Tomoe Gozen es la más célebre samurái japonesa, fue una capitana de guerra que comandó a ejércitos de hasta 3 mil hombres y venció a varios batallones enemigos; Nakano Takeko, desafió las normas y forjó su propio destino, como las mujeres no podían formar parte de los ejércitos de samuráis, creó su propio ejército femenino; Jingu, la emperatriz japonesa del periodo Yayoi y llamada “La conquistadora de los tres reinos de Corea”, destacó por su fuerza y su técnica marcial. Todas fueron guerreras en un mundo dominado por los hombres y, por ser mujeres, fueron invisibilizadas de la historia del arte de la guerra japonesa.

Sus historias ocupan a veces apenas cuatro líneas en el Heike Monogatari o Cantar de Heike, obra clásica del siglo XIII en la que se recogen las grandes batallas de la historia de Japón; en general, sólo quedó constancia de ellas en algunas estampas que ensalzan la belleza y el exotismo de mujeres vestidas con armaduras, manejando catanas. Acaso, también, quedan en las imágenes de artistas como Kuniyoshi, Hiroshige o Hokusai, que alimentan los mangas japoneses.

Sin embargo, nunca se había contado la historia de estas guerreras, entre las que también está el relato de Kaihime, una samurái entrenada por su padre y luego entregada como trofeo al enemigo, además de las historias de Ohori Tsuruhime, Yamamoto Yaeko y las Hermanas vengativas, que forman parte de una estirpe de mujeres que a lo largo de los siglos lucharon por la igualdad en una sociedad japonesa masculina muy conservadora, como afirma Benjamin Lacombe.

Para “devolverles la vida, el cuerpo, el alma y la voz”, el escritor e ilustrador francés Benjamin Lacombe (París, 1982), autor de casi 40 obras ilustradas, y Sébastien Perez (Beauvais, 1975), quien es autor y ha ilustrado más de 40 libros —apoyados por el historiador francés especializado en la cultura japonesa, Matthias Hayek—, escribieron Historias de mujeres samuráis (Edelvives, 2024), una obra ilustrada que se impuso el reto de dar voz y sacar del olvido a siete mujeres guerreras que fueron transgresoras, rebeldes y excepcionales para su tiempo por su búsqueda de libertad y de exigir sus derechos, y que pueden ser inspiración para este tiempo de nuevas luchas feministas.

Desde que Lacombe conoció la historia de Tomoe Gozen, la más célebre samurái japonesa, quiso escribir de esas guerreras que incluso comandaron ejércitos. El artista, que es autor de otras grandes obras ilustradas como Madama Butterfly, Frida y Carmen, a los 19 años escribió un cómic sobre el fantasma de una mujer japonesa, en aquel entonces él desconocía que la onna-bugeisha —las mujeres samuráis—, habían existido de verdad. Pero cuando fue reuniendo información, comenzó a forjar esta historia.

“Me di cuenta que muy pocos textos recogían sus historias y fue como desenterrar a estas mujeres olvidadas”. Descubrió que a las mujeres se les prohibíó muchas cosas, como utilizar la catana y que para defender a sus pueblos sólo podían usar la nagitana, una larga asta provista de una hoja en un extremo; tampoco se les permitía asistir a clases ni participar en el arte de la guerra, menos tenían derecho a formar parte del ejército oficial, y hay pocas fuentes históricas.

A partir de esa ausencia, Lacombe y Perez escribieron siete cuentos sobre la historia de esas siete mujeres samuráis, influenciados por las luchas feministas actuales.

“Hay varios elementos que quisimos recalcar, un primer elemento sería que esas mujeres tuvieron el valor de vivir libres, sin importarles las normas sociales, entonces yo creo que esa libertad que demostraron es algo interesante sin importar que sean mujeres u hombres hay una afirmación de libertad que nos pareció interesante; segundo elemento, el hecho de ver mujeres tomar el poder o mujeres fuertes con posición de poder también fue algo muy inspirador”, afirma Lacombe.

El escritor e ilustrador asegura que el tercer elemento que les interesaba era transmitir que hay una historia de lucha pasada:

“Me he dado cuenta al hablar con algunos lectores muy jóvenes, que a veces tienen la impresión de que su generación lo inventó todo, en los derechos de las mujeres, los avances sociales de todo tipo, sin embargo, este tipo de historia les muestra que en periodos históricos, a veces muy remotos, las mujeres tuvieron derechos que a lo mejor no tuvieron o perdieron en épocas más cercanas. Vemos que la historia no es un fenómeno lineal, no es como un progreso constante hacia algo mejor; es decir que hay épocas donde se pueden ganar ciertos derechos, pero esos derechos se pueden perder, entonces ahí hay otro mensaje que quisimos transmitir es que hay una lucha constante para ganar y para defender”.

Eso explica por qué decidieron abrir el libro con una cita de Simone de Beauvoir en El segundo sexo: “No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos”. Para Lacombe esa frase se mantiene vigente: “en 2024 se les prohibió a las mujeres afganas hablar, o en parte de Estados Unidos las mujeres ya perdieron el control sobre su propio cuerpo, entonces ahí está la actualidad”.

Ante la imposibilidad de encontrar una obra enfocada en las mujeres samuráis, reinventaron sus historias de gloria y de lucha contra el sistema establecido. “En realidad estos siete casos de mujeres que contamos son los casos que llegaron hasta nosotros, el trabajo que estuvimos haciendo se parece a un trabajo de antropólogo o de paleontólogo que descubre una especie de dinosaurio, no es que ese dinosaurio no hubiera existido, sino que se descubre de forma tardía”.

Eso es lo que ha ocurrido con la historia de estas siete mujeres samuráis: “La historia ha sido escrita por los hombres y la consecuencia de eso es que a pesar de que había más casos de mujeres como las que contamos, esas mujeres no hablaron, las invisibilizaron y por eso llegaron tan pocos casos hasta nosotros”, apunta Sébastien Perez.

Las protagonistas de este libro, que incluye prólogo del historiador Matthias Hayek, una sección de Juegos de samuráis; un glosario y notas de términos japoneses como bokken, catana, daimio, hakama, naginata, natsume, sogún y tsuka, así como ilustraciones desplegables entre sus páginas, desafiaron su destino y escaparon del rol que la sociedad les imponía.

“Cuando estuvimos haciendo este trabajo, Sébastien descubrió que una de las primeritas marchas feministas organizadas en los años 70, en Japón, fue organizada en honor a Nakano Takeko, quien creó su propio ejército de mujeres y quien murió al lanzarse al mar para salvar la cabeza de su enamorado samurái. La reflexión que nos brindó ese hecho es que a lo mejor, después de esa marcha, el alma de ese personaje al fin encontró la libertad, porque vio que siglos después su memoria logró movilizar otro ejército de mujeres. Y este libro podría aplicarse a esa lucha inspiradora”, afirma Benjamin Lacombe.

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