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El Siglo XV es un periodo particularmente interesante de nuestra historia. Es el último siglo de la Edad Media y el oscurantismo y, al mismo tiempo, el puente entre la Edad Media Baja, el Renacimiento Temprano y la Edad Moderna. También se le conoce como “El Siglo de las Innovaciones”.
Una de las más importantes, que marcó un hito en la historia de la humanidad, fue sin duda la invención de la imprenta. En aquel entonces, la lectura estaba reservada para unos pocos, fundamentalmente el clero y la nobleza. Se estima que solo alrededor del 12% de la población en Europa sabía leer[1].
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Los pocos libros que había, producidos de manera artesanal y copiados a mano, eran conservados sobre todo en los monasterios. La iglesia era la principal fuente de información, transmitida de forma oral.
La aparición de la imprenta vendría a revolucionar al mundo. De pronto las personas tuvieron acceso a una enorme cantidad de información, con lo que comenzó también el pensamiento crítico.
Esto no fue recibido con agrado por quienes, a lo largo de la historia, han pretendido controlar la información y el pensamiento. A pesar de que el primer libro impreso fue una biblia, ya para 1559 el Papa Paulo IV estableció un Index Librorum Prohibitorum, un listado con todos los libros prohibidos a los católicos.
Desde entonces, la iglesia y diversos gobiernos han censurado, prohibido y quemado miles de libros. Autores como Shakespeare, Goethe, Daniel Defoe, Víctor Hugo, Charles Darwin, George Eliot, por supuesto Salman Rushdie y cientos más han sido prohibidos a lo largo de la historia[2].
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El responsable de esta revolución de la información fue el hijo de un patricio de la ciudad de Maguncia, en Alemania. Su nombre: Johann Gensfleisch zur Laden zum Gutenberg, mejor conocido como Johannes Gutenberg.
Algunos de los elementos de su invención fueron los tipos móviles, una tinta de aceite que se impregnaba en el metal y después se transfería bien al papel, así como una nueva prensa, probablemente adaptada de las que se usaban para la elaboración de vino.
Como todo emprendimiento, el de Gutenberg no estuvo exento de problemas financieros. Un acaudalado financiero, Johann Fust, invirtió en su proyecto, pero luego habría de ganar una demanda contra Gutenberg, que le permitió usar su invento como propio, seguir produciendo biblias y la segunda obra maestra de Gutenberg, un salterio.
En 1465, el arzobispo de Maguncia pensionó a Gutenberg, otorgándole una ración anual de grano, vino y ropa. Poco tiempo después, en 1468, Gutenberg falleció en su natal Maguncia[3].
El establecimiento de la imprenta en México, primera en América, es también una historia interesante.
Juan Cromberger, impresor alemán establecido en Sevilla, dueño de una prestigiosa casa editora con capital para establecer una filial en la Nueva España, encomendó a Juan Pablos, a quien como copista o componedor de letras de molde le tuvo la confianza para fundar una imprenta en el nuevo mundo.
Juan Pablos, de origen italiano y, cuyo nombre, Giovanni Paoli, conocemos ya castellanizado, llegó a la Ciudad de México junto con su esposa Gerónima Gutiérrez, entre septiembre y octubre de 1539.
Con el apoyo de sus patrocinadores, Juan Pablos estableció el taller “Casa de Juan Cromberger” en la Casa de las Campanas, propia del obispo Zumárraga, ubicada en la esquina suroeste de las calles de Moneda y cerrada de Santa Teresa la Antigua, hoy licenciado Verdad, frente al costado del ex arzobispado. El taller abrió sus puertas hacia abril de 1540[4].
El mundo ha evolucionado vertiginosamente desde los siglos XV y XVI. En la actualidad se producen anualmente en todo el mundo cerca de 4 millones de títulos de libros[5].
En la paradoja de la era de la información, el mundo está ahogado en información, pero sediento de conocimiento. Aun así, no deja de preocupar que, habiendo tanta información verídica disponible, haya crecido exponencialmente la información falsa.
Es increíble que hoy día se cuestione a la ciencia, se niegue el calentamiento global, la eficacia de las vacunas y que miles de personas crean firmemente que la Tierra es plana. De manera inexplicable, la administración de Trump en los Estados Unidos se ha apartado de la agenda 2030 de las Naciones Unidas.
Además de los millones de libros, periódicos y revistas que se imprimen a diario, la industria de las artes gráficas ha evolucionado de manera impresionante. Hoy en día, prácticamente no hay actividad económica que no lleve plasmado el sello de las artes gráficas. Impresos en prensa plana y rotativa, pero también se imprimen cajas y empaques de todos tipos, etiquetas, calendarios, textiles, puntos de venta, artículos promocionales y mucho más.
La industria de las artes gráficas en México trabaja con una calidad reconocida a nivel internacional y es innovadora, resiliente y con una firme consciencia ambiental. Un orgullo para nuestro país.
Como nota personal, al parecer yo estaba destinado a la industria editorial y de las artes gráficas. Como muchos apellidos que reflejan una profesión, el mío es, en alemán, representativo del “cajista”, o la persona que “asentaba” los tipos móviles en la imprenta.

Poetas mayores: la recuperación del trabajo periodístico de Alejandro Avilés
[1] https://ourworldindata.org/grapher/estimated-historical-literacy-rates?tab=table
[2] https://www.freedomtoread.ca/resources/bannings-and-burnings-in-history/
[3] Encycolpaedia Britannica
[4] https://www.mexicodesconocido.com.mx/juan-pablos-primer-impresor-en-mexico-y-en-america.html
[5] https://worldpopulationreview.com/country-rankings/books-published-per-year-by-country