Todo empezó con una pintura y la fascinación por el surrealismo de la cineasta suiza Lena Vurma. Se afianzó por la magia que ella encontró en “el autorretrato de Leonora Carrington con la hiena”, (Autorretrato, la posada del caballo del alba), cuando lo vio de adolescente. Y se consumó cuando ella junto con su pareja creativa Thor Klein iniciaron, hace una década, el proyecto que ahora estrenan: Leonora, biopic basada en la novela homónima de Elena Poniatowska sobre la artista de origen británico que radicó desde 1942 hasta su muerte, en 2011, en México.
En 2016, cuando ella le platicó a Thor su propuesta de hacer algo sobre Leonora Carrington, muy pocos en Europa conocían la obra de la artista. Klein encontró por casualidad la traducción al alemán de la biografía novelada de Poniatowska mientras visitaba la majestuosa biblioteca Pablo Neruda de Berlín. Pero no se llamaba Leonora, sino Frau des Windes, “la mujer del viento”. Thor la leyó y quedó cautivado, lo mismo que Lena cuando se la compartió.
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“Me sentí realmente atraído por el libro porque me recuerda algo que dijo Tom Wolfe –dice Thor en entrevista–: que el problema de la literatura en el siglo XX es que la mayoría de los escritores no están lo suficientemente fascinados ni lo suficientemente obsesionados con su tema. Y en este libro inmediatamente pude ver que ella sabía muy bien de qué estaba hablando y, al mismo tiempo, tenía una distancia interesante con el personaje”.
Lena y Thor empezaron a trabajar en 2017 en la producción. Ese año conocieron a Elena Poniatowska y viajaron a México para platicar con ella. Estuvieron en su casa. “Nos sentimos muy apoyados por Elena Poniatowska, fue una sensación muy agradable contar con su bendición y también me ayudó mucho a comprender mejor la novela”.
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Leonora Carrignton nació en 1917 en Lancashire, Inglaterra, donde conoció y se enamoró del artista Max Ernst, con él vivió años idílicos en París hasta inicios de la Segunda Guerra Mundial. Ernst fue encarcelado y Leonora se fue a España donde fue internada en el hospital psiquiátrico de Santander. La artista huyó de España durante su trasldado a otro nosocomio y llegó a México gracias a la gestión de Renato Leduc. En el país estableció amistad con artistas como Remedios Varo y Edward James, este último, uno de sus mayores coleccionistas y el creador del conjunto escultórico Las Pozas, en Xilitla, San Luis Potosí.
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Durante la investigación para hacer la película, Thor Klein también conoció a Gloria Feman, “una investigadora de arte en Nueva York que descubrió a Leonora a principios de los sesenta, cuando nadie más la conocía –dice el cineasta alemán–. Comprendió que Leonora creó esta espiritualidad femenina. Y creo que hay un simbolismo en la obra de Leonora que conecta muy bien, especialmente con el mundo moderno, porque vivimos en una sociedad materialista donde la gente tiene un vacío espiritual”.
Sostiene que la gente busca significado para llenar dicho vacío. “Las grandes religiones tienen problemas, pero también la gente tiene un deseo. Y creo que hay algo en el arte de Leonora que alimenta este deseo. Creo que por eso es tan popular hoy en día. Siempre fue popular, pero hoy es particularmente popular. En México es un ícono y siempre lo fue, pero en el resto del mundo, en Europa, ahora la están descubriendo. Y creo que esa es una de las razones”.

Al adaptar la novela de Elena Poniatowska, los cineastas se enfrentaron con la disyuntiva de que la obra ofrece mucho más de lo que podrían incluir en las dos horas de una película. Era un trabajo intimidante porque, expresa Thor, “¿cómo hacerle justicia? Aunque, obviamente, un guion es muy diferente a una novela, tienes que encontrar tu propio camino. Traté de aprender de Elena en cuanto a lo que ella hace con los pequeños detalles”.
Al preguntarse qué querían destacar de la vida de Leonora Carrington, encontraron que lo mejor era un abordaje capitular y dividieron la película en cuatro partes para abordar las diferentes etapas de la vida de la artista: Muerte, Caballo, La hiena y La cocina alquímica.
“Para los capítulos en sí –explica Lena– nos inspiramos un poco en las cartas del tarot porque ella posee una espiritualidad especial. Al mismo tiempo, los capítulos están codificados por colores, según el código de colores alquímico. Así que tenemos el negro, luego el blanco, después el amarillo y luego el rojo. Estos son los colores alquímicos que también se utilizan en las pinturas de Leonora Carrington. Y, a la par, tuvimos la gran suerte de contar con uno de los mejores artistas de novelas gráficas, Brian Talbot, quien también publicó una novela gráfica con su esposa Mary sobre la vida de Leonora. Así que fue una colaboración perfecta”.
