Dice la leyenda que estaba un día Rius —a sus 21 años cumplidos y encargado de una funeraria— garabateando monitos, cuando el director de la revista "Ja-já" lo descubrió entre el servicio funerario y lo invitó a colaborar en sus páginas. Cuenta la historia que ese día se definió el futuro de Eduardo del Río: canceló su proyecto de tomar su curso para embalsamador de cadáveres y comenzó una fructífera carrera en la caricatura en las páginas de "Ja-já", revista en la que se hallan los orígenes de quien es considerado uno de los grandes pilares del humorismo mexicano.
A Eduardo del Río, mejor conocido como Rius, Carlos Monsiváis lo consideraba el tercer sistema educativo de México, por su capacidad divulgativa sobre temas políticos y sociales. A casi siete años de su muerte, ocurrida el 8 de agosto de 2017, el caricaturista Luis Gantús, su amigo y alumno, publica "El Ja-já" de Rius (Grijalbo), un libro que rescata 200 de las primeras caricaturas —varias de ellas a color o collages— realizadas por Rius en la década de los 50 y publicadas en la revista Ja-já, donde debutó en 1954.
Cuenta Gantús a EL UNIVERSAL que una colección casi completa de "Ja-já" llegó a sus manos hace unos años, y lo primero que pensó fue que en esa mítica revista “de mucha venta, pero mal vista” había debutado Sergio Aragonés, el dibujante de cómics español que es famoso por sus colaboraciones en la revista MAD. Luego recordó que en esas páginas se habían conocido Aragonés y Rius, y de irla viendo y como sin querer, fue apartando las caricaturas de Rius, las primeras de su carrera. “Lo primero que me di cuenta, es que desde el principio Rius ya estaba allí. En esas caricaturas ya empiezas a ver lo iconoclasta, empiezas a detectar lo diferente; ves cómo él buscaba nuevas formas de expresión. Estás hablando que es el inicio de su carrera. Hay chistes, a pesar de que algunos tienden a ser como de la temática común; pero hay algunos que son hasta diferentes, con un cierto retruécano, con cierta acidez particular”, afirma Luis Gantús.
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Allí se comenzó a imaginar este libro que es un nuevo libro de Rius, aunque sea un rescate del primer Rius. Un libro cuya portada e interiores fueron diseñados por la hija de Rius, Citlali del Río Flores. Una obra que incluye un prólogo de quien fue el editor de los libros de Rius por más de cuatro décadas, Ariel Rosales; una introducción de Luis Gantús, así como historietas especiales realizadas por otros moneros o historietistas, como su amigo Sergio Aragonés; así como creadores de más jóvenes generaciones, como los mexicanos Iurhi Peña y Augusto Mora, y la colombiana Power Paola, que en conjunto dan un amplio panorama de la obra y el estilo de Rius.
“Eduardo del Río, Rius, logró con su trabajo lo que ningún otro dibujante de humor en el mundo entero ha logrado: ser la voz de su país natal desenmascarando falsedades con su fino sentido del humor y sus consejos”, dice Aragonés en la historieta de dos páginas con la que rinde homenaje a su amigo y mentor.
Gantús señala que tan sólo al ver la sección de los moneros antiguos, cualquiera se da cuenta de que allí ya estaba Rius. “Yo creo que ya estaba Rius dentro de Rius. Que ya era en este autor reconocido, este divulgador y creador de libros, ya estaba ahí ese narrador, ese es humorista, ese personaje, ese creador de cosas diferentes y lo puedes ver en los moneros antiguos, lo puedes ver cuando recorta las fotografías que es una técnica que usó muchísimo en sus libros”, dice Gantús, quien apunta que en el libro también le dieron cabida a el Cancionero. Una sección de "El Ja-já" de Rius, en la que el lector y admirador podrá descubrir una faceta del monero que luego sería una constante en sus libros e historietas: el uso de fotografías, quizás muy infuenciado por la revista norteamericana MAD.
Y es que El Ja-já de Rius contiene, además, tres linoleografías inéditas de Rius, realizadas en sus últimos años de vida y cuya fecha de creación es “por ahí” de 2008, en las que a decir de Gantús, “el maestro” retorna al dibujo a color que hizo en sus inicios, cuando comenzó haciendo humor blanco, chistes simples que, sin duda, es el lado más desconocido del maestro de varias generaciones de cartonistas, gran gurú del pensamiento de izquierda, y divulgador de los hechos y “horrores” de la iglesia católica y apostólica.
