De Holden Caulfield a Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti o Charles Simic, de Virginia Woolf a Augusto Monterroso, Saul Steinberg, José Emilio Pacheco, Alan Glass, Perla Krauze, Alba Rojo Cama y Rafael López Castro, y muchos otros escritores, pintores, artistas y creadores que han sido observados, leídos o escuchados por la escritora Bárbara Jacobs, y de los que ha escrito a lo largo de varios años son ahora reunidos en "De la mano a la luz", un libro publicado por Era Ediciones que es descrito como un paseo e incluso como un cajón de sastre.
Estos ensayos breves que lo mismo hablan sobre las cartas con las que Jaime Sabines enamoró a Josefa Rodríguez, o sobre la difícil vida de Alcira Soust Scaffo o la de Juan Carlos Onetti, también hablan de un poema de Ruth Whitman que la autora encontró en un ejemplar de Walden y que remite a pasajes que se relacionan con otro libro de Grace Paley, pero también habla de lo que significan las corrientes subterráneas de la poesía. Son textos que dan cuenta de la capacidad de observación de Jacobs, quien reconoce que éstos son pequeños ensayos, pero muy certeros sobre lo que le motiva, lo que vio o le dejó un autor, una obra literaria o visual.
“Llevo diario desde hace 800 años —ríe— y estoy muy acostumbrada a estar escribiendo, pero cuando tengo una idea, así como para desarrollarla, pues tengo otros cuadernos. Pero en un principio las apunto como ideas y de repente digo: ‘Esta, voy a tomar esta’ y la desarrollo, pero surgieron primero de apuntes, una pequeña frase, la cita de un autor a partir de una obra”, afirma Jacobs, la autora de Días de tu vida y Rumbo al exilio final, quien agrega que ella no decide contar sobre tal idea, cita o autor. “Casi que se impone. Yo no lo decido. Se impone. Así ha sido. Y yo creo que por eso tengo demasiados libros”.
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De la mano a la luz, asegura Bárbara Jacobs, es una recopilación pequeña de entre una gran cantidad de ensayos que ha escrito desde hace casi 60 años. “Yo empecé muy joven, tenía yo 23 años creo y la verdad al poco tiempo algo sensacional me pasó. ¡Qué miedo!, pero años después de publicar ese cuento en el suplemento del periódico Novedades entré al taller de Augusto Monterroso en la UNAM. Y entonces el primer día que fui ya el grupo estaba formado, y cuando terminamos, en el estacionamiento ahí estaba Monterroso y que me dice así de buenas a primeras: ‘Yo la he leído a usted, leí su cuento’”, recuerda orgullosa.
Dice que ese fue un gran aliento no sólo porque fue su primer texto publicado y la lectura venía de Augusto Monterroso, que pasado un tiempo se convirtió en su esposo, sino además porque era una osadía para ella escribir y publicar.
“Por mi propia timidez y mi propia personalidad comencé a leer muy chiquilla. Siempre prefería estar oculta, sola. Entonces cuando empecé a escribir y de repente a los 22 o 23 años que me salió algo que escribí y dije: ‘Esto sí vale la pena’, pensé entonces dónde publicarlo. No conocía yo a nadie del medio, pero a nadie y dije: ‘En el Excélsior no porque es el que lee mi abuelo’. Yo ni siquiera sabía que se llamaba cuento, ¿me entiendes? pero me atreví a publicarlo en el Novedades, en el suplemento, yo sabía que era buen periódico, pero no lo leía nadie en mi casa”, afirma la escritora.
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La narradora y ensayista cuenta que su papá era un gran lector y su abuela, la mamá de su padre, también era una gran lectora. Dice que de ahí lo heredó “por suerte, porque yo quería hacer varias cosas en la vida, pero me di cuenta de que solo podía hacer una y por suerte fue dedicarme a la literatura”.
Sonríe cuando indica que en la escritura tiene varias personalidades. “Soy esquizofrénica”, pero asegura que en la vida social no lo es tanto, “soy sonriente y si le caigo bien a la gente, pero no hablo mucho. Observo, escucho, tomo nota. Soy observadora y escuchadora”. Con los años ha ido perdiendo un poco la timidez, pero dice que es más extrovertida, “prefiero mantenerme entre libros, siempre”.
Bárbara Jacobs asegura que escribe bastante, que lleva diarios desde los 22 años, que tiene una barbaridad de cuadernos, porque todo lo que escribe lo hace a mano, ya luego pasa a la computadora y luego entra a un arduo proceso de correcciones y ajustes.
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“Cuando quiero escribir algo, a veces a medianoche me levanto, me siento escribir a la hora que sea, donde pueda. Todo lo escribo a la mano. Ahora tengo en borrador otra novela corta, sé que cuando me quiera sentar ese va a ser mi proyecto, pasarlo a máquina, corregirlo 80 veces, entrar en el proceso”, asegura la escritora que se reconoce una autora súper estricta con su escritura, “tengo muchísimo cuidado”.
Este libro lo demuestra, son textos de muchas fechas y publicados en muchísimos lugares “hasta que decidí hacer esta selección”, afirma y agrega que “falta mucho de esa novela, apenas es un borrador”, pero tiene mucho deseo de terminarla.