El Tren Maya no detona la economía ni el turismo cultural en Calakmul

Una visita al megaproyecto en el área de Calakmul, que no ha conectado con la población; lo que sí ha propiciado es encarecimiento y gentrificación 

En un recorrido por dos tramos del Tren Maya, el 2 y el 7, se pudo constatar la baja afluencia de pasajeros, el nulo apoyo al turismo comunitario, a productores y artesanos. Arriba: La estación de San Francisco Campeche luce vacía. Abajo a la derecha, la estación de Calakmul sin pasajeros ni tren. Fotos: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
En un recorrido por dos tramos del Tren Maya, el 2 y el 7, se pudo constatar la baja afluencia de pasajeros, el nulo apoyo al turismo comunitario, a productores y artesanos. Arriba: La estación de San Francisco Campeche luce vacía. Abajo a la derecha, la estación de Calakmul sin pasajeros ni tren. Fotos: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Cultura | 25-07-25 | 02:33 | Actualizada | 25-07-25 | 02:33 |

Calakmul, Campeche.- El , megaproyecto emblema del gobierno de, contrario a la promesa, no impulsa el desarrollo de la región. En un recorrido hecho por EL UNIVERSAL en una parte de los tramos 2 y 7, se comprobó la baja afluencia de pasajeros, el nulo apoyo al turismo comunitario ya que prácticamente no existe venta de artesanías ni de productos típicos como la miel en las inmediaciones de la nueva infraestructura, y existe una desconexión con la población ya que las estaciones se encuentran a varios kilómetros de sus principales atractivos culturales: museos, zonas arqueológicas y cooperativas de productores.

“Ya no hay tren, las corridas sólo son a las 7 y a las 13:34 horas”, señala un joven en la estación San Francisco Campeche del Tren Maya. Son las tres de la tarde y esa estación, igual que la de Xpujil y Calakmul, está vacía. El joven, desde una mesa donde un papel pegado recuerda que la derrama económica es para la Secretaría de la Defensa Nacional (“Si requiere factura, favor de solicitarla a: ”), explica que pasan dos trenes, uno con siete vagones donde caben 438 personas y otro de cuatro para 222 pasajeros, siendo este último el que acaba de irse con menos de la mitad de cupo.

Sentados en una banquita, un matrimonio que por primera vez viajó en el tren espera a que un familiar pase por ellos ya que la distancia de la estación al centro de Campeche es de 15 kilómetros, 35 minutos en automóvil. En el estacionamiento no hay sitio de taxis, sólo está la infraestructura de un “tren ligero” que en esta semana conectará con el malecón de la ciudad. Mientras tanto, una ruta de ADO transporta a la gente por 60 pesos.

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Arriba: La estación San Francisco Campeche del Tren Maya sin gente. Abajo, imágenes del Hotel Tren Maya Calakmul sin huéspedes; un aspecto de su restaurante y otro de su fachada. Fotos: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL
Arriba: La estación San Francisco Campeche del Tren Maya sin gente. Abajo, imágenes del Hotel Tren Maya Calakmul sin huéspedes; un aspecto de su restaurante y otro de su fachada. Fotos: Gabriel Pano / EL UNIVERSAL

“Tenemos más trabajo porque nos piden llevarlos al Tren Maya y les cobramos 300 pesos”, explica Alejandro, taxista que no se ha subido al tren porque prefiere hacer los recorridos, al igual que sus clientes, en coche ya que las vías corren paralelamente a la carretera.

El pasado 16 de julio, en la conferencia presidencial matutina, Óscar Lozano Águila, director general del Tren Maya, reconoció que una preocupación de la gente es “cómo llegar a las estaciones, porque no todas las estaciones están dentro de la población”, aunado a que Campeche no es un destino con demanda en comparación con Mérida, Cancún y Playa de Carmen, lugares que concentran el mayor número de pasajeros, que en año y medio suma apenas un millón 359 mil 317 usuarios.

Encarecimiento de la vida

Aunque para el matrimonio que espera en San Francisco Campeche, el boleto del tren les pareció accesible (770 pesos por un viaje de Cancún a Campeche), para muchos habitantes de Xpujil ese precio es incosteable porque un boleto a Escárcega cuesta 621 pesos y sólo hay una corrida: a las 9:05 hrs.

