
“Si realmente hay un fantasma —ya lo sabía Shakespeare desde la primera página de Hamlet— ése es el del padre, que siempre traemos en el hombro como perico de pirata”, sostiene Federico Campbell en Padre y Memoria (Oceano, 2014) volumen de ensayos que explora el papel del padre en la literatura. Decía el tijuanense que ese libro estaba en permanente construcción, pues con frecuencia aparecen nuevos libros sobre el tema. Hago aquí un recuento de siete libros que podrían añadirse a la lista: Oración del 9 de febrero (UANL, 2022) de Alfonso Reyes. No debe ser fácil ser hijo de un héroe de guerra, mucho menos cuando la última de esas guerras resulta incomprensible para muchos. Este volumen contiene cuatro fragmentos en donde el escritor regio aborda la presencia de su padre, el general Bernardo Reyes, asesinado el 9 de febrero de 1913, cuando cabalgaba hacia Palacio Nacional con la intención de derrocar a Francisco I. Madero. En estas páginas el hijo explora su relación con Don Bernardo, su papel en la Historia y sobre todo, su trágica muerte. Destacan las ilustraciones de Darío Castillejos y el prólogo de Héctor Perea.
La cabeza de mi padre (Alfaguara, 2022) de Alma Delia Murillo, es la reconstrucción de una búsqueda: a sus cuarenta años la escritora emprende un viaje a Michoacán para rastrear a su padre, Porfirio Murillo, de quien sabe muy poco: que no estaba muerto, como había pensado durante años, y que habita en una población michoacana llamada La Mira. Hija de Pedro Páramo, como lo somos millones de mexicanos, Alma Delia se sube con tres de sus siete hermanos a una camioneta con rumbo incierto. El destino final es este libro que abreva lo mismo de Rulfo que de Shakespeare y, no obstante, privilegia la empatía sobre la erudición.

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La figura del mundo (Penguin Random House, 2023) de Juan Villoro. Estructurado en nueve capítulos más un epílogo, echa mano de un orden temático para evocar la figura de su padre, el filósofo Luis Villoro. A cada apartado corresponden ciertas memorias: el movimiento estudiantil de 1968, la afición al futbol como puente entre padre e hijo, el exilio español y la preservación en ultramar de los ideales republicanos, las luchas sociales y sus turbulencias, las búsquedas y aportes de Don Luis Villoro a la Filosofía. El volumen es mucho más que un simple anecdotario: Villoro analiza las posturas políticas de su padre, así como el empeño constante de Don Luis por mantenerse congruente.

Dios fulmine a la que escriba sobre mí (SextoPiso, 2023) de Aura García-Junco: tras la muerte de su padre, el escritor H. Pascal, la escritora enfrenta el reto de mudar en dos días las pertenencias del finado, quien solía autodefinirse como “un enfermo de literatura”. Comienza así un viaje de meses por la biblioteca paterna: de Italo Calvino a Vivian Gornick, en la prosa de la autora se va revelando un defensor a ultranza de una literatura “sin grandes propósitos”, que no obstante se adelantó a su tiempo en aspectos como la equidad de género. No se trata, sin embargo, de una hagiografía: García-Junco no teme explorar aspectos amargos de la relación hija-padre, comenzando por el “machismo progre” que acusaban ciertas actitudes paternas. En el intento de “juzgar menos y entender más”, la autora no limita el uso de la lupa a hurgar en la figura y la obra de su padre, también se cuestiona a ella misma y a su generación.
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Últimos días de mis padres (Planeta, 2022) de Mónica Lavín. La muerte de los padres es el factor que detonó en Mónica Lavín la necesidad de escribir la historia familiar en clave de no-ficción. Para ubicar esa historia en su contexto, el relato de Lavín se remonta más de un siglo, retornando al momento en que su abuelo paterno llegó a Chiapas en 1911 proveniente de España. Consigna también cómo su madre desembarcó del Orinoco en julio de 1937, una niña desplazada durante la Guerra Civil Española. Así, su padre nació en Tapachula de aquellos padres españoles que habían venido a “hacer la América”. No obstante, un crimen le dejó huérfano muy joven. En esta bitácora emocional que destaca por su desgarradora honestidad, Lavín se califica como “una espía de sí misma”, y se observa como hija, madre, hermana y abuela. No sólo se observa: se juzga y, a veces con rigor excesivo, se condena.
Gabo y Mercedes: una despedida (Random House, 2021) de Rodrigo García Barcha, es una suerte de diario que en 32 breves capítulos es más que la crónica de los últimos días de su padre, Gabriel García Márquez, y los de su madre, Mercedes Barcha Pardo. El libro comienza en marzo de 2014, cuando Rodrigo García se entera de que su padre lleva dos días en cama por un resfriado. La situación no es sencilla, pues la enfermedad se suma a la progresiva pérdida de memoria que en los últimos años aqueja al Nobel. Sus extravíos son tan graves que en los momentos peores no reconoce ni siquiera a sus hijos. Otras veces el novelista hojea ejemplares de su obra, y mientras se observa a sí mismo retratado en las solapas de los libros, pregunta ¿De dónde carajo salió todo esto? Con estilo sobrio y eficaz, García Barcha se impone el desafío de registrar, junto a los detalles del día a día, sus tormentas internas: ¿Cómo conducirse, qué sentir frente al padre que pide auxilio porque está perdiendo la memoria de manera lenta pero irremediable?
Por último: una pesquisa similar, marcada por el tono introspectivo, es la característica de Especies tan lejanas (SextoPiso, 2024) de Nayeli García Sánchez. La novela es protagonizada por Natalia, joven bióloga que un día se encuentra en internet con una antigua esquela que da noticia de la muerte su padre, a quien ella vio sólo una vez cuando tenía cinco años. Las circunstancias la llevan a Irapuato. Conforme avanza la novela, estas cavilaciones sobre el padre ausente convergen con otro de los elementos simbólicos que articulan el libro: las arañas, objeto de estudio de la joven bióloga. Los arácnidos son el detonador de una perspectiva distinta de la vida.
