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La tercera antología de “El ensayo”, compilado por el escritor, crítico literario y ensayista Geney Beltrán, va de Angelina Muñiz-Huberman, con su “Pensar el teatro" a Vicente Quirarte con su "Metamorfosis del lobo", pasando por Elena Poniatowska con su texto “Ángeles de la ciudad”, Fabienne Bradu con “Marguerite Duras dice: Escribir”; Héctor Abad Faciolince con “Nepomuceno Pérez o Juan Rulfo: el sufragio de las almas”; o Jorge Aguilar Mora con “La pólvora y su claridad”; una cuidadosa selección de ensayos politemáticos, de amplio espectro y sin delimitaciones cerradas al género, que dejan ver 26 voces y 26 formas de plantear esa operación del espíritu argumentativo.
“Cada ensayista le da su sello, su perfil al tipo de ensayos que escribe, casi diría yo que hay tantas clases de ensayos como ensayistas notables porque es una forma literaria muy amorfa, muy libre, donde parece que realmente importa menos la estructura formal que tenga que la presentación específica en la que se halle, que importa más la operación del espíritu que se manifiesta ahí a través de la argumentación y de la asociación de ideas”, afirma Geney Beltrán, compilador, y autor del prólogo y de la nota introductoria de esta antología publicada por la UNAM.
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Beltrán asegura en entrevista que este proyecto de la serie antologías de Ensayos es muy valioso porque atiende “este género tan discreto, siempre bajo sospecha, siempre postergado”, que emprendió a partir de cuatro criterios: que fueran autores que no hubieran estado ya antologados en ediciones anteriores, que fuera autores vivos (Luisa Josefina Hernández murió ya con el libro en edición), que fueran aquellos que surgieran en una suerte de “ejercicio de memoria sobre ensayos que a lo largo de los años me habían resultado de enorme interés”, y sobre todo, mostrar al género como una forma literaria muy libre y muy amorfa.
“Eso era lo que a mí me interesaba, más que plantearme de entrada una idea específica y delimitada sobre qué debe ser el ensayo, lo que yo buscaba era la manifestación de ese ejercicio, de esa operación de pensar y de argumentar que puede encontrarse en autores que son ensayistas de los pies a la cabeza, que han escrito ensayo de manera primordial a lo largo de su trayectoria, y también autores que pueden ser más identificados como poetas o como dramaturgos o como cronistas, pero que también han aportado en el ensayo, aunque se conozca menos esa faceta suya”, afirma Geney Beltrán.
Lo que le interesaba era cómo, en realidad esa operación del espíritu argumentativo que está en el ensayo “puede conocerse originalmente en una conferencia o puede estar enmarcado en una crónica o puede estar presente en una obra, en un prólogo a una obra, es decir, no necesariamente el ensayo viene definido por ciertos atributos estrictamente formales”. A partir de esa certeza reunió los 26 textos de 26 autores entre los que también están Liliana Weinberg, Gabriel Bernal Granados, Nona Fernández Silanes, Clara Janés, Irene Vallejo, José María Micó, Liliana Muñoz, Julieta García González, Oswaldo Sánchez y Vicente Alfonso, entre otros.
“Traté de ser de entrada muy abierto a buscar esos textos que respondieran a esa impronta de una operación del espíritu argumentativo”, dice Geney Beltrán, quien señala que el hecho de que el ensayo reflexione sobre la literatura, sobre la escritura, sobre el mundo los libros, es un acto de resistencia, es una forma de plantarse ante el espejo y cuestionarse, “no es un acto narcisista ni complaciente, sino es una disección tanto de grandes obras y autores de la tradición literaria”.
Cita como ejemplo, el ensayo de Luisa Josefina Hernández sobre “La Celestina”, o el texto de Luce López-Baralt sobre San Juan de la Cruz, que de ese acercamiento a la tradición desde personas con una plataforma académica o con una un trabajo de la docencia, que ayuda a que estén constantemente abordando los temas de los autores de la tradición, pero también está presente en la introspección, en el cuestionarse sobre la escritura de la poesía o sobre el desdoblamiento que hay en la escritura y en la ficción.
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Quería, además que estuviera Liliana Weinberg, que es una de las grandes ensayistas sobre el ensayo, y “no es una fría diseccionadora, sino que tiene una excelente prosa y una mirada siempre curiosa, inquieta y movediza”, pero también autores que vienen de otras lenguas como Eduardo Montagner Anguiano que escribe en Véneto --una lengua alóctona de una comunidad muy pequeña de Chipilo, Puebla-- y se traduce al español; y Javier Castellanos Martínez, un autor con una trayectoria muy reconocida, muy amplia, en la literatura mexicana en lenguas indígenas y que escribe en zapoteco y “es uno de los grandes temas es la dialéctica entre su lengua materna y el español”.
“Para mí fue para mí muy revelador, una muy buena coincidencia de que estos dos autores de lenguas que escriben en lenguas distintas al español que tuvieran tan presente esa mirada introspectiva que tiene el ensayo, de reflexionar sobre la propia escritura, tanto el propio ensayo como el general la escritura de cualquier género”, asegura.
La antología “Ensayo”, compilada por Geney Beltrán, que incluye a otros autores como Eduardo Langagne, Gustavo Guerrero, Luis Arturo Ramos, Marta Rebón y Rafael Gumucio, se presentará mañana viernes 1 de marzo, a las 13 horas, en el Auditorio 4, de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
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