Bolonia, Italia.— —Bolonia, ciudad de edificios del siglo XV, es clave para la industria creativa dedicada a niños y jóvenes gracias a la Feria del Libro Infantil de Bolonia (BCBF, por sus siglas en inglés).
El encuentro librero es tan importante que convoca a poco más de 30 mil profesionales al año para decidir sobre los contenidos de libros, así como televisión, plataformas de streaming, cine y ahora videojuegos. Su impacto es tal, que la BCBF tiene su propio “Quartiere fieristico”, es decir Barrio de la feria, ubicado a 30 minutos a pie del centro de la ciudad. El edificio que abarca este barrio mide 375 mil metros cuadrados, apenas suficientes para albergar las más de mil 500 editoriales que participan en la feria, que es, hasta ahora, la edición más grande en sus 62 años de historia.
Entre los pasillos se escucha no sólo italiano e inglés, sino español, árabe, chino, portugués y coreano. El ambiente es optimista, los visitantes ingresan como niños en feria listos para aprovechar cada clase magistral de ilustradores, charlas con escritores, discursos de autoridades del sector y negociaciones entre cada miembro de la cadena del libro. Es un entusiasmo casi infantil, una ironía, pues en la BCBF no hay acceso a niños, es un encuentro exclusivo para profesionales.
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El ingreso a la feria es un golpe visual, pues se inicia el recorrido con las exposiciones de ilustraciones, que en esta ocasión son una docena, entre las que se encuentran la propuesta de ilustración infantil de Estonia, un recorrido histórico por la Bienal de Ilustración de Bratislava y la selección de Bologna Ragazzi Awards, con artistas de todo el mundo, incluyendo a la mexicana Amanda Mijangos.
México está presente en la feria. La ilustradora Mariana Alcántara participa por ser la ganadora de la primera edición del Premio Portafolio de Bolonia y estará mañana en un panel de ilustración, mientras que el libro Nuestras resistencias, de las editoras Arianna Aquino e Ilse Pérez Morales, destaca por haber recibido una mención honorífica en el premio Bologna Ragazzi Crossmedia. Los trabajos de estas mexicanas se exhiben con orgullo en el stand de México, organizado y en gran parte financiado por la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem).
En este espacio de 16 metros cuadrados —pequeño en comparación a las imponentes estructuras de Hong Kong, España o Brasil— se exhiben 50 títulos (además se presentan mil 200 títulos en el catálogo digital) y se encuentran 14 editoriales mexicanas, como Alboroto Ediciones, El Naranjo, Fondo de Cultura Económica, CIDCLI, Ediciones Tecolote, Leetra Final y Fechorías.
Aun con la cooperación de las editoriales, el stand mexicano es 6 metros más pequeño que en años pasados, esto se debe a un tema presupuestal por la eliminación de ProMéxico y la falta de participación del gobierno federal. Sin embargo, la Caniem explica que es fundamental participar en la BCBF y no perder el espacio para mostrar la propuesta de la industria editorial infantil del país, un músculo fuerte de la oferta literaria mexicana.


Un llamado contra la censura
El tema de la edición es la Sustentabilidad, sin embargo entre los líderes del sector editorial internacional hay una mayor preocupación: el atentado contra la libertad de expresión y el derecho a la lectura de los niños, ya sea por estar en guerra, como en Palestina y Ucrania, o por cuestiones ideológicas, siendo Estados Unidos un ejemplo con sus listas de libros prohibidos en escuelas y bibliotecas en algunos estados.
“En muchas partes del mundo padres, maestros y bibliotecarios están preocupados por el contenido de los libros y esto ha dado pie a listas de libros prohibidos porque se quieren evitar temas como equidad de género y LGBT, esto está pasando en el siglo XXI y tenemos que trabajar para evitarlo”, dice a EL UNIVERSAL Gvantsa Jobava, presidenta de la International Publishers Association.
Este fue un tema presente en los discursos en la ceremonia de inauguración de la BCBF. “Son años difíciles y creemos en la libertad de expresión de los escritores”, dijo Fabio del Giudice, director de la Asociación de Editores Italianos, quien hizo un llamado al gremio para ir en contra de la censura, a propósito de la condena de cinco años en prisión que recién se dictó al escritor argelino Boualem Sansal por “atentar contra la integridad del Estado”.

Más tarde, Basarat Midat Kazim, presidenta de la Organización Internacional para el Libro Juvenil (IBBY, por sus siglas en inglés) dijo que hoy más que nunca los libros infantiles son cruciales para las infancias del mundo que viven en campos de refugiados y han perdido a sus familias. Por su parte, la editora Patricia Aldana, guatemalteca reconocida con la medalla Jella Lepman que otorga IBBY, dijo que por su carrera ha estado en Gaza, Afganistán y la frontera de Estados Unidos y México, por lo que sabe que esos niños viven en circunstancias intolerables “y no podemos hacer esto, debemos luchar contra las fuerzas que les están haciendo esto a los niños. Es increíble que hoy en día estemos en el punto en el que los niños se matan por nada”.
La meca para ilustradores
La BCBF es también el evento internacional más importante del año para el gremio de los ilustradores. A propósito de su premio, el canadiense Sidney Smith tiene una exposición en solitario, al igual que el brasileño Henrique Coser Moreira, quien ganó el Premio Internacional de Ilustración que otorga Fundación SM.
Pero la creatividad se desborda en la zona trasera de la feria, donde los muros de exhibición son tapizados por carteles, postales, estampas y tarjetas de contacto, formas a las que recurren los ilustradores visitantes con el deseo de conseguir trabajo.

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La ilustradora Florence Yuk-Ki Lee viajó desde Hong Kong para dejar sus tarjetas de contacto en el muro de los ilustradores —que aún con advertencia de la feria de respetar el edificio, se extiende hasta los elevadores. “Es la feria más grande, dejo mis tarjetas porque espero conectar con editores que les guste mi trabajo”, dice la creadora, quien afirma no estar en contra de la Inteligencia Artificial. “Muchas veces tengo que rechazar proyectos porque es mucha la carga de trabajo, entonces estoy viendo la forma en la que la IA me ayude a ser más rápida”, agrega.
Roberta di Dona, publicista con aspiraciones a ser ilustradora, explica que esta es una tradición muy famosa de los ilustradores en la feria. “Vengo a ver las tendencias y hacer contactos. Veo que editoriales tienen un catálogo afín con lo que yo hago y así hacerles propuestas, y también es una fuente de inspiración y asombro, hace que uno se pregunte ‘en qué lugar estoy yo’”, dice ante la abrumadora oferta de ilustradores.
Conscientes de esta situación, las editoriales también dedican mensajes a estos artistas, en su mayoría freelance, ya sea de invitación, como “Buscamos proyectos de ilustración ya terminados”; de consuelo, como el de la editorial italiana Masters Children’s Booker & Co, que montó un puesto en el que ofrecía apoyo psiquiátrico a escritores e ilustradores por cinco centavos; o algunos menos alentadores, como “Ilustrador: no somos una agencia ni representamos a artistas”.
La Feria del Libro Infantil de Bolonia cierra el 3 de abril.