Para cuatro críticos, el (FIC) —cuyo evento inaugural de su edición 52, la Guelaguetza, en manos del estado invitado de este año, será mañana— ha venido a menos desde el inicio de la 4T. Entre el desinterés por la meritocracia cultural, la ignorancia, ciertas líneas políticas y la falta de presupuesto han quedado atrás los años en que se presentaron, enlistadas en desorden, figuras de la talla de Philip Glass, Claudio Arrau, Alicia de Larrocha, Orquesta Sinfónica de Chicago, Michael Nyman, Pina Bausch, Martha Argerich, la Filarmónica de Viena, el ensamble Le Tendre Amour y hasta Los Tigres del Norte.

De tener un Festival que fue punta de lanza en Hispanoamérica, afirma el crítico de música y pianista Lázaro Azar —quien asistió ininterrumpidamente al FIC desde 1989 hasta 2018, salvo 1994; así como a dos ediciones en la pasada gestión— hoy en día se ha descuidado la calidad de su programación “de una manera bárbara”; se cedió tanto en lo local como en la programación.

La merma en la calidad podría atribuirse a varios factores. Una comparación entre los presupuestos desde que inició la 4T y los de las ediciones del festejo por sus 30 y 40 años sirve como parámetro. Si en 2002, para festejar sus tres primeras décadas de vida tuvo un presupuesto de casi 55 millones de pesos (31 de estos, provenientes de la federación) y 2 mil 700 artistas invitados, 22 años después, para este 2024 su presupuesto es de alrededor de 45 millones de pesos y más de 3 mil artistas participantes. Vale la pena recalcar que esto representa un recorte, puesto que el año pasado su presupuesto alcanzó los 65 millones de pesos.

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A cargo de Wynton Marsalis, Jazz at Lincoln Center Orchestra se presentó en la Alhóndiga de Granaditas para la edición 50. Archivo El Universal
A cargo de Wynton Marsalis, Jazz at Lincoln Center Orchestra se presentó en la Alhóndiga de Granaditas para la edición 50. Archivo El Universal

En 2019, para el primer año de la pasada administración, el presupuesto fue de 84 millones 127 mil 508 pesos, lo cual baja (sin que entonces hubieran políticas de austeridad o pandemia) si se compara con los 105 millones de pesos de los que se dispuso en 2018.

Los números siguen siendo dramáticos tras una revisión al presupuesto de 2012, en el marco del 40 aniversario del FIC: 102 millones 716 mil 15 pesos. Cifra superior al presupuesto de 2019 y que, por si fuera poco, también era bajo al compararse con otros años. En 2011, por ejemplo, fueron casi 128 millones de pesos en el presupuesto. Año con año, la fluctuación entre asistentes y artistas participantes es irregular y relativamente cercana.

También pueden mencionarse los números extraordinarios de dos años: el de la pandemia y el del 50 aniversario. En 2020 se ejercieron 9 millones 966 mil pesos, mientras que, en 2022, en sus 50 ediciones, la aportación federal fue de 148 millones (en total, se dispuso de 339 millones con otras aportaciones).

Christa Cowrie, fotógrafa del festival en varias ediciones y una de sus caras más reconocibles, lamenta las afectaciones que deja la falta de presupuesto en la cultura: “Los recortes han sido brutales”.

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Azar retoma la palabra y lamenta que, de traer a las cumbres del arte mundial, acabaron presentando a artistas que pueden verse con facilidad en la Ciudad de México.

“Esto se debe a la unión de la ignorancia de quien programa y la austeridad”.

El reto mayúsculo es recuperar la calidad de la programación y la nostalgia por los años en los que al frente del FIC estuvieron Lidia Camacho, Ramiro Osorio, Sergio Vela y Jorge Volpi, se deja ver: “El último año que estuvo Sergio Vela fue el desborde porque estuvo el rumor de que España tomaría el Cervantino y el ánimo de la gente se desbordó volviendo las calles una cosa dantesca. El concierto de Los Tigres del Norte fue una locura”.

Hoy, en otras palabras, la sobreexplotación del talento local ha llevado al festival a esta crisis señalada. Fernando de Ita, decano del periodismo cultural en México, referente en las artes escénicas, reconocido por cubrir el festival de forma ininterrumpida en 40 ediciones, coincide con Azar: la cuestión con el Cervantino es que durante mucho tiempo fue el festival de arte más importante de Hispanoamérica. “La meritocracia artística que lograron, todavía sus exdirectores recientes está muy desprestigiada, Volpi tuvo interés en que se alcanzara cierto impacto en la prensa extranjera”.

Para De Ita, hasta 2018 el festival todavía se centraba en la meritocracia artística, mientras que ahora está enfocado en lo “populachero”, en las culturas originales. Señala que Mariana Aymerich, actual directora del FIC, tuvo que lidiar con un menor presupuesto y el desinterés hacia el mérito artístico.

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El público disfrutó del FIC 2023, que tuvo un presupuesto de 65 millones de pesos. Archivo El Universal
El público disfrutó del FIC 2023, que tuvo un presupuesto de 65 millones de pesos. Archivo El Universal

“Se fue convirtiendo en un festival rascuache. Su identidad ya no está y ahora es un festival más. Si quieres seguir un pensamiento de que la cultura elitista no debe propiciarse, produces este tipo de festivales de rancho”, abunda y cuenta que Pablo Espinosa, musicólogo y veterano del periodismo cultural se dio a la tarea de analizar el programa de este año y sólo tres eventos tienen peso internacional.

Otra figura de peso en el periodismo de artes escénicas, Rosario Manzanos, quien participa en el libro conmemorativo de los 50 años del FIC, subraya, con entusiasmo, la presencia de Los Ballets de Monte-Carlo.

“Generalmente se piensa en el arte como sujeto de ornato. Cuando piensas que la cultura es un adorno, dejas de invertir en lo fundamental, que es la posibilidad de ofrecer una calidad extrema en algo que está evidentemente hecho con una precisión y eficacia tales que convierten a ese pintor, ese bailarín y ese cantante y hacen que peguen en las entrañas, que tu vida no sea igual. Yo llegué a ver eso en el Cervantino”.

A pesar de que, cuenta, ella participó en el libro conmemorativo, no fue invitada por la directora al FIC. Los tres especialistas entrevistados denuncian también la poca tolerancia a la crítica en la reciente gestión y el veto a su trabajo.

“Me interesa, desde el periodismo especializado, ver un festival extraordinario, no lo que podría ver en cualquier sitio”, dice Manzanos.

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