Perderse para encontrarse, es el motor de arranque y el eje que guía la novela de la escritora cubana Karla Suárez (La Habana, 1969), quien convierte la historia de Giselle, la protagonista de “Objetos perdidos” (Tusquets, 2025), en una búsqueda sobre el lugar que ocupa una mujer latina, particularmente cubana, y sus sueños, en la época contemporánea. Una mujer cubana, joven y madre de una niña, pero apasionada por el baile, que persigue su sueño pese a las convenciones sociales que aun la determinan.

“Giselle lo ha sacrificado todo por un sueño: ser bailarina. Un sueño que parece escapársele”, apunta esta novela que se desarrolla en Barcelona, pero en la que no deja de latir La Habana, Cuba. El robo de su bolso en Barcelona, una ciudad que desconoce, en la que va toda su vida, su documentación, su teléfono y pequeños objetos que tienen un gran valor sentimental, exponen a Giselle al abandono, pues no conoce a nadie, pero también la obligan a recuperar su vida, mientras reconstruye su propia historia familiar y hace balance del precio que ha debido pagar por querer cumplir su sueño de convertirse en bailarina.

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“Siempre me ha interesado mucho escribir de mujeres, tengo muchas protagonistas mujeres, yo crecí en Cuba y es un país muy machista, en Cuba el machismo está muy enquistado, pero no sólo el machismo natural que hay a nivel social, sino también como sistema, es un sistema muy machista. El imaginario de la Revolución Cubana, de los barbudos en la Sierra maestra, todo eso impuso un modelo de sociedad, un modelo de hombre y un modelo de mujer, a pesar de que la liberación de la mujer, pero cambiar una mentalidad se demora mucho tiempo y en las cabezas de muchas personas este machismo está muy presente todavía ahora”, afirma en entrevista la escritora que en 2007 fue seleccionada como parte del grupo de jóvenes escritores Bogotá 39.

La historia nació de un episodio personal. A Karla Suárez le robaron el bolso en Barcelona. “La primera página de la novela yo la viví. Yo la escribí en el momento que la viví, me robaron el bolso, salí corriendo como una loca por las calles de Barcelona, a ver si veía a alguien con mi bolso, y me perdí, fui a la estación de policía a hacer la denuncia y al final él me preguntó un número de teléfono al que llamar. Y resultó que el único teléfono que yo me sé y me sabía en ese momento es el de la Habana, el de mis padres”, cuenta Suárez.

En esos minutos que estuvo ahí sentada esperando que llegará por ella su hermana, pensó: ¿qué le pasa a una mujer que no tiene nadie aquí, no conoce a nadie aquí y ni siquiera es la ciudad donde vive, ¿qué pasaría?, “Dije, ‘aquí hay el inicio de una historia’”. Y la protagonista de esa historia tenía que ser una mujer a la que le ha costado todo perseguir su sueño.

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“Sale de su pueblo chiquitito, se va para una ciudad de provincia, de la ciudad de provincia se va para la capital y de la capital termina en Europa. Siempre es una sobreviviente, está acostumbrada a sobrevivir en la calle, a comer lo que tenga, a dormir donde pueda, no es la primera vez que duerme en la calle, durmió en la calle un montón de veces en Cuba. La situación para ella no le es ajena”, sin embargo, la pone al límite y en ese límite reconstruye su historia y ese peso que carga de ser una rebelde y una madre muy joven que abandonó a su hija por el baile.

Reconstruyó la vida de Giselle en Cuba, y la propia Karla Suárez volvió a Cuba, aunque ya se había impuesto probar otras geografías literarias.

“Yo hace 28 años que no vivo en La Habana, en Cuba. Mis novelas anteriores están en Cuba, tengo mi Sinfonía habanera, que son cuatro novelas que tienen que ver con La Habana, el país donde yo crecí y donde yo viví hasta los 28 años. Son novelas que revisan mucho los años 70, 80, 90, algunas ya los personajes están en los 2000 y pico, pero también son emigrantes y entonces vuelven, es de alguna manera reconstruir todo ese ese ese mundo donde yo crecí”, apunta Suárez.

Dice que hay muchísimas historias que quiere contar por eso ahora empezó otra nueva sinfonía, pero cuando empezó esta novela, “Objetos perdidos”, ya Giselle era cubana, y dijo, "Creo que yo no voy nunca a cortar totalmente el cordón umbilical con Cuba, además, yo creo que no podría estar mucho tiempo sin ver La Habana. Es una ciudad que amo, que sufro mucho porque está muy mal y el país está muy mal, pero siempre va a estar”, dice Karla Suárez, quien agrega que en las nuevas novelas que ha empezado a escribir, habrá personajes extranjeros, pero sin duda habrá siempre un cubano.

“En ‘Objetos perdidos’ se habla mucho de Cuba porque Giselle creció en Cuba y está todo ese mundo; además me gustaba reconstruir Cienfuegos, la otra ciudad a donde ella se va, es una ciudad que es muy importante también para mí porque mi abuela, mi familia materna es de allí. Entonces, todas las vacaciones de mi infancia las hice allí, tengo una ciudad que conozco bastante bien y que me gusta mucho, toda esta zona es muy bonita y entonces el personaje habla del pueblo, del Cienfuegos, de La Habana, luego de la otra Habana de la que es el amigo que la puede salvar en Barcelona, pero aunque ella luego esté en Marsella y en Madrid y esté en Barcelona, siempre se queda algo, hay un cordelito que está y que sigue ahí conectado con La Habana, y yo creo que va a seguir”, afirma.

La también autora de “El hijo del héroe”, “Habana año cero”, La viajera” y “Silencios”, que conforman la serie Sinfonía Habanera, dice que cuando Giselle deja su pueblito y empieza a vivir su sueño de bailar, ella va y se tatúa los pajaritos, “que son como el símbolo de su libertad y echa a volar. Claro que luego no sabe qué es lo que se va a encontrar en el camino”.

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