Arqueólogos y vecinos de Texcoco, Estado de México, denuncian posibles afectaciones a los restos de uno de los jardines que el poeta y gobernador Nezahualcóyotl mandó a construir en el siglo XV, en el predio que hoy es conocido como Los Ahuehuetes, terreno que en 2006 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) exploró y confirmó como sitio de interés patrimonial.
Actualmente, en una parte de ese terreno existen locales comerciales, por lo que habitantes de la zona han convocado a una manifestación pacífica el domingo 13 de abril a las 10:00 horas para exigir al INAH y a las autoridades municipales transparencia en las labores de salvamento arqueológico y en los planos que demuestren poligonales restringidas para la construcción.
“El problema que se tiene es que ahí se ubicaron los jardines de Nezahualcóyotl, hay evidencias de canales de piedra que sirvieron para regar el área verde, pero ese predio quedó en desuso, actualmente lo conocen como Los Ahuehuetes porque estaba circundado de esos árboles milenarios que poco a poco se secaron por la misma desecación de la zona y también por un desinterés”, expresa en entrevista la arqueóloga Janis Rojas Gaytán.
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En el 2006, en ese predio se inició la construcción de un Walmart, por lo que, al hacer las calas, salieron a la luz vestigios prehispánicos. De acuerdo con el informe técnico de salvamento arqueológico del INAH, en poder de EL UNIVERSAL, “las descripciones de los jardines del Tlatoani Nezahualcóyotl dejadas en las crónicas coinciden con la ubicación” del terreno.
También se menciona la identificación de un “complejo sistema hidráulico” constituido por un cuerpo de agua de, aproximadamente, 160 metros limitado por un acueducto, muros de mampostería y una sección de canales. El agua, que alcanzó el metro de profundidad, se adaptó a un sistema hidráulico (durante la época azteca) “en beneficio de la capital” y se construyó, a la par, un área de esparcimiento “de grandes y suntuosos jardines” que Tomás de Torquemada describió como “un ancho y espacioso foso de agua”.
Sobre los restos del acueducto, los arqueólogos detectaron tres etapas constructivas, pero “por falta de tiempo” y “unidades habitacionales que cubren el terreno” no identificaron las fuentes de abastecimiento, sin embargo, “por restos de una noria” infirieron la existencia de manantiales.
“Aunado a estos datos, el hallazgo de un esqueleto de un infante en las cercanías del pozo de agua sureste, nos confirma no sólo la existencia del nacimiento de agua, sino también un culto religioso asociado a ese vital líquido o a su deidad tutelar: Tláloc, dios del agua. Además, nos hace pensar en la posibilidad de más ofrendas alrededor de los nacimientos de agua y que por falta de tiempo no fueron explorados”, se lee en el informe.
Otros hallazgos que reporta el documento son: estructuras y basamentos de adobe, restos de cerámica y fragmentos de obsidiana. En aquel momento, el INAH dictaminó que: “dentro de ese predio no debe permitirse la construcción de ninguna infraestructura moderna”. Por ello, la obra se canceló.
No obstante, narra Ernesto Sánchez, promotor cultural de Texcoco, los dueños del predio recurrieron al Consejo Nacional de Arqueología, organismo que resolvió a favor de la construcción, pero con restricciones en las poligonales con vestigios identificados.
El conflicto se estancó diez años y en 2017, las autoridades municipales construyeron una calle sobre el predio. Arqueólogos y vecinos se manifestaron y lograron la creación del Parque Acueducto del Rey con la promesa de que el INAH colocaría ventanas arqueológicas para observar los vestigios del jardín de Nezahualcóyotl.
“Sin embargo, no hay ventanas arqueológicas porque fue una promesa hecha al aire y en 2024 empezamos a ver la construcción de unos locales comerciales. Estamos haciendo acciones para que estos vestigios puedan ser explorados en su totalidad y realizamos una campaña de firmas para entregarlas al INAH; además realizaremos una caminata-manifestación desde el centro de Texcoco hasta el Parque el domingo 13 de abril”, indica Ernesto Sánchez.
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Al respecto, Rojas Gaytán comenta que el interés es saber si la construcción respetó las áreas autorizadas para construir y qué está pasando con el resto de los vestigios.
“De la exploración que se hizo hay planos de ubicación muy exactos. Eso es lo que estamos pidiendo, el INAH tendría que respondernos y también las autoridades municipales. ¿Se afectaron esos vestigios y qué otra acción en beneficio de la población quedó asentada?”, expresa la arqueóloga.
El INAH informa que “se enviará una inspección por parte del INAH-Estado de México”.