Para el Premio Nobel de la Paz 2017, el médico costarricense Carlos Umaña, el reloj que indica un desastre nuclear está cada vez más cerca de la hora límite. Preocupado por una catástrofe que podría afectar todos los continentes, Umaña se ha dedicado a recorrer el mundo para alertar de los riesgos que representa contar con un armamento nuclear.
Hace unos días, Umaña participó en el Hay Festival Querétaro 2023, festival de literatura, ciencias y artes dedicado a concientizar sobre las problemáticas que aquejan al mundo, entre ellas la guerra, la violencia y el cambio climático.
Su visita, dice, fue una oportunidad para informar a los mexicanos sobre su misión: el desarme nuclear de todas las naciones que poseen este tipo de armamento.
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Pero la tarea de concientizar al mundo del peligro de un desastre nuclear no es sencilla, por lo que el Nobel ve en las artes y la cultura una ventana para que su mensaje llegue a ciudadanos y gobiernos de todas las naciones.
En entrevista con EL UNIVERSAL, Umaña explicó la urgencia de informar a la gente sobre el Reloj del Apocalipsis, un reloj simbólico creado en 1947 por la Universidad de Chicago, que utiliza a la medianoche como la hora en la que un desastre nuclear puede desencadenar una crisis mundial.
Reflexionó sobre el papel de la cultura y las artes para la concientización del peligro nuclear, sobre la influencia del cine en el imaginario colectivo de las armas nucleares, y del papel del feminismo en gobiernos contemporáneos.
¿Qué representa su participación en el Hay Festival en tu misión de informar sobre el riesgo nuclear?
Significa una oportunidad más para difundir nuestro mensaje y generar conciencia, es una plataforma enorme para dar a conocer nuestro trabajo. Me emociona mucho toda la atención que estamos recibiendo mi causa y yo, es muy emocionante conversar con tanta gente interesada en este trabajo.
¿Cuál es la urgencia de hablar de armas nucleares?
La urgencia es enorme, alta, altísima, como nunca antes en la historia. Es importante, dado el peligro en el que está el mundo, que la gente cobre conciencia y entienda primero qué es un arma nuclear y lo que representa, y luego, juntos, trabajar para eliminarlas. Para ello debemos estigmatizar este armamento, cambiar los discursos sociales, debemos ser muchos los que estemos informados, tenemos la misión de que la gente abra los ojos y se involucre en el tema.
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¿A través de la cultura y el arte podemos adquirir conciencia de esta problemática?
Que pregunta tan interesante. Claro que sí se puede. Te contaré una historia, una experiencia que tuve en 2002: fui a Japón, a Nagoya, a un curso sobre investigación epidemiológica, estuve cuatro meses y como parte del curso viajamos a la ciudad de Hiroshima y visitamos el Museo de la Paz. Algo que marcó mi vida y tengo grabado fue ver las pinturas hechas por sobrevivientes de la bomba atómica. El arte te transforma, te hace entender cosas que el pensamiento lógico quizás no capte, es otra dimensión de experiencias que nos hace entender el mundo y la realidad de formas distintas, nos hace comprender lo que sucede y puede transformarnos. La cultura tiene una función esencial, y esa es comunicar. Pero no es una comunicación ordinaria, sino que nos acerca, nos permite comunicarnos de formas profundas.
¿Qué papel ha jugado el cine en la concepción de las armas nucleares?
Ha habido películas que han abordado el tema, como en "Independence Day"o "Avengers", donde pintan las armas nucleares como el gran héroe, con el argumento de que una raza malvada de alienígenas ha venido a conquistar a la humanidad y la paz llega con un arma nuclear, pero ese es Hollywood interpretando una otredad o, en otras palabras, está bien matar a un enemigo que sea diferente. Pero lo que realmente pasó fue que, en 1945, los japoneses eran los alienígenas, eran los otros. Hay gente que aún dice que ellos se merecían recibir la bomba atómica. Un conocido coreano me dijo que no sufre por los niños, por los ancianos y por las madres que murieron en Hiroshima y Nagasaki.
¿Qué le pareció Oppenheimer?
Es una película buena. Pero es sólo un hilo narrativo que ve los hechos desde un mero punto de vista. Lo bueno es que genera conversaciones, la gente de a pie está hablando sobre el riesgo nuclear y eso es algo que antes era difícil de lograr, incluso en los medios; esa conciencia de parte de la gente es un elemento importante porque lo que necesitamos es cambiar el discurso, que las armas nucleares no sean vistas como un privilegio, sino como un peligro y una amenaza.
¿La guerra entre Rusia y Ucrania acelera el riesgo de un desastre nuclear?
Definitivamente sí. El Reloj del Apocalipsis es un reloj simbólico que mide en minutos hacia la medianoche el riesgo de una destrucción mundial. No son minutos o segundos literales, es una forma de medir el riesgo, de concebirlo para entender lo cercano o lejano que estamos de una catástrofe. Déjame poner más contexto: en 1963, justo después de la crisis de los misiles en Cuba, estuvo a siete minutos de la medianoche; en el 83, a menos de tres minutos. Tras la Guerra Fría, los riesgos bajaron a 14 minutos, en un momento llegó a 17, pero hoy estamos a 90 segundos. Es el riesgo más alto en la historia.
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¿Qué tan cerca estamos de una guerra nuclear?
Vivimos en un contexto (Ucrania y Rusia) con una guerra real, donde hay amenazas explicitas, no sabes cómo va a reaccionar el otro, aquel que puede decidir si detona una ojiva nuclear. Es muy fácil que se den malos cálculos, malas interpretaciones, y si se llega a una detonación nuclear, accidental o a propósito, no pasaría mucho para una guerra nuclear de gran escala.
Cómo médico, ¿puede describir un mundo azotado por una guerra nuclear?
Pregunta difícil. Pero sí. Ya tenemos el antecedente de Hiroshima y Nagasaki. Pero lo más preocupante es la radiación, pues causa degradación de tejidos y órganos. Mucha gente moriría sola y con enorme dolor. Si miles de ojivas detonaran, hablamos de la destrucción de cientos de ciudades, decenas de millones de muertos, la destrucción de la capa de ozono hasta llegar al invierno nuclear, años de oscuridad y frío por la gran cantidad de humo en la estratosfera.
¿Es posible el desarme nuclear?
No es fácil, pero es posible y hemos avanzado en la estigmatización de las armas nucleares, en cambiar su rostro, en exponer su naturaleza. Es un máximo mal y hemos cambiado, pero requiere de un apoyo social enorme, de cambiar el imaginario colectivo. Pero que hoy haya nueve países con armas nucleares es un síntoma de una enfermedad nuclear. Debemos cambiar los paradigmas, como aquí en México, donde he visto que el papel de la mujer en la política ha cambiado en los últimos años. No es casualidad que, habiendo más mujeres en política, se vean avances en el desarme nuclear, porque una sociedad que elige a una mujer para representarla, habla de la adquisición de nuevos valores.