
La búsqueda de la ciudad perdida de Sak-Bahlán, también conocida como “La tierra del jaguar blanco”, hoy tiene una posible ubicación, la más probable en su historia luego de desaparecer, pero los investigadores no la revelan en su totalidad para evitar saqueo arqueológico.
Los especialistas estiman que han dado con esta ciudad, la cual fue la última de la resistencia maya ante el embate de los conquistadores españoles, en las profundidades de la Selva Lacandona.
Sak-Bahlán, último reducto de los mayas lacandones de la selva de Chiapas, es el principal tema de investigación del arqueólogo mexicano Josuhé Lozada Toledo, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), quien ha indagado en la historia de esta población desde hace una década.
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La ubicación de Sak-Bahlán fue posible gracias a estimaciones con mapas y al conocimiento de tiempos de traslado de los mayas que recorren las selvas y sitios sagrados de Chiapas.
“Leí mucho el libro La paz de dios y del rey, del historiador belga Jan de Vos, en el que hablaba de Sak-Bahlán, y decidí emprender la búsqueda, el método fue consultar los sistemas de información geográfica, desde los mapas”, dice Lozada Toledo a EL UNIVERSAL.
Antes de hacer las estimaciones para llegar a Sak-Bahlán, el arqueólogo utilizó el método para medir tiempos de traslado realizados en tiempos prehispánicos. “He estimado cuánto caminaba un maya para llegar, por ejemplo, de Bonampak a Yaxchilán, o de Palenque a Bonampak, desarrollé un algoritmo que me permite calcular cuántos kilómetros recorre una persona caminando en la selva durante una hora.”.
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Mejor conocido como un Sistema de Información Geográfica, este modelo predictivo fue complementado con variables como la estabilidad de los terrenos, tamaño de los ríos, la vegetación y la carga que cada persona puede llevar.
“Cuando una persona camina en la selva, en este caso la Lacandona, con 25 kilos de carga, en superficie plana, puede caminar 2.5 kilómetros en una hora; cuando hay una pendiente en la topografía, las personas llegan a caminar hasta 1.2 kilómetros en una hora. Y, finalmente, cuando estamos hablando de sierra, como el Cordón Chaquistero, que es donde se ubica Sak- Bahlán, la gente solamente camina 700 metros en una hora”, explica el arqueólogo.
Otra referencia para hallar el lugar fueron las cartas del siglo XVII en las que el fraile español Diego de Rivas describía la ruta de ida y vuelta a Sak-Bahlán en 1690.
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“Fray Diego de Rivas marcó toda esta búsqueda porque describió una ruta, él dijo en sus escritos: ‘salimos de Sak-Bahlan, caminamos durante cuatro días y luego llegamos al Río Lacantún. Ya del Río Lacantún navegamos dos días más al Encuentro de Cristo. Del Encuentro de Cristo navegamos otro tanto de días y luego dejamos las canoas y nos metimos caminando al lago del Petén Itzá, que está en Guatemala’”, refiere el investigador.
Con la crónica de De Rivas como hilo conductor del camino, el arqueólogo georreferenció las ubicaciones conocidas y realizó el recorrido, pero a la inversa. “Lo que hice fue pensar como De Rivas, recrear ese viaje con una carga parecida, y así me dio un rango para ir a buscar el sitio”.
La información apunta a que Sak-Balhán se ubica en una isla en la Reserva de la Biosfera Montes Azules, enclavada en lo más profundo de la selva de Chiapas. Los ríos cercanos son el Jataté y el Ixcán, y se conecta con el río Lacantún y la Laguna Miramar.
Lozada Toledo narra que, al llegar al sitio, encontraron vestigios de lo que pudieron ser viviendas de este grupo, así como restos de cerámica. “Encontramos restos de las estructuras de sus casas, así como cerámica antigua, prehispánica”, detalla.
Las fuentes narran que Sak-Bahlán fue abatido a finales del siglo XVII, cerca del año 1695, por lo que es posible que la ciudad permaneciera un siglo en resistencia.
“Eran un pueblo muy guerrero, desarrollaron grandes estrategias militares para enfrentar incursiones españolas. El hecho de vivir en una isla al interior de un lago les dio fortaleza natural; estratégicamente vivir en una isla te permite un grado de defensa muy alto, porque aquel que te va a atacar tendrá que llegar por agua, y es mucho más sencillo repeler un ataque desde tierra”, dice.
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Otra de las crónicas cuenta que hubo una gran batalla entre estos mayas y los españoles en la Laguna Miramar, en la que los conquistadores trasladaron un bergantín de 25 metros para atacar. Esa embarcación fue hundida por los mayas, y sus restos deben permanecer en el fondo de la laguna. “Se aliaron con la madre naturaleza, la usaron a su favor y por eso resistieron tanto tiempo. Creo que, por esa alianza, deciden meterse en lo más profundo de la selva, la veían como una deidad que los protegía”, cuenta.
La conquista del área maya tuvo un punto álgido en 1586, de acuerdo con las fuentes. En ese periodo, cientos de mayas huyeron a las selvas, y se acercaron a la Laguna Miramar. “Se refugian en la selva y fundan Sak-Bahlán, viven aproximadamente 109 años del dominio español, y fue hasta 1694 cuando llegan los primeros frailes a hacer contacto con estos grupos mayas”.
Luego del contacto, los españoles se enteran de este grupo, y a pesar de tener conocimiento de su naturaleza bélica y de lo inaccesible del sitio, deciden mandar una representación de frailes a mantener un contacto pacífico, pero con la intención de dominarlos.
“En 1695 ya están sometidos, es ahí cuando llega Fray Diego de Rivas y otros. Para 1698 se pierde mucha información; en los últimos días se cree que hubo un incendio, tal vez provocado por la insurrección de los indígenas, que estaban hartos de estos procesos de conquista”.
Por la falta de información, apunta el arqueólogo, se puede suponer que la mayoría de los habitantes de este pueblo fue asesinada. “Se pierde la información, aunque se dice que los últimos sobrevivientes fueron llevados a Guatemala, pero ya eran solamente unas familias; de los demás no se dijo nada. Entonces, lo que pasó en Sak-Bahlán fue una masacre, hay un contexto de batalla; en términos arqueológicos, hay restos de batalla”, explica.
Tras este gran hallazgo, adelanta el arqueólogo, siguen diferentes temporadas en campo, las cuales permitirán a futuro conocer con más precisión lo que pasó en los últimos momentos de resistencia.
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De acuerdo con la información disponible, Sak-Bahlán tuvo una población aproximada de 500 habitantes, los cuales vivían en 100 casas. Hay registro de tres casas de mayor tamaño, las cuales, se cree, eran habitadas por ancianos, y ahí se realizaban ceremonias.
Durante el periodo de Conquista, se construyó una iglesia, debido a que el área fue conquistada en un viernes de Dolores.
Para Lozada Toledo, conocer con exactitud lo que pasó en Sak-Bahlán es una forma de comprender más la cultura maya, pues es el último grupo que resistió a la Conquista.
Además del arqueólogo mexicano, el proyecto es codirigido por los investigadores Brent Woodfill y Yuko Shiratori, de las universidades de Winthrop, Estados Unidos, y Rissho, Japón. La siguiente temporada de campo en Sak-Bahlán se realizará en 2026.