Más Información

Resultado: México avanza a los Octavos de Final del Mundial Sub-20; Gilberto Mora da la victoria ante Marruecos

Tormenta tropical “Priscilla” se forma en costas de Jalisco, Colima y Michoacán; prevén que evolucione a huracán

Familia de Carlos Pérez Osorio difunde mensaje del mexicano detenido en Israel; cuestionan circunstancias del escrito

Tren de Aragua, el grupo criminal de Venezuela que se dedica al narcotráfico, trata, y extorsión; cae su líder en la CDMX
“Los salones y pasillos volvieron a llenarse de música, danza y entusiasmo con la comunidad artística que inicia un nuevo ciclo formativo”, dice el boletín oficial publicado en el Facebook del Centro Cultural Ollin Yoliztli (CCOY).
Quién lo escribió, con bombos y platillos, tal vez escuchaba en ese momento el cálido sonido de las gotas de lluvia al caer o simplemente leía una descripción de la Sexta Sinfonía de Beethoven, cuyo cuarto movimiento se llama “Relámpagos, tormenta”.
Y es que los salones y pasillos, a la par de llenarse de entusiastas chicos y de sacrificados profesores, se han atiborrado, por doquier, de cubetas de plástico y botes por todas partes, para atajar las decenas de goteras que invaden este edificio.
La “Sinfonía de la cubetas” podría titularse alguna obra que relate cuál es la situación de un centro de excelencia artística, ajeno a las demagógicas “utopías” o a los conciertos masivos que dan relumbrón al gobierno de la señora de los baches, Clara Brugada.
Lee también: De una orquesta en gira, Divos y un director memorioso, por Lázaro Azar
El CCOY “sigue siendo referente de la enseñanza artística. Hoy, entre zapateados y ensayos corales, el recinto afirma su vocación vivo de aprendizaje, con biblioteca, fonoteca, videoteca y aulas…”

Ignoro si alguna vez la señora Brugada ha visitado ese recinto tan olvidado desde hace un cuarto de siglo, desde que nos gobiernan los mismos personajes, con un falsete tan falso como su discurso a favor de la cultura.
Por supuesto que no es la primera vez que las goteras se asoman a este lugar, pero no creo que la señora de los baches quiera adjudicar la responsabilidad al gobierno pasado, cuando gobernaba nuestra presidenta.
Las fotos de la nota de prensa parecen sacados de un conservatorio en Dinamarca, nada que ver con las fotos reales que, en ese mismo espacio, han colocado jóvenes alumnos que, además, han escrito comentarios como estos:
"Las instalaciones se están cayendo a pedazos, urge que la secretaria de cultura tome cartas en el asunto, no es posible que siendo una de las escuelas más importantes del país se encuentre en tan deplorables condiciones".
Lee también: Anamari Gomís: la habitante
Otro más dice:
"No solo de música, también se llenan de agua con estás lluvias y tremendas goteras".
Un último:
"Me titulé hace un año y regresé a mi ex escuela hace unos días y está peor que cuando me fui".
Creo que el espíritu de los alumnos y los maestros es algo digno de admirar, ¡mantienen a esa escuela en pie! Pero favor de no ser cínicos y responsabilizarse un poco de esta gran escuela que saca a grandes artistas. ¡Repintarla cada 3 años por fuera no es mantenimiento!
Pero el problema no es solamente que se gotee, la humedad que existe por todas partes deteriora tanto a la salud de alumnos, profesores y trabajadores, como a los instrumentos musicales que se dañan.
Otra víctima es la biblioteca, donde han puesto unas toallas para evitar la humedad; partituras y libros sufren este fenómeno (por cierto, vergonzosamente han cerrado el Libro-Club fundado por Alejandro Aura hace 25 años) Los libros, generalmente donaciones por la comunidad, están puestos a quien corresponda.
La Sinfonía de las cubetas debe cesar.
“El agua llegará a toda la ciudad, vivas donde vivas”, aseguró la señora de los baches; juró que a las aulas de la Ollin no es necesario.
El agua es vida, pero en una escuela es y significa todo lo contrario.