Además, Lena y Thor visitaron todos los lugares significativos en la vida de Leonora. “Fuimos a Crooked Hall en Inglaterra, donde creció; estuvimos en París y en el sur de Francia en la casa donde estuvo con Max Ernst –cuenta Lena– y luego, por supuesto, en la Ciudad de México, y en Las Pozas (el Jardín Escultórico de Edward James en Xilitla, San Luis Potosí). Así que creo que realmente ayudó toda esta información para verla con nuestros propios ojos también”.
Se trató de encontrar los focos de su vida. Y al elegir qué episodios contar, Lena espera que el público entienda la razón de su elección. “Para mí estaba claro que la película tenía que rodarse en los lugares donde Leonora estuvo realmente. Puedes recrear mucho y en el cine puedes hacer magia en ese sentido, pero no era lo mismo. Por ejemplo, el sur de Francia fue tan formativo para Leonora, estar con Max Ernst (el padre del surrealismo a quien conoció en una cena y con quien vivió en St Martin-d’Ardèche hasta que él fue arrestado por la persecución contra los judíos en la Segunda Guerra Mundial), que sabía que no podíamos simplemente recrear eso en otro lugar. Fue un desafío hacer que sucediera, poder entrar en esos lugares y tener a la gente adecuada uniéndose a nosotros en ese viaje”.
Eso incluyó a la productora mexicana Piano, con la que lograron conseguir los permisos para convertirse en la primera película de ficción en poder rodar en Las Pozas. Estar allí, coinciden, permite que no se tenga que explicar mucho del viaje de sanación de Leonora. “Se trataba de encontrar imágenes que no tuvieras que explicar, sino simplemente sentir. Así que creo que eso fue muy importante para nosotros”.
Aunque filmar en diferentes países supuso muchos retos. “Mientras rodábamos en Europa, Alemania y Francia, ya teníamos que preparar el rodaje en México –cuenta Lena–. Así que teníamos básicamente dos equipos trabajando en la película al mismo tiempo: uno en Alemania y, por ejemplo, una diseñadora de producción, Noemí González, en México. Y, cada vez que dejábamos de rodar en Alemania, teníamos que hacer videollamadas con México para ver cómo avanzaba. Un momento desafiante pero fantástico fue en la selva de Las Pozas, en San Luis Potosí, en el jardín de Edward James”.
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Olivia Vinall es una actriz belga radicada en Inglaterra. Es ella quien interpreta a Leonora Carrington en Leonora. Olivia audicionó para el papel hace cinco años, en 2020, en plena pandemia. “Nos gusta hacer el casting lo antes posible para que los actores tengan tiempo de prepararse y comprender el contexto –explica Thor–. Analizamos a muchísimos actores y elegimos a nuestros cinco favoritos. Luego hicimos un casting en Londres. Olivia era, literalmente, la última persona en entrar”.
Sin la cercanía que prohibían las restricciones por el confinamiento, el casting fue inusual. “Pero había algo en ella, en su presencia, y también en su voz”, recuerda Thor. Y es que Olivia, una destacada actriz de teatro que ha hecho a Desdémona en Otelo y a Cordelia en Rey Lear con el prestigioso National Theatre londinense, no se parece al personaje que interpreta y a cómo se ve en pantalla. “Sin vestuario se ve muy diferente, pero había algo muy especial en ella y además hablaba español. Pero era su presencia lo que no podíamos olvidar”. Como señaló la propia Elena Poniatowska, dice el cineasta, Olivia tiene un ojo increíble para los detalles. “Fue amor a primera vista, lo puedo decir”.
Olivia no sólo aprendió a pintar para darle un toque de verosimilitud a su actuación, sino que aprendió a hacerlo con la mano izquierda, como Leonora Carrington. “Eso fue lo que realmente supe al instante: era la persona indicada”.
En una entrevista con la revista Sky view, Olivia comentó: “Tuvimos mucha suerte de haber pasado bastantes años desde que nos conocimos y luego hicimos la película. Así que todos tuvimos mucho tiempo para hablar de ella, debatir sobre ella y darle forma juntos a todas las ideas que surgieron. Fue un verdadero regalo porque a veces no te dan tiempo para nada. Pero para interpretar a Leonora necesitas todo el tiempo posible para comprender su arte y quién es como persona”.
Olivia estudió su obra pictórica para tratar de entenderla y leyó la novela de Poniatowska porque le pareció importante recordar que trabajaban a partir del libro. También aprendió a esculpir con la ayuda de un vecino suyo. Y aunque lo intentó, no logró escribir hacia adelante y hacia atrás con ambas manos tal y como podía hacerlo la pintora.
