vuelve a la novela con "" (Planeta), una obra atípica en la literatura de la narradora y columnista de por su propuesta que linda los límites entre realidad y ficción de viaje en el tiempo, pero con los temas que le interesan: el cuerpo, la creación y la libertad; y más aún, con la certeza de querer hacer una literatura de exploración, arriesgada y retadora, porque su protagonista, Lavinia Melín, viaja al pasado para conocer y entrevistar a tres escritoras que admira: Carson McCullers, Katherine Anne Porter y Eudora Welly, y en ese viaje indaga en el laboratorio literario de cada autora, de su protagonista y de ella misma, pues en todo momento se plantea ¿qué es la ficción?, ¿cómo se crea la ficción? y ¿cómo se hace literatura cuándo las autoras están secas de historias y cómo se sale de esos atascos literarios?

En 2015 tuvo la fortuna de pasar una temporada en la residencia artística a la que acudieron estas tres escritoras estadounidenses y otros tantos autores que a ella la han formado y le gustan; pasados los años esa casona que también recibió a Patricia Highsmith, Flannery O'Connor y Truman Capote, le dieron el contexto para “La ausencia” y al poco tiempo encontró otros enigmas, como la desaparición de una joven escritora llamada Beth, y con ellas cuatro comienza a indagar sobre su relación con el cuerpo.

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¿Te confrontó exponer el laboratorio de tu escritura?

No lo había hecho antes, acaso tengo un cuento sobre una escritora que va a un hotel para perseguir historias. Un poco burlándome de que en realidad uno no puede ir a cazar, no puede decir, “Voy por una historia”, “voy de cacería”. No ocurre así, se te atraviesan con tus preocupaciones y lo que está pasando, algo hace click, la palabra mágico no aplica, no es que sea sobrenatural, pero hay un momento donde algo bulle y te das cuenta que ahí está el germen de una historia.

¿Un viaje a ver dónde están y la sequía de historias?

Me produce una enorme curiosidad saber ¿de dónde vienen y cómo ellas llegan a esas historias? Es una arista, como la piedra del pedernal, es el chispazo que ni siquiera está muy claro hasta que ese chispazo se junta con una cierta reflexión y empieza a fraguarse el volcán, se empieza a solidificar algo. Esa lava que surgió caótica empieza a tener sentido y a tener estructura.

¿Es una novela atípica?

La siento atípica en mi proceder y por lo tanto muy gozosa. Venía yo de Últimos días de mis padres, tan testimonial, tan personal, tan cargada de sinceridad y necesitaba este peso del artificio, porque la novela es artificio. Este juego entre ficción y realidad, este careo, este juego de “venciditas con la realidad” yo me estoy preguntando a estas alturas de mi vida, ya cumplí 70, ¿qué es la escritura?, ¿de dónde sale?, ¿cómo negociaban? y ¿cómo es la búsqueda del espacio literario, de los temas?

¿Por eso Lavinia Melín regresa en el tiempo viaja en el tiempo para hablar con escritoras?

Ella busca la charla con las escritoras para saber de ellas ¿cómo le hicierste?, ¿cómo juegas?, ¿cómo negocias?, ¿cómo defiendes tu espacio para la escritura? Porque ahí puedes jugar y puede ser oscuro y puedes explorar los temas que te inquietan. El tema literario siempre está donde hay algo que perturba, algo que se sale del orden; para cada quien es diferente, pero es la piedra en el agua, es lo que Lavinia Melín necesitó, ir con estas escritoras y ver esa perturbación qué puede empezar a provocar una historia.

¿Son escritoras que admiras?

Está mi deseo de querer hablar con ellas porque las admiro, porque además ellas no tuvieron que pelear por un coto de visibilidad, la tradición en Estados Unidos es publicar en una revista y si te publicaban empezabas a ser una escritora y a tener tu espacio. Hice personajes basados en biografías, fotos y jugar con quienes fueron esas escritoras que ahora son personajes de mi novela.

¿Te interesaba indagar en los enigmas de la escritura hecha por mujeres?

Siendo mujeres creo que nos importa el cuerpo de una manera, no quiero generalizar ni esquematizar, pero bueno, es otra forma de entenderlo y así las abordo, cada una imagino su personalidad, Es como en “Yo, la peor” de Sor Juana, o sea, las escenas no existen, las tengo que inventar, pero respeto los datos de su vida y lo que yo necesité hacer para que con ese dato de coincidencia pasara algo. Creo que la realidad nunca está divorciada de la circunstancia en la que vivimos, del aparato ficticio porque es una manera de entender la realidad, de mirarse o de mirar.

¿Te aterra quedarte sin ideas que te muevan?

Ese es mi terror. Mi terror ahora sí, Mónica Lavín sobre Lavinia Melín es que un día yo no tenga una historia que me apasione. Sobretodo es eso, es más bien que te apasiones. Porque historias… la realidad mexicana ofrece acicates fascinantes y dolorosos y claro que se puede hacer material literario con toda la realidad cotidiana y la realidad contemporánea de este país, pero la literatura, el tema, tiene que tocar al autor, tema y autor, como decía Cortázar, eso me gusta, el tema significativo.

¿Ir más allá de la realidad?

Vivimos tanto lo trágico, lo terrible y obvio como las desaparecidas, las madres buscadoras, los feminicidios. Vivimos tanto eso que eso ya no puede ser el tema literario, no para mí. Y claro, es un tema que te atraviesa y de alguna manera provoca también mi preocupación con qué pasa con alguien que desaparece.

¿Esta mujer está seca de ideas, pero está deseosa de libertad?

Y no son nada convencionales. Bueno, un escritor nunca es convencional porque hay una rebeldía de antemano, un algo que te provoca, que te instiga y además quieres proponer una manera y una altura estética. No nada más es escribir historias. No, es la búsqueda de la palabra, la indagación quizás de lo que nos aqueja más profundamente.

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