En el Seminario Patrimonio Cultural. Antropología, historia y legislación de ayer, coordinado por el investigador Bolfy Cottom, se abordó el tema de la minería desde una perspectiva patrimonial e histórica, ya que las mineras y la industria que se desarrolla alrededor de esa actividad data, en México, desde la Conquista Española.
Eduardo Flores Clair, investigador de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, expuso que la propiedad del subsuelo comienza desde los tiempos del reinado de España de Isabel La Católica.
“Todo lo que está en el subsuelo le pertenece al rey en la Colonia, todo lo que está en el subsuelo le pertenece al Estado décadas después; hasta 1884 que cambia la ley, y deja a los dueños del suelo como propietarios. Sin embargo, años después vuelve a cambiar y deja de nuevo al Estado como el dueño de todo lo que hay debajo del suelo”, señaló.
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Flores Clair planteó la pregunta “¿por qué es importante la industria minera para el patrimonio de México?”, a la que respondió que una gran aportación son los trabajos subterráneos que hacen los mineros. “Esos trabajos requieren de mucho esfuerzo y planeación, de mucha inversión. Muchas minas están abandonadas, pero representan obras antiguas, así como lo son los vestigios prehispánicos”, dijo.
Otro punto importante, señaló el investigador, es la producción en términos económicos de todas las minas de México, ya que la minería es una actividad con alta derrama económica.
Agregó que alrededor del trabajo minero se desarrollaron importantes edificios y casonas que hoy son considerados de alto valor patrimonial. “Las minas son lugares emblemáticos que rescatan la historia y el patrimonio cultural”, añadió. Por su parte, Paul Hersch Martínez, investigador del Centro INAH Morelos, expuso que pensar en la minería y en el patrimonio cultural es enfrentarse a los problemas del extractivismo y la destrucción patrimonial.
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Agregó que existen en la actualidad proyectos ajenos al INAH, instancia dedicada a proteger el patrimonio cultural, dedicados a la extracción de materiales, que dañan zonas arqueológicas.
El investigador puso de ejemplo el caso de la minera Esperanza Silver, que presentó un proyecto para excavar en el cerro del Jumil, a un kilómetro de la zona arqueológica de Xochicalco, Morelos.
Aunque se le negó el permiso en un inicio, la empresa acudió a las oficinas centrales del INAH y obtuvo los permisos. Paul Hersch finalizó con una reflexión sobre el papel del INAH con los proyectos mineros y comunales.