“El mes pasado mi mamá fue a Chiapas. El camión local, el de segunda, le cobró 380 y de ahí tomó otro transporte que le cobró 100 pesos, pero de regreso se le ocurrió subirse al tren, le cobraron 611 pesos, ¿ahí cuál es el ahorro? Además, ahora el flete de la estación Xpujil a mi comunidad, Nueva Vida, cobra 800 pesos”, expresa Jerónima López, apicultora y miembro del Consejo Regional Indígena y Popular de Xpujil, organización que ganó dos suspensiones de obra del Tren Maya las cuales fueron ignoradas.

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Xpujil es la cabecera municipal de Calakmul, la estación del tren más cercana está a 3 km del centro del poblado, donde se hospeda la mayoría de personas que visitan la zona arqueológica de Calakmul, incluidos trabajadores y arqueólogos que laboran en el sitio. Esta población fluctuante —que empezó a laborar como mano de obra desde 2020— ha generado los primeros avisos de gentrificación en el poblado. Sin embargo, pocos utilizan el Hotel Tren Maya Calakmul que la Sedena construyó en medio de la selva, ya que los precios son muy altos: 2 mil 183 pesos la habitación sencilla y 4 mil 20 pesos la suite, aunque eso es en temporada baja.

“Nos ha afectado el Tren porque subió todo: la canasta básica, el transporte y las rentas. Hace cinco años pagaba mil 500 la renta de un cuarto para mis hijos, con la construcción del tren subió a 4 mil 500 y hubo rentas hasta de 6 mil pesos por un cuarto. Tuve que cambiarlos a la periferia”, narra Jerónima, quien advierte que en su comunidad no hay escuelas de nivel medio superior, sólo en Xpujil, municipio que desde pandemia se convirtió en el proveedor de servicios para poblados aledaños como Nuevo Becan, Zoh-Laguna, Refugio, Mancolona, Dos Lagunas y Bel-ha, lugares donde los caminos siguen sin arreglarse y hay escasez de agua (en Nueva Vida pagan 250 pesos por pipas cada 3 meses).

“¿Las autoridades la han invitado a vender su miel en alguna estación?”, se le pregunta y ella responde: “No, en Nueva Vida somos 70 familias que nos dedicamos a la miel. Yo produzco una tonelada al año y me la compra un intermediario que la vende en Alemania. Apenas nos registramos con el gobierno, con Bienestar, nos van a estar comprando la miel a 70 pesos el kilo, pero hace tres meses les vendí 45 kilos y aún no me los pagan. Entonces, aunque el intermediario me da menos, lo prefiero porque así como entrego, me lo paga.

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constató que en esta zona del Tren Maya no hay rutas ni corredores artesanales que promuevan la producción local. Al contrario, Jerónima menciona su preocupación por el daño ambiental, ya que la producción de miel depende de dos polinizadores: abejas y murciélagos. Las primeras —platica— produjeron miel contaminada durante la construcción del tren por la presencia de cemento en el polen, y los segundos, sufrirán estrés cuando en los próximos meses inicie el paso del tren de carga. “Me preocupa que la vibración desplome la cueva de los murciélagos porque está a 10 metros de distancia de las vías”.

Sin promoción turística

En la estación Calakmul del Tren Maya lo único cultural son 10 piezas arqueológicas exhibidas en vitrinas y la reubicación de dos basamentos prehispánicos hallados sobre las vías. El local de artesanías está vacío y apenas abrió una tiendita para comprar agua, refrescos y frituras, pues al igual que en el Hotel Tren Maya Calakmul construido en la Reserva de la Biósfera —sin manifestación de impacto ambiental y a 10 minutos de la zona arqueológica— proveer de servicios básicos como agua, recolección de basura y alimentos, es complicado.

¿Qué paquetes turísticos ofrecen?, se le pregunta a la recepcionista del hotel. “Sólo llevarlos a la zona arqueológica, ahí pueden contratar a un guía, pero eso corre por su cuenta. El único horario de salida es a las 7:30 horas y el regreso es a las 12:30. Tenemos transporte hacia la estación del tren, cuesta 812 pesos por persona y llevarte a la zona cuesta 100 pesos. En total son 912 por viaje redondo”, responde.

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El hotel, uno de los cinco existentes en la ruta del Tren Maya y administrado por un ex comandante, tiene 144 habitaciones y, debido a que está en medio de la selva, su red de internet no es buena, con ese pretexto, el personal alega que no pueden emitir facturas, una de las tantas fallas que contrasta con la inversión hecha en el inmueble. De acuerdo con información de Forbes, ésta sumó hasta septiembre de 2024 un monto de 645 millones de pesos. EL UNIVERSAL también observó que ni en las estaciones del tren y ni en los hoteles de Xpujil existe una promoción de este hotel ni de Calakmul.

