Cuando el equipo del reportó la cifra de del primer fin de semana de la muestra Japón: del mito al manga al presidente del Patronato del museo, la respuesta fue: “¿caben?” Y es que para asistir a las exposiciones de este recinto ubicado en el Centro Histórico ya se recomienda adquirir la entrada en línea porque los fines de semana las filas y la espera son largas. Esa ya es la norma en el recinto que tiene su sede en un edificio del siglo XVI, que en el pasado su promedio de visitantes anuales era de 87 mil, pero que en un periodo de dos años ha crecido a tal grado que ha alcanzado su máximo histórico en 2024 con 441 mil 870 visitantes.

El nivel de convocatoria es uno que el museo aspira a que se convierta en una constante, así como la fidelización del público, por lo que apuesta por un proyecto que renueva al museo desde el exterior, como recién ocurrió con la restauración del claustro de este edificio del siglo XVI, hasta el interior, como la estructura de programación de exposiciones y difusión.

Una pista para entender qué está propiciando el éxito del museo está estrechamente relacionada con las redes sociales: “La competencia es el scroll, pero lo que ofrece el scroll también lo puede ofrecer el museo”, afirma Giovana Jaspersen, directora del recinto.

Para su exitosa muestra Japón: del mito al manga, el equipo creó una atmósfera inmersiva. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL
Para su exitosa muestra Japón: del mito al manga, el equipo creó una atmósfera inmersiva. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

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El Franz Mayer toma nombre de su fundador, un coleccionista alemán que legó su acervo al pueblo de México en un fideicomiso administrado por el Banco de México. Es un museo cuya principal línea es la investigación y difusión de las artes aplicadas y el diseño (arquitectura, moda, textiles, artesanía, mueble, entre otros), aunque en él también caben la fotografía —es casa del World Press Photo desde hace más de 20 años— y es hogar de importantes colecciones, como la de Arte Popular de Ruth Lechuga y la de William Spratling.

“Los museos de artes aplicadas y diseño somos instituciones donde también está la historia de las personas. A diferencia de muchas expresiones artísticas, los objetos, la manera en la que habitamos y la manera en la que nos vinculamos es algo que a todas las personas nos es común. Tener ese hilo de conexión es relativamente sensible”.

Con esto en mente, Jaspersen —restauradora de formación que llegó a dirigir el museo en 2023— se ha volcado al análisis de datos y a estudiar el consumo de tendencias, pues asegura que escuchar a las audiencias es el gran secreto. Esta investigación revela que no hay que subestimar el contenido que se ofrece en redes sociales porque “no es vacío”, como se cree.

El museo también es sede del World Press Photo desde hace más de 20 años, y su programación es tan variada que ha albergado además muestras como Pierre et Gilles. La construcción del símbolo. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL
El museo también es sede del World Press Photo desde hace más de 20 años, y su programación es tan variada que ha albergado además muestras como Pierre et Gilles. La construcción del símbolo. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

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“Las personas deciden qué hacen con su tiempo libre, la competencia es el scroll porque están obteniendo algo: entretenimiento, información, belleza, posibilidad de viaje. Todo eso, en realidad, son cosas que podemos ofrecer en un museo. En muchas ocasiones se pierde de vista y se piensa que el museo sólo ofrece exposiciones, cuando el abanico es muy amplio”, sobre todo para este museo.

Con la conciencia de la relevancia de las redes sociales, el equipo trabaja para que “el museo que es en redes sociales, sea el mismo en las salas: en redes había más frescura, dinamismo y ligereza que lo que teníamos en programación y era una cosa un poco incongruente. Contrario a otras instituciones que quieren comunicar lo que hay en salas, nosotros queremos lograr que aquellos que nos consumían en redes atravesaran la puerta y encontraran lo mismo”.

Programación

El trasladar el contenido de las redes del museo al espacio físico se puede ver en distintos puntos, como la programación, que Jaspersen explica que diseñó en una estructura como si fuera una casa: el techo son las exposiciones de gran audiencia, que son sostenidas por pilares, que son dos exposiciones de especialidad técnica (arquitectura, diseño) y el otro pilar son las exposiciones rituales, que ya son de tradición en el museo, como World Press Photo.

El museo también es sede del World Press Photo desde hace más de 20 años, y su programación es tan variada que ha albergado además muestras como Pierre et Gilles. La construcción del símbolo. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL
El museo también es sede del World Press Photo desde hace más de 20 años, y su programación es tan variada que ha albergado además muestras como Pierre et Gilles. La construcción del símbolo. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

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“Las expos de gran audiencia dan cobijo a las muestras que no nos dan 270 mil visitantes, pero que tampoco dejaremos de hacer porque son parte de nuestra vocación”.

