Cine.

Ver cine.

Hacer cine.

¿Enseñar cine?

La Escuela Nacional de Artes Cinematográficas de la UNAM (ENAC, antes CUEC) ha formado generaciones de cineastas con varios que han destacado en el panorama del cine mundial. Quizá los ejemplos más sonados son Alfonso Cuarón y Emmanuel Chivo Lubezki.

En 1975, tras estudiar cine en Europa, volví a México para iniciar mi carrera cinematográfica y comencé a dar clases en el CUEC. Pensé que sería sólo un trabajo temporal mientras me establecía como profesional, pero… algo pasó.

Tenía 26 años, con alumnos entusiastas y creativos próximos a mi edad. La relación alumno-maestro pronto se convirtió en una de pares, con el proyecto conjunto de desarrollar un cine de calidad, enfrentando el árido panorama del cine mexicano de esos años. Preparar clases, asesorar guiones y ejercicios fílmicos hasta su terminación me formó. Incluso lancé mi carrera cinematográfica simultáneamente con algunos de ellos.

La necesidad de compartir experiencias ha creado los lenguajes y, para que éstas no se pierdan, formas viables de conservarlas. El periodista Ryszard Kapuscinski, en su libro Viajes con Heródoto, hace una reflexión que creo resume el papel del cine. Dice:

“Heródoto empieza su libro con una frase en la que explica por qué y para qué lo había escrito: ‘Heródoto de Halicarnaso va a presentar aquí frutos de sus investigaciones llevadas a cabo para impedir que el tiempo borre la memoria de la historia de la humanidad’”.

¿Cómo se preserva la memoria? A través de la transmisión oral de antepasados a descendientes:

La gente se sienta alrededor del fuego y cuenta historias… alguien echa leña, las llamas renuevan su calor, …despiertan la imaginación... Todo fluye, pero al fluir sufre transformación. Lo mismo ocurre con la memoria. Algunas de sus imágenes se extinguen, pero en su lugar aparecen otras nuevas. Los nuevos no son idénticos a los anteriores: son diferentes… es imposible que una nueva imagen sea exactamente igual a la anterior. (Ryszard Kapuscinski, Viajes Con Heródoto, Chachín, 2020, pp. 27-28).

¿No parece una descripción del cine?

Mis experiencias en la UNAM hicieron evidente para mí que debemos enmarcar la enseñanza cinematográfica en el contexto en el que viven nuestros estudiantes. Tras las horrendas guerras de los últimos años y los problemas de desigualdad, violencia e inseguridad, se hace visible la carencia de convicciones éticas y de una base social sólida.

En el aula trabajamos sobre una de las tareas más importantes de la especie humana: compartir experiencias vitales, en nuestro caso, a través de los medios audiovisuales. La educación es la culturización de la juventud. Al ser la narrativa una descripción del comportamiento humano, su carácter ético es innegable. No es posible enseñar prácticas estéticas sin considerar su significado ético. Es imperativo promover en los estudiantes un fuerte sentido moral, que les permita hacer un cine que impacte positivamente, trabajando con ellos no sólo como aprendices, sino como futuros colegas y fomentando la comprensión profunda de su cultura, animándoles a evaluar el delicado equilibrio entre lo nacional y lo global.

Nuestros estudiantes, herederos de Heródoto, tendrán en sus manos corazones y mentes. Concuerdo con una observación de hace más de 100 años de un ruso muy inteligente: “De todas las artes la más importante para nosotros es el cine”.

JUAN MORA CATLETT

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