La búsqueda de un conocimiento o saber es parte de la exploración y método del crítico de cine (1942, Ciudad de México), quien acaba de publicar la vigésima entrega de la célebre serie Abecedario de Cine Mexicano, bajo el título La sapiencia del cine mexicano (UNAM, 2025), obra en la que analiza cuidadosamente 100 producciones de 2022 con el objetivo de rastrear su sabiduría, sin importar el director, género o duración.

A propósito de la publicación del libro, que será presentado hoy a las 19 horas en la Cineteca Nacional de Xoco, Ayala Blanco conversa con este diario acerca del oficio de crítico que, considera, está casi extinto. Y habla del estado del , en el cual ha visto una evolución importante, como la producción en ascenso de películas hechas por mujeres y por directores de comunidades indígenas o afromexicanas.

El especialista aborda además una nueva figura que se hace pasar por crítico: el influencer que habla de cine en redes sociales. Son siempre publicistas, asegura.

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La publicación de La sapiencia se empalma con dos fechas representativas para Ayala Blanco: el aniversario 60 como profesor de lenguaje cinematográfico en la Escuela Nacional de Artes Cinematográficas (ENAC) de la UNAM, y el décimo aniversario como crítico de cine en el suplemento cultural Confabulario de EL UNIVERSAL.

“Ha sido sensacional. Son 10 años en los que nunca me he sentido coaccionado, he escrito con la mayor libertad de la Tierra”, dice entusiasmado el también historiador de cine, considerado como un crítico feroz, pero a la vez como un maestro paciente, entregado a la enseñanza y quien está abierto al diálogo y a disfrutar de una película.

¿En qué sentido usa la sapiencia en los ensayos que conforman esta nueva entrega?

Es la sapiencia como un saber particular, como el gozo de ir al cine y de ver cine. Es una especie de búsqueda de la sabiduría, porque, por supuesto, todas las películas pueden ser vistas desde una perspectiva, pero en este caso el enfoque fue lo que estas películas me aportan desde un acercamiento a la sabiduría. Por eso le llamo La sapiencia, porque, claro, no todas las películas son sabias, pero tienen una parte de sabiduría, así sea Mirreyes vs Godínez 2 (Salvador Cartas), o Chilangolandia (Carlos Santos), u otras que nadie ve; es el análisis y buscar qué me aportan desde la sabiduría.

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¿La sapiencia es usada como herramienta para hacer crítica?

Busco con la sapiencia lo que esas películas están aportando. Tengo el pánico de escribir siempre el mismo libro con el mismo enfoque. O simplemente decir que estoy esperando la película más artística o popular, no se trata de decir si son buenas o malas, eso me da completamente lo mismo, se trata de desmontar los mecanismos. A final de cuentas estoy rescatando 100 películas que se estrenaron durante 2022, se puede ver también como una crónica inédita de películas. Hallé en cada película un relato, no importa cuál fuese, pero identifiqué una coyuntura, porque apenas empezaban a salir las películas del nuevo régimen, noté que se germinaban nuevos temas y enfoques, nuevas sabidurías, por ejemplo, ya no son las películas hechas por extranjeros sobre temas indígenas, sino son ellos mismos haciendo cine, eso me parece fascinante, no existía en el cine del pasado.

¿Qué opina del estado actual de la crítica cinematográfica?

Es una pregunta que ya me han hecho, mi percepción hace unos años era que estaba desapareciendo, que era un arte en vías de extinción, y creo que actualmente está casi completamente extinta, ya solo somos unos cuantos críticos los que quedamos.

Pero vivimos en un mundo digital donde proliferan influencers que se dicen críticos, ¿qué opina de ellos?

Finalmente son siempre publicistas, hacen un acercamiento muy superficial. Hay todo tipo de críticos con los que, por supuesto no congenio, que serían, por ejemplo, los que se limitan a glosar el guion de la película y nunca te dicen cómo es. Vamos, ¿qué es lo que realmente estás viendo en la pantalla?, ¿cómo está resuelto eso? Yo no tengo problema de acercamiento porque doy clases de historia de cine, han sido 60 años de análisis cinematográfico, tengo mi propio método de análisis. Estos influencers, para mí, sus acercamientos no tienen sustancia, y además tienen otro defecto, son recomendadores de películas, y eso yo lo he evitado como la peste desde que escribí mi primer texto en 1963.

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¿Cuál es entonces la función ideal de la crítica?

Es muy complejo, pero para mí es siempre la misma idea, encontrar la sustancia de la película, penetrar la idea, cuestionar a qué nos remite la película, y justo, en Confabulario, donde cumplo 10 años, será mi próxima pregunta para desarrollar, porque la crítica es un puente, crea objetos críticos que se sostienen por sí mismos, pero sin recomendar, suprimiendo el juicio.

En La Sapiencia, Ayala Blanco hace una fuerte crítica a Bardo, de Alejandro González Iñárritu, bajo el título de “La sapiencia narcisodesaforada”, donde dedica unas líneas a criticarla como un “séptimo eternometraje decepcionante del capitalino hollywoodizado, que cierra en trepidante anillo sin haber logrado salir del churrealista desierto mental de su burdo bardo insufrible”.

Lo consideran un crítico feroz, ¿aplica esa ferocidad por igual con las producciones de los grandes cineastas, que con un estudiante que apenas realiza su primer trabajo?

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No, una cosa es la gente que se está formando y otra cosa los que ya están en todas las plataformas, finalmente, en esos casos, ya estás pagando por ver algo, tengo todo el derecho de desmontarlo. La crítica en México suele ser muy complaciente, se dedica a hacer relaciones públicas, y a mí me dicen que deshago las películas, pero para eso son.

Este siglo fue marcado por Amores Perros, de Iñárritu, que cumple 25 años. ¿cómo ve la evolución del cine mexicano?

Yo la he visto al margen de un millonario de origen mexicano que se llama Iñárritu. Para mí, lo que hace no es cine mexicano, pero si tiene alguna dominante de origen mexicano se debe escribir de ella; si no, son películas de gringo, de un gringo viendo a México, pero la evolución del cine mexicano es mucho más rica que lo que es una película hiperfragmentada, tremebundista. El cine es otra cosa que Amores Perros. Yo prefiero a Guillermo del Toro y a Alfonso Cuarón, que fue mi alumno y es mi cuate. Por ejemplo, Roma (2018) es infinitamente superior a lo que han hecho estos cuates millonarios gringos de origen mexicano, no son cineastas mexicanos.

Parece que series de streaming le han ganado terreno al cine.

Es una sustitución, yo no tengo nada en contra. Me gusta un cine más compacto, en el que yo me formé y en el que todavía estoy. Yo pico las series, no me niego, porque una de las frases más estúpidas de la humanidad es “no he visto esa película porque es muy mala”; y también se puede considerar como un mal ejercicio de la crítica afirmar eso.

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¿Qué piensa de espacios como la Filmoteca donde se preocupan por formar críticos?

Es sensacional, yo participo año con año y los chavos me hacen unas preguntas increíbles, me encanta tener ese contacto con los estudiantes.

¿Le preocupa la irrupción de la IA en la creación y crítica cinematográfica?

Como ingeniero de formación no le tengo miedo a la tecnología, es una nueva herramienta y bravo, aplausos por eso. Pero la IA no va a entender la ironía, mi lenguaje en mi trabajo es irónico. La IA reproduce los pensamientos, recupera lo que ya está dicho, y a mi me interesa lo que no está dicho.

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