El 20 de febrero del presente año, un niño de nueve años que pertenece a una comunidad menonita de Chihuahua y que había viajado días antes a Texas fue diagnosticado con sarampión. Posteriormente, entre el 2 y el 8 de marzo, 16 menores contrajeron esta enfermedad en una escuela primaria del municipio de Cuauhtémoc y dos más cayeron enfermos en un campo agrícola del municipio de Gómez Farías. Al día de hoy ya se han reportado más de 400 casos de sarampión en ese estado del norte de México (uno de los cuales desembocó en la muerte), cinco en Sonora, cuatro en Oaxaca, cuatro en Campeche, dos en Tamaulipas, uno en Querétaro, uno en Sinaloa y uno en Zacatecas.
Por lo que se refiere a Estados Unidos, se han confirmado más de 800 casos de esta enfermedad infectocontagiosa en Alaska, Arkansas, California, Colorado, Florida, Georgia, Hawaii, Indiana, Kansas, Kentucky, el estado de Nueva York, la ciudad de Nueva York, Maryland, Michigan, Minnesota, Nueva Jersey, Nuevo México, Ohio, Oklahoma, Pensilvania, Rhode Island, Tennessee, Texas, Vermont y Washington, de acuerdo con información de los Centros para el Control y la Prevención de la Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
“Los brotes de sarampión en Chihuahua y Texas se explican a partir del hecho de que las comunidades menonitas de uno y otro lado de la frontera norte rechazan las vacunas por razones religiosas. En cuanto al brote en Oaxaca, por ejemplo, surgió cuando una niña regresó enferma de un viaje a Asia y contagió a las otras tres personas, y ninguna de ellas estaba vacunada contra el sarampión, porque también se oponen a las vacunas”, dice Víctor Gómez Bocanegra, epidemiólogo y académico del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.
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Síntomas
El sarampión es una enfermedad causada por un paramixovirus del género Morbillivirus, el cual se transmite por medio de las gotículas que despide un enfermo al hablar, toser o estornudar. Por lo general ataca a niños pequeños, pero también puede presentarse en adolescentes y adultos.
El periodo de incubación del virus del sarampión es de cuatro a 12 días, durante los cuales no se percibe ningún síntoma. Cabe añadir que éste sigue activo hasta dos horas después de que está en el aire o sobre alguna superficie.
“Los síntomas del sarampión son fiebre de hasta 40° Celsius, goteo nasal, tos, ojos llorosos y rojos, pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas y erupción cutánea en todo el cuerpo”, indica Gómez Bocanegra.
La mayoría de los pacientes vacunados se recupera al cabo de dos o tres semanas. Sin embargo, el sarampión puede dar paso a complicaciones graves como ceguera, encefalitis, diarrea intensa y deshidratación, infecciones del oído y neumonía, sobre todo en niños menores de un año y malnutridos, y en pacientes inmunodeprimidos.
Durante el embarazo, esta enfermedad puede ser peligrosa para la madre y hacer que el bebé nazca prematuramente y con bajo peso. Hasta la fecha no se dispone de un tratamiento específico para el sarampión, pero esta enfermedad es prevenible mediante la vacunación.
“Existen dos vacunas: la triple viral (SRP), que protege contra el sarampión, la rubeola y la parotiditis o paperas, y que se aplica en dos dosis: al año y al año y medio; y la doble viral (SR), que protege contra el sarampión y la rubeola, y que también se aplica al año y al año y medio”, agrega el especialista de la Universidad Nacional.
Semana Nacional de Vacunación
Según los CDC, hasta ahora, en Estados Unidos, ha habido dos muertes por sarampión confirmadas y se está investigando otra.
“La forma de controlar el virus del sarampión es mediante lo que se conoce como un bloqueo vacunal; o sea, una vez que se identifica a un individuo con la enfermedad lo que se hace en México o en cualquier otro país es aplicar una vacuna a sus contactos cercanos, de tal manera que disminuya la probabilidad de que éstos se contagien. Históricamente, por razones religiosas, las comunidades menonitas de México y Estados Unidos no aceptan la vacunación, a pesar de ser el mejor mecanismo de defensa contra ciertas enfermedades infectocontagiosas. Allí, entonces, el virus del sarampión ha encontrado las condiciones propicias para transmitirse.”
A decir de Gómez Bocanegra, hasta 2019, la cobertura de la vacunación contra el sarampión en México fue de 93% a 95%, lo que permitía tener bajo control la transmisión del virus.
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“Si alguien adquiría la enfermedad, los individuos que interactuaban con él tenían más posibilidades de enfrentar con éxito al virus, porque estaban vacunados. A partir de 2020, con la pandemia de Covid-19, la cobertura de vacunación contra el sarampión y otras enfermedades se vino abajo debido a que la movilidad de la población se restringió y a que todos los esfuerzos se centraron en combatir al coronavirus SARS-CoV-2. A esto hay que sumarle la idea —muy en boga, pero sin ningún sustento científico— de que las vacunas pueden ocasionar otros problemas de salud, como autismo... Así, algunos padres de familia se niegan a llevar a sus hijos a vacunarse. El resultado de esta actitud es que la cobertura de las vacunas ha caído hasta valores que rondan sólo 40%.”
El especialista no niega que cualquier vacuna puede desatar alguna reacción en quien la recibe, como dolor en el lugar de la inyección, fiebre, dolor de cabeza, muscular y articular, cansancio...
“Con todo, el beneficio social que trae cualquier vacuna es mucho mayor que esos inconvenientes pasajeros. Por lo pronto, el gobierno federal ya anunció que del 26 de abril al 3 de mayo se llevará a cabo la Semana Nacional de Vacunación, en la que se aplicará a la población 14 vacunas, entre ellas contra el sarampión, claro, pero también contra la poliomielitis, la tuberculosis, el tétanos, la rubeola y diversos tipos de neumonías”, finaliza Víctor Gómez Bocanegra.