos de los procesos artísticos, a él le ha dado una escritura en movimiento que antes no tenía. El celular le permite escribir mientras camina, escribir mientras está acostado y no tiene que prender la luz.
“Es este cuerpo como cyber y una prótesis. De hecho, la prótesis es algo que me interesa mucho para mi libro, es fundamental. Y no es que solo escriba en el celular, pero, por ejemplo, he dejado la escritura en cuaderno y lo que hago ahora en cuaderno y en hojas sueltas es dibujar, y el dibujo es una escritura también. Cargo una libreta para hacer dibujos, bocetos, etcétera y apunto ciertas cosas, pero mi libreta de apuntes es el teléfono y mi escritura al final va sobre la computadora. Entonces sí ha cambiado el proceso para llegar ahí, no la obsesión del sobre el tema”, afirma el poeta.
Desde la semana pasada, Alejandro Tarrab, gracias a ser seleccionado por un jurado conformado por Marianne Toussaint, León Plascencia Ñol y Hernán Bravo Varela, escribe en la Casa del Poeta Ramón López Velarde y tiene asignada la oficina que durante muchos años ocupara el poeta David Huerta. Allí y en distintos espacios de esa casa que tiene parte de las bibliotecas de Efraín Huerta y Salvador Novo, concluirá su proyecto literario que, a partir de referentes de la historia familiar y autobiográfica, explora en la filosofía, la mitología y la anatomía.