Son 100 empleados quienes tienen al museo funcionando, de los cuales el 90% en su momento fueron visitantes del museo. Ese es otro secreto que hace que el recinto esté creciendo en audiencias, “el conocerlo desde el otro lado es una ventaja, entonces estamos programando para nosotros, tenemos muy claros los perfiles para los que estamos diseñando”, asegura la directora.

Otra forma de dar dinamismo al recinto es a través de la museografía, un área donde el equipo apuesta por la creatividad y experimentación —han instalado una pasarela para hablar de vestuario, montaron un muro con todos los personajes de 31 Minutos y para su muestra de Japón además de crear una atmósfera inmersiva, las piezas y textos fueron colocados a una altura ideal para los niños—, sobre todo porque “los objetos per se tienen un límite para comunicar” y se debe complementar con la museografía.

Los ingresos del museo se ocupan además en proyectos como la digitalización de su Fondo de libros antiguos y raros. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL
Los ingresos del museo se ocupan además en proyectos como la digitalización de su Fondo de libros antiguos y raros. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

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Público fiel para el futuro

En el fideicomiso, Franz Mayer estableció que quería que se tratara de un museo “a perpetuidad”, lo que Jaspersen señala que fue un llamado del coleccionista a administrarlo siempre con la mirada al futuro. Bajo esta idea, el equipo ha trabajado para alcanzar lo que es ya uno de sus mayores orgullos: bajar el grupo etario de sus visitantes.

En dos años, esta nueva forma de llevar el museo ha propiciado bajar más 20 años el grupo etario de visitantes; pasó de que el promedio de edad de los asistentes fuera mayor a 50 años a entre 20 y 30 años. “Eso hace que también podamos construir futuro y ese es el principal camino para fidelización de audiencias”, dice Jaspersen.

El museo también se ha volcado en construir comunidad, crecimiento que se puede ver en el campo virtual, de 2019 a 2025 su cuenta de Instagram pasó de 68 mil seguidores a 140 mil; en Facebook, fue de 280 mil a 325 mil, y en TikTok, cuyo perfil fue creado en 2021, ha alcanzado más de 50 mil seguidores. Pero también esto se refleja en el espacio físico, principalmente con las Noches del Franz, evento que realizan el último miércoles del mes. Aunque cada edición tiene una temática en específica, han identificado que “la comunidad que se ha formado regresa noche tras noche”.

Los ingresos del museo se ocupan además en proyectos como la digitalización de su Fondo de libros antiguos y raros. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL
Los ingresos del museo se ocupan además en proyectos como la digitalización de su Fondo de libros antiguos y raros. Foto: Berenice Fregoso / EL UNIVERSAL

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También el museo ha ampliado su círculo de colaboradores, por ejemplo, continúa trabajando con respetadas instituciones de arte internacionales, como el Getty o el Victoria & Albert Museum, pero a la vez ha compartido proyectos con el bar “El Marra” y la Friki Plaza; continúa trabajando con medios de comunicación tradicionales y también invita a creadores de contenido, seleccionados cuidadosamente para que sean compatibles con la temática de sus exposiciones.

“Merecen el máximo respeto, ahí hay un capital de conocimiento absoluto y hay que desdibujar la falsa idea de la superficialidad de las redes sociales. O sea, el museo no está aislado, forma parte de un ecosistema con distintos agentes. Creo que es un ejercicio de franqueza o humildad de parte de los museos comprender que el mundo no gira en torno a ellos, sino que el mundo existe y los museos nos tenemos que acercar”, afirma Jaspersen.

Y otra forma del Franz Mayer de ir al mundo es con su proyecto editorial, cuyo objetivo es crear memoria, y exposiciones itinerantes, que tras el éxito de llevar Museo 31 a Monterrey sin “hospedarse” en otro museo, apostará por crear sedes estacionales. El que el museo viaje es importante porque el fideicomiso es para el pueblo de México, no sólo el de la capital, apunta la directora.

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La ambición tiene un costo elevado y como los ingresos del museo son reinversión directa para el recinto, son importantes las exposiciones taquilleras para financiar estos proyectos, incluyendo la digitalización de su Fondo de libros antiguos y raros.

Jaspersen dice que la definición de museo hoy es más flexible y que “ha ido cambiando la idea de qué tipo de Museo es el Franz Mayer y qué tipo de museo queremos que sea a futuro”, donde ya cabe la idea del goce y disfrute, asegura.

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