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Ayer no fue un día normal para Claudia Vásquez (Santa María Xadani, Oaxaca, 1983), desde temprano se alistó con su mejor traje típico y esperó con nervios que comenzara la transmisión de la toma de posesión de la presidenta Claudia Sheinbaum. Aunque le habían avisado desde una noche antes, seguía escéptica con que la primera mujer presidenta de México fuera a recibir la banda presidencial usando uno de sus vestidos. Hasta que a eso de las 11 de la mañana lo vio con sus propios ojos:
“No logro creérmelo, estoy en shock todavía. Hasta lloré, en ese momento salió todo lo que traía guardado de emociones”, cuenta Vásquez por llamada telefónica, desde Ánimas Trujano, Oaxaca.
Llegar a este punto de su carrera no ha sido fácil, reconoce Claudia, quien comenzó a bordar desde niña y se ha enfrentado a obstáculos como ser rechazada por Original, programa de la Secretaría de Cultura que apoya a artesanos.
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La artesana explica que desde hace un año había entrado en contacto con el equipo de Claudia Sheinbaum, cuando compraron ropa de su marca Lari guie’. De ahí no hubo más contacto, sino hasta unas semanas después de la victoria de la morenista en las elecciones presidenciales. Ahí, el equipo de la presidenta le pidió a Vásquez una propuesta de vestido, para la que tenía el plazo de una semana para entregarlo. Para su suerte, es uno de los proyectos que más rápido ha trabajado Vásquez.
Todo fluyó en esta ocasión: “Me tardé cuatro días haciendo el vestido. Es una falda con efecto espejo, lo que se ve en el talle delantero, también se ve en el talle trasero. Empecé a bordar y la primera mitad siempre es más tardada. Lo hice en tiempo récord”.
Vásquez explica que eligió ese diseño para la Presidenta porque quería su “esencia como artesana por medio del bordado”.
Esos cuatro días de trabajo han tenido un gran efecto tras años de trabajo, pues la artesana ha recibido múltiples llamadas telefónicas de amigos, familiares y medios de comunicación, así como visitas inesperadas en su taller y una avalancha de mensajes en sus redes sociales haciendo pedidos.
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Un camino difícil
“Como toda artesana, el camino es muy difícil”, afirma Claudia Vásquez. La diseñadora es la mayor de seis hermanos.
Explica que su madre, Carmelita Aquino López, también borda, dice que en su casa así como nacen hablando su lengua materna, también nacen sabiendo bordar, “el bastidor es como cualquier otro mueble en una casa zapoteca. Siempre está puesto o con un huipil o un lienzo para un traje regional”.
A los 12 años, a escondidas, se metió a una clase de corte y confección en el Palacio municipal. Cuando su madre se enteró, comenzó a ahorrar para comprarle su primera máquina de coser. Años después creó su marca: Lari guie’. Pero este camino profesional no ha estado libre de obstáculos:
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“Qué crees que nunca me han invitado a Original. Fui a meter mis documentos una vez, metí solicitudes, pero nunca pude tener respuesta, entonces me rendí. Sin embargo, este es el segundo año que una amiguita me invitó al de los pueblos indígenas en la Ciudad, que apenas se hizo”, cuenta.
Aunque también por poco y no participa en ese evento, pues dice que por la calidad de su bordado, los organizadores del Gobierno de la Ciudad de México de repente dudaron que fuera un trabajo a mano. Para lograr participar en el evento, dice, tuvo que formarse una noche antes y fue atendida a las 6 de la tarde. Pero todo ha valido la pena. “Es un orgullo que la primera mujer presidenta vista una pieza bordada por una oaxaqueña, una istmeña y una xadañena. De verdad es como hablar por todas las artesanas que no nos conoce la gente, que sólo bajamos unas dos o tres veces a la ciudad capital de Oaxaca o a la Ciudad de México para poder vender nuestros textiles. Es una responsabilidad que hoy me estoy dando cuenta que debo cuidar, pues no sólo es sobre Claudia Vásquez Aquino, sino Oaxaca. Estoy orgullosa de representarlas, muy satisfecha”.