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Uno de los textos más entrañables es el de su editor Ariel Rosales, quien cuenta que platicó mucho con Rius sobre cientos de temas, entre ellos de Ja-já. “Me decía que ahí se desarrolló su aprendizaje del oficio, pues tuvo que hacer chistes bailando con el más feo: el humor blanco”. También le contaba que la caricatura política siempre estaba determinada por una noticia o un político y eso es de lo que el monero debe salirse, pero no así el humor a secas, “ahí no hay nada a qué agarrarase. Prácticamente se debe inventar una realidad alterna a la cotidiana”, dice Rosales que le contaba. Al leer sus libros y conocer ahora sus inicios, Rosales indica que en sus chistes de principiante logra algo genial: “Con su humor blanco, Rius se aproxima al absurdo del género jocoso que analiza acertadamente Chesterton y cultiva Carroll con genialidad”.
Humorista más allá de la política
Algo que decidieron Gantús y Citlali, la hija de Rius, fue mostrarle al público “el Rius que nosotros conocimos. El que yo tuve la gran oportunidad de conocer, el que recuerda su hija. Era el Rius de un gran sentido del humor, era el Rius divertido. Era el Rius que buscaba hacer reír, aunque la mayoría de la gente lo ubica por su obra política, o la cuestión religiosa, o la cuestión del vegetarianismo. Este Rius fue el que muchos de nosotros conocimos en los eventos en los que coincidíamos, en las reuniones, un Rius más cercano, más divertido, muy enfocado a hacer humor, y ese humor además lo plasmó en toda su obra, no nada más era la crítica política o el cartón político. Tenía ese sentido del humor latente que le permite crear cosas como Los Súpermachos o Los agachados, donde utiliza la narrativa, el humor, los símiles, crear pequeños microcosmos de una sociedad enorme que además son una obra maestra”, afirma Gantús.
A la pregunta de si Rius se vio orillado a ir asumiendo una caricatura política, a hablar más de lo social y lo político y de los problemas que aquejan a México, Luis Gantús dice que no. “No es tanto que se viera obligado. Tomemos en cuenta que él empieza en esto en los 50, estamos hablando de que su primera colaboración fue en el 54, y que para el 58 viene la Revolución cubana que cambia la mentalidad de muchos jóvenes, y él quería decirlo y quería usar sus monos para decirlo. Se juntan varios factores. Uno es que sabía que en México el humor blanco no le iba a dar para vivir, esa es una de las razones por las que Sergio Aragonés se va a Estados Unidos a probar suerte; y Eduardo tenía él mismo una carga política muy fuerte, una inclinación, como todos los jóvenes, y más en esa época admiradores de lo que la Revolución Cubana en su momento logró, y Rius decidió plasmarlo, pero además era rebelde, era contestatario, y decidió tomar el camino de tratar de decir las cosas que en ese momento era imposible que se dijeran”.
Eso también está en sus inicios, ese espíritu rebelde, ese espíritu revolucionario. Y con ese compromiso tomó más en serio la cuestión política, la cuestión social, que seguir haciendo humor blanco, afirma Gantús, quien además de caricaturista es investigador e historiógrafo. “Él hacía ese tipo de humor y lo tenía a flor de piel, pero tenía un compromiso político muy marcado y muy serio”.
Y asegura que es tan claro que hubo un momento en su vida en que lo corrieron de todos lados y es cuando empieza a hacer su historieta de Los Supermachos y llega a otro mercado y a otro público, “ahí es donde empieza a cambiar, allí mezcla el humor con mucho de la carga social y política que él quería expresar. Creo que es donde mejor se puede entender la parte humorística y la parte social de Rius, en Los supermachos, y en Los agachados; se volvió más divulgador. Los supermachos fue una obra maestra del humor, de los diálogos de la ironía, del sarcasmo que está más presente cuando trabaja en La garrapata, donde pisó tantos callos en el gobierno”, asegura.
Unos años antes de morir, Rius tuvo el deseo de recuperar o volver al humor sencillo.
“Aún cuando todavía trae esa carga y publica cosas como Sálvanos del PRI, ya empieza a hacer otro tipo de libros, como uno sobre el Quijote que se publicó en España; quería recuperar hacer humor, sabiéndose que él ya era Rius. Se dedicó mucho a la pintura, que le gustaba mucho. La gente que no conocía esa faceta de su vida, aquí puede tener un leve acercamiento”.