Quienes han tenido malas experiencias en ese hotel, en específico porque no tienen todos los ingredientes de los platillos de su menú, buscan los servicios del Campamento Yaax’ Che, existente desde 1994 y ubicado en el kilómetro 6 de la selva, a hora y media de la zona arqueológica. Además de gastronomía típica, ofrecen camping (con letrinas ecológicas, captación de agua de lluvia y manejo sustentable de basura), senderismo, observación de aves y visita a los vestigios prehispánicos.

“Para nosotros el hotel, que tiene un impacto brutal hacia la Reserva, no nos compite porque somos mercados diferentes. Ellos venden un hotel como en cualquier otro lugar. Bajó el turismo no porque ellos sean una competencia, sino porque todo el tiempo que estuvieron construyendo el hotel y el tren había un tráfico terrible de vehículos pesados, nunca te avisaban que la zona arqueológica estaría cerrada y muchos se iban decepcionados”, explica Fernando Sastre, apicultor y responsable del Campamento Yaax’ Che.

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“¿Las construcciones afectaron sus servicios por migración de especies?”, se le pregunta al apicultor, quien responde: “Sí hay cambios. Antes la fauna estaba muy acostumbrada al tipo de transportación, era fácil ver a los animales en el transcurso de la carretera, pero empezaron a meter vehículos muy pesados, góndolas de 60 toneladas con un ruido tremendo. Entonces, las especies no se han reincorporado a la rutina que tenían. Y luego con el tren cercaron, dividieron la selva en dos y los animales tienen que acostumbrarse a esa nueva circunstancia.

Fernando Sastre platica que en temporadas altas logran tener entre 15 y 25 turistas diarios. Los precios más altos que manejan son: hospedaje 350 pesos; transportación y guía por la zona arqueológica 2 mil 700 pesos, y caminatas en mil 300 pesos.

Sin turismo comunitario

En opinión del experto en ecología humana por el Cinvestav, Manuel Lemas, aunque el turismo comunitario (el que promueve un acercamiento a la cultura maya a través de su cotidianidad) ha proliferado en la Península de Yucatán, también lo ha hecho el turismo masivo y privado con especial interés en explotar y expropiar los cenotes. Sin embargo, en Campeche no existen cenotes, por lo que las cooperativas mayas aún son la principal oferta turística.

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¿El Tren Maya se suma a las prácticas turísticas existentes?

En el caso del turismo del territorio rural viene a sumarse por encimita. Al principio el proyecto legitimó muchas cosas, por ejemplo, apoyar a las comunidades, hizo una bola de faramallas, así como los invitados en una fiesta que se van yendo paso a pasito hacia la puerta hasta que de repente los de dejas de ver, pues así se fueron, desaparecieron.

Es criticable que se le atribuyó la idea de salvar el territorio, de crear mejores condiciones, a final de cuentas siguen los mismos derroteros establecidos, es decir, va paralelo a las mismas carreteras por donde transitan los turistas y los camiones. Llega a los puntos donde llegan estos mismos actores, es decir, si te subes en Cancún ya sea que te bajes en alguna intermedia, vas a llegar a Chichén Itzá o a Valladolid. Está desvinculado espacialmente de los centros turísticos que operan las cooperativas y que están en los pueblos donde tienes que agarrar una brechita de 20 o 40 minutos para llegar, pero al arribar a la estación del tren, tú tienes que buscar cómo ir para allá, entonces sale igual.

¿Ha habido apoyos para las cooperativas comunitarias?

De 1998 hasta 2017 hubo un programa muy importante llamado Programa del Turismo Alternativo para Zonas Indígenas (PTAZI) que financiaba la organización y las capacitaciones con subsidios a fondo perdido, les daban el empujoncito. Un error de la política pública del turismo en territorios rurales del país ha sido que creyeron que con ese empujoncito las cooperativas iban a mantenerse, pero los enviaron al ruedo contra grupos como Xcaret y éstos rápidamente sacaron los colmillos y vieron que podían aprovecharse. En la administración de Peña Nieto el programa estaba muy disperso. López Obrador le dio carpetazo porque su política pública se enfocó a defender a capa y espada al Tren Maya. Ahora Claudia Sheinbaum lanzó el programa del turismo comunitario que desconozco si ya está operando de manera directa haciendo transferencias, dando apoyos o lo que sea que vaya a hacer.

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