
Ha iniciado el mes de junio y, con él, las buenas conciencias se estremecen ante el pink money, que se hace más presente que nunca so pretexto de ser “el mes del orgullo”. No sé por qué o de qué se espantan, ya que como dijo Carlos Pellicer, “estamos en todas partes” y prueba de ello es esta entrega, en la que emulando a Salvador Novo, abuelita de la comunidad LGBT+ mexica –sorry, Sara García-, he optado por agrupar tres temas, tal y como él lo hiciera en “Las locas, el sexo y los burdeles”.
I. El domingo 25 de mayo asistí a la Sala Ponce para escuchar a Erik Cortés Alcántara, quien –a reserva de que me proporcionen información que desconozco- es el primer pianista mexicano en tocar completos y en público los 12 Études d’execution transcendante de Franz Liszt. Los estándares pianísticos han avanzado y esta demandante colección, considerada “intocable” en su tiempo, ya es parte imprescindible del repertorio, a la par que los 48 preludios y fugas de El clave bien temperado de Bach, las 32 Sonatas de Beethoven, los Estudios de Chopin y los Préludes de Debussy, lo cual no resta mérito a Cortés, quien los abordó “de una sentada” y sin intermedio, cuestionable decisión, pues a reserva de que adquiera una mejor condición –cual atleta de alto rendimiento-, hacia el final del programa se le notaba cansado y no es para menos: además de una gran concentración, estos Études demandan un esfuerzo físico mayúsculo.
Lee también:Selma Ancira: voces del exilio ruso Decía María Teresa Rodríguez que “hay obras que deben trabajarse toda una vida”, y ésta es una de ellas. Para haber sido su primer encuentro, Cortés no estuvo nada mal: ofreció un Liszt equilibrado, felizmente distante del arrebato y los trancazos con que suelen masacrarlo pianistas menos maduros. Privilegió el fraseo cuidadoso y el touché imaginativo. Paysage y Ricordanza fueron ejemplo de ello, y en Mazeppa y Feux Follets salió airoso de las intrincadas digitaciones que han hecho claudicar a más de un intérprete; sin embargo, un poco más de garra será bienvenida en aquellos incisos más tormentosos, como Eroica, Wilde Jagd o el “appassionato” en fa menor. Estoy seguro de que cuando vuelva a tocarlos, poco antes del mediodía del domingo 22 de este mes, en el Salón de Recepciones del Museo Nacional de Arte, dejará aún más satisfechos a sus escuchas. Si llego a estar por aquí ese día, ¡juro que repito! II. La semana pasada viajé a Guadalajara para presenciar los conciertos con que cerró con broche de oro la vigésimo octava edición del Festival Cultural de Mayo en Jalisco, que tuvieron un protagonista de lujo: el pianista canadiense Louis Lortié, a quien no escuchábamos en México desde hará unos treinta años, cuando fue solista de la OFUNAM. Para tan esperado retorno, Lortié presentó el miércoles 28 un recital en el Teatro Degollado íntegramente dedicado a Ravel y, el viernes 30, volvió a dicho recinto para tocar el Concierto en mi menor, Op. 11, de Chopin, acompañado por la Filarmónica de Jalisco y su titular, el Maestro José Luis Castillo. Con su grabación de la obra completa para piano de Ravel, realizada a principios de los años 90 del siglo pasado, Lortié acaparó varios galardones de la crítica y se posicionó en el gusto de los melómanos. En su vasta discografía también destacan su versión de las 32 sonatas de Beethoven, la integral de la obra para piano y orquesta de Liszt, y este año saldrá el décimo y último volumen que ha dedicado a Chopin. Ganador de múltiples concursos y solista de las orquestas más afamadas, Lortié goza de un sólido prestigio internacional y es el primero con dicho calibre (y espero que no sea el último) que se presenta este año en nuestro país… y de no ser por los buenos oficios de Sergio Alejandro Matos, director del FCM, ¡por poco y no lo escuchamos! Lee también:"Hay una alfombra que se llama olvido": entrevista con Ernesto Lumbreras Les cuento: resulta que cuando Lortié llegó a ensayar con la orquesta, notó que el piano de la Filarmónica es una verdadera carcacha, le pusieron el otro piano del Degollado, y aunque éste tampoco está en óptimo estado, finalmente accedió a tocar a pesar de que es un instrumento que –aunque lo afinaran antes de cada presentación-, acababa sonando tan cacreco que parecía un deliberado homenaje a Julián Carrillo y su Sonido 13. “Es una vergüenza… un estado tan próspero, con un teatro tan bello y una orquesta espléndida como esta, y que no tengan un piano en buen estado”, me confió tras el recital en el que cubrió todos los períodos creativos de Ravel y del cual atesoraré en la memoria sus versiones de la Pavana para una infanta difunta, la Sonatina, los Valses Nobles y Sentimentales (que enlazó con la versión original para piano del propio Ravel de La Valse) y los dos primeros incisos de Gaspard de la Nuit. Vuelvo a evocar a nuestra añorada Matesa: tras “toda una vida” tocando estas piezas, la interpretación de Lortié rezumaba madurez y una decantada cultura del sonido, pero… Cronos también juega en contra, y hubo más de un turbio “detallito” durante Scarbo y La Valse, piezas endiabladas, si las hay; aunque, como decía mi abuela “a caballo que tropieza, no se le ve el paso”, y más cuando se tiene el colmillo que brinda más de medio siglo en los escenarios. Lortié sedujo primero al público más exigente con su recital Ravel, y, con el Rondó del Concierto de Chopin, terminó de enloquecer a la concurrencia que, desde varias semanas antes, agotó el boletaje para escuchar a la Filarmónica, mérito que ya quisieran muchas de sus pares y se extendió a nueve de los programas de su temporada, en los que el Degollado estuvo abarrotado hasta las cachas, cosa que no podemos decir, por ejemplo, de la Chafónica. Aunque te digan en la taquilla de Bellas Artes que no hay localidades, entras y te topas con una sala a medios chiles, pues la gente no va ni con boletos regalados. ¡Qué diferencia! ¿Será porque, en Guadalajara, tienen la orquesta con la mejor plantilla del país y “algo” ha sabido hacer José Luis Castillo con ellos? Esa noche, continuando con el tributo a Ravel por su 150 aniversario, las versiones que ofrecieron de la Rapsodia Española y de La Valse fueron irreprochables, plenas de matices y sensualidad. Vitales. III. A cuarenta años de su fundación, ProOpera finalmente voltea hacia esta comunidad, tan pródiga en Operaqueens, y celebra nuestro Mes del Orgullo con el ciclo de conferencias “La ópera y el amor que no se atreve a decir su nombre”, impartidas por el mejor expositor posible: el gran regista argentino Alejandro Chacón. Programadas los días 4, 11, 18 y 25 de junio, estas amenas charlas se ofrecen vía zoom y pueden solicitar mayores informes al correo rcg@proopera.org.mx Por ahora, sólo puedo adelantarles que no nos habremos atrevido a decir su nombre, pero ¡vaya que hemos sabido cantarlo!Versos para no morir del todo
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