La muerte también da de comer. Pulqueras, floricultores y maquillistas encuentran en el Día de Muertos una fuente de sustento y una manera de renovar la tradición con su trabajo y creatividad.

Beber como dioses

“Empecé a ver en redes sociales cómo se ponía de moda hacer el curado de cempasúchil”, expresa Jessica Vázquez Reyna, guía de turistas y una de las primeras aventureras en llevar una moda chilanga al municipio tlaxcalteca de San Francisco de Temetzontla.

En internet vio que el curado de cempasúchil se vendía bastante. “La verdad nunca me hubiera imaginado que se utilizara la flor. Yo nada más la había visto usarse en las ofrendas, no sabía que se consumía. Se me hacía un aroma muy fuerte para algún alimento o bebida. Me dio curiosidad”, agrega.

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Cempasuchil. Crédito: Wikimedia Commons
Cempasuchil. Crédito: Wikimedia Commons

Jessica empezó a pedir tips a sus amigos pulqueros porque en la Ciudad de México ya lleva más de diez años preparándose. Se animó a curarlo y tuvo la aceptación de la gente. Además, dice, su receta tiene un plus. “La flor que uso es la que siembro en mi huerto. Me atrevo a promoverlo porque sé que es algo limpio”. Y por limpio se refiere a que está libre de fertilizantes y a que el pulque no es sintético, es decir, no tiene harinas, nopalillo, sacarina o endulzantes artificiales.

“Ni siquiera necesitamos colorante porque la misma flor de cempasúchil te da la pigmentación. En mi comunidad hay otro productor de pulque (Pulques García) y también siembra su flor. Un día me dijo: ‘Oye, ¿cómo le haces?’. Y le enseñé, le dije: ‘Atrévase’. Ahora también lo está haciendo”, platica.

En octubre, Jessica produce hasta 15 litros de este curado, en especial, si hay algún pedido para alguna fiesta.

Mestizaje floral

“La semilla que nosotros utilizamos es un híbrido mejorado, se produce en Estados Unidos. Allá se hace más mejoramiento genético que aquí en México, desgraciadamente. Adquirimos la semilla Marigold, es de la misma familia de Tagete erecta, nada más que al híbrido lo mejoraron para que su flor fuera más grande y uniforme, y la planta fuera más compacta”, explica el floricultor y agrónomo José Luis García Valderrama, quien desde hace 25 años se dedica a la siembra en Xochimilco.

Ubicado en el suelo de conservación y con la venta total de 25 mil flores de cempasúchil, el agrónomo explica que la intención con las plantas mejoradas fue perfeccionar su estética y que la campaña contra el Marigold inició porque tuvo mucha aceptación en el mercado. “Nosotros, las personas, también somos híbridos mejorados porque a través del tiempo nos hemos ido mezclando hasta ser lo que somos. Es un proceso más de evolución”, aclara.

¿Hay cempasúchil chino?, se le pregunta. “Ellos hicieron su mejoramiento genético y lo ocupan en un 90 por ciento para su industria avícola. Obtienen la pura flor para procesarla y dársela de comer a las aves para que el color de la piel y yema sea más fuerte. Acá no hemos aprovechado esa parte porque el proceso para nosotros es más espiritual. En México no hay cempasúchil chino. El cempasúchil de China es enorme, a veces las cabezas llegan a crecer como un girasol grandote”, responde.

Antes muerta que sencilla

Cada año, Nicte y dos colegas más buscan un espacio para maquillar durante el día de la Mega Procesión de Catrinas y en el desfile de Halloween que se organiza sobre Avenida Paseo de la Reforma. Se ponen detrás de las carpas que el gobierno instala. “La gente se acerca porque les gusta nuestro trabajo y porque traemos todo limpio y organizado; lo que nos dimos cuenta en otras carpas que realizan maquillajes es que tienen las cosas un poco sucias y no son de calidad”, narra Nicte, teatrera, locutora y maquillista desde hace seis años.

Aunque este año no se colocaron sobre Reforma, los buscaron personas que sí asistieron, sus clientas no querían el servicio de las carpas porque el maquillaje es grasoso, además de que los diseños más sofisticados salen muy caros y sólo incluyen la cara y no otras partes del cuerpo.

“Lo que más piden son catrinas, cráneos y algunos aspectos de Halloween, por ejemplo, heridas”, indica Nicte. ¿Es buen negocio?, se le pregunta. “Sí, suele ser un buen negocio, pero como ya hay muchas personas que lo hacen, hay mucha competencia, tienes que aprender a darte a conocer”, responde.

Por un maquillaje sencillo, los profesionales no cobran menos de 200 pesos y para colocar efectos especiales el costo asciende hasta 20 mil pesos, explica, añade. “Si te acercas a una escuela de maquillaje, las colegiaturas están arriba de cinco mil pesos, entonces prácticamente al momento de adquirir uno de estos servicios tendrías que entender que estás pagando por lo que la otra persona aprendió”.

Al igual que en Ciudad de México, en los estados las pintacaritas son rentables, con la ventaja de que no existe tanta competencia. Por ejemplo, en Tlaxcala el servicio se alarga hasta el 15 de noviembre. “Lo que más nos piden es el glitter y rara la vez me dicen: ‘píntame del payaso Eso o Frankenstein’. Me piden puras catrinas y los niños son catrines, es algo más tradicional”, señala la pintacarita Araceli Velázquez.

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