“Creo que la Leonora que conocemos no habría sido la misma sin México, esto realmente se volvió muy obvio debido a la relación que México tiene con lo espiritual, el más allá, todo lo que va más allá del mundo material. Leonora siempre vio eso y lo sintió (fue educada por su familia materna irlandesa, que daba mucho peso a la fabulación), pero creo que en México, de repente estaba en un lugar donde eso era una realidad. Creo que ese fue realmente su camino hacia su autodescubrimiento. Esencialmente, la película también trata sobre encontrarse a sí misma como la Leonora que conocemos en México”, señala la actriz.
Entre las escenas más complicadas de filmar están las que ocurren durante el internamiento de Leonora, en una clínica psiquiátrica en Santander, España. “Me resultó muy difícil filmar esas escenas emocionalmente, saber realmente que un ser humano pasó y experimentó estas cosas y cuánto dolor estaba sintiendo después de que le arrebataron a Max. Luego tuvo que sufrir tanto y encontrarse con la muerte a los ojos, regresar de eso y continuar viviendo”.
Para los cineastas la amistad entre Leonora Carrington y Remedios Varo era la columna vertebral de la película. Así que la elección de la actriz que interpretaría a la pintora española radicada en México, también surrealista, era fundamental. “Normalmente lo que hacemos es reunir a todos los actores en la misma sala para ver cómo reaccionan entre sí, y con Cassandra Ciangherotti no fue posible porque estaba en México –explica Thor–. Estábamos en Europa en ese momento y no pudimos encontrarnos, así que estaba con Olivia en Berlín y tuvimos una videollamada con Cassandra para leer escenas. Pero cuando se vieron, vi inmediatamente una conexión muy fuerte”.
Esta amistad entre Remedios y Leonora era crucial. “Lo bonito es que no sólo Leonora Carrington y Remedios Varo eran muy amigas, sino que cuando Olivia Vinnell y Cassandra Cianherotti se conocieron, la química estaba ahí –agrega Lena–. Siempre estaban bromeando juntas, incluso cuando no estaban rodando. Así que sí, se convirtió en una gran amistad, y creo que eso también se percibe en la película, que es real”.
La mexicana Cassandra Ciangherotti aceptó antes de leer el guion. “Quiero que se sepa que existieron, que están ahí, que tienen un legado. Cuando leí el guion, me gustó mucho. Me llamó mucho la atención que fueran alemanes los que quisieran contar esta historia, siendo que ellas (Remedios Varo y Leonora Carrington) muchas de las cosas que les pasaron en su vida tuvieron que ver con la Segunda Guerra Mundial. Me pareció interesante de dónde estaba viniendo”, comparte.
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En términos visuales, Thor Klein buscó que Leonora remitiera a las pinturas de Leonora Carrington. “La idea era que se sintiera como una pintura. Porque el problema es que cuando haces películas sobre pintores y muestras sus increíbles pinturas dentro del encuadre, la pintura siempre pierde su fuerza. Así que no queríamos que la película transmitiera esa sensación. Y por eso también elegimos diferentes formatos”.
Explica: “Europa tiene un formato diferente al de Las Pozas, también para mostrar los dos mundos diferentes que Leonora une en su arte. Pero sí, por supuesto, tuve la suerte de haber trabajado antes con (el rumano) Tudor (Vladimir Panduru), mi director de fotografía. Así que ya teníamos un flujo de trabajo conjunto, y él es realmente asombroso creando estas atmósferas. Es excepcional. Es uno de los mejores directores de fotografía de su generación en Europa, y se nota. Recuerdo que cuando filmamos la escena del mercado en la Ciudad de México, nos tomó todo el día, casi medio día preparar todo para que saliera perfecto. Le dedicamos mucho esfuerzo, porque queríamos ser fieles al estilo de concepción visual de Leonora”.
Y enfrentaron el reto de que en la recreación histórica de lugares reales tuvieron que recurrir a archivos para encontrar las referencias adecuadas para resultar verosímiles. “La película debía sentirse como una pintura y todos los colores del diseño de producción eran los de la paleta de Leonora, entonces había que asegurarse de que el diseño de producción sólo pudiera usar ciertos colores. Esta combinación fue un reto porque, en lugares como Las Pozas o el sur de Francia, no había ningún archivo al que se pudiera acceder. Tenías que encontrar tu camino. Y ese fue el reto de hacer algo que la gente realmente pudiera ver, entender y creer como el México de los años cuarenta y cincuenta”.
¿Qué dijo Elena Poniatowska sobre la película?
Sí –dice Lena Vurma–. Estábamos bastante nerviosos porque no había visto la película antes. Se reunió con nosotros muchas veces para hablar sobre ella, durante la investigación y el rodaje. Pero cuando la vio por primera vez, por suerte, le gustó mucho. Dijo que siente que nuestra película es muy fiel a su novela. Captura la esencia de la novela, así que estamos encantados.
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