
Las corolas de seis rosas son el lecho sobre el que se presenta la primera jeringa de testosterona que se inyectó Enoch Palacios. La bandera del Orgullo en escala de grises sirve, paralelamente, como lecho de los pétalos, su tono ensangrentado, en una imagen que contrasta. 11-08-2016 es el nombre del cuadro y el día en el cual Palacios aplicó esta primera toma; un óleo sobre tela de 40 x 40 centímetros que conforma la serie donde registrará su transición, y una de las obras de Praxis Transmasculina II, muestra que se exhibe en el Centro Cultural Xavier Villaurrutia de la Glorieta de Insurgentes. En el ejercicio de los 14 artistas de la muestra cobra voz la transmasculinidad no binaria: Alexis Soy Alexis, Yolotzin Arias, Dimas Damon, Nathan G Ambriz, Cata González, Bruno Nieto, M Sin Título, Sin Nombre, Enoch Palacios, Queso Rayones, RIO, Tizha Shi, Karim Salinas y Karl Frías García, quien además es curador de la muestra.
Se trata, como su nombre lo indica, de la segunda edición de Praxis Transmasculina. En octubre del año pasado se presentó en la galería Salón Silicón. Surgió, explica Frías, “del deseo y las ganas de generar un diálogo, de construir una memoria visual y plástica de la práctica en sí, desde la mirada transmasculina. Surgió un poco de la amistad y del cuestionamiento”.
¿Desde dónde viene la transmasculinidad?, ¿cómo se vive?, se pregunta y señala que este esfuerzo reúne hombres trans, transmasculinidades y personas no binarias: “Necesitamos tener esta representación (...) Hay cierta invisibilización de nuestras experiencias y nuestras vivencias”, dice, haciendo hincapié en el deseo de darle vuelta a un discurso en el que sólo quedan en una especie de olvido y poco conocimiento. Una mirada necesaria desde sus propias experiencias y la forma en la que lo atraviesa el circuito del arte contemporáneo.
Lee también ¿Qué ver?: “Gloria Gaynor: I will survive”, biopic de un ícono de la comunidad LGBT+
Muchas de las 23 obras que integran la muestra exploran la transición: “Es como un diálogo y, al final, todas las transiciones son procesos particulares. Me atrevería a decir, que todos, todas, todes les artistas que están participando hablan desde su proceso. Todos son atravesados de alguna u otra forma por una transición, y no estoy hablando formalmente de una transición médica. Todos los procesos de transición son distintos, diversos. El guiño acá es que todos somos personas transmasculinas y nos conjuga la práctica artística. Un hilo conductor entre todas las experiencias es el proceso de cambio, el proceso de transmutar, el proceso de asumirnos y llamarnos desde otro lado, desde esta construcción en la que fuimos asignados mujer al nacer, pero deconstruimos esa misma parte. Entonces, es la representación. Creo que hay poca memoria visual y plástica de personas transmasculinas”.
Una muestra de este diálogo es Trenzafuego llora rayos, grabado xilográfico de Queso Rayones que forma parte de una serie de gran formato en la que trabaja actualmente. “Yo soy una persona transmasculina sin género. Tengo mis propias definiciones dentro de las categorías de personas trans y me nombro como una transmachorro / transamachorro. Es importante mencionar esto porque tiene que ver con toda la obra. Otra cosa que trabajo y propongo desde mi obra es hablar de una ciencia ficción con perspectiva trans. Una ciencia ficción que tenga que ver más con los imaginarios de cómo desmontar el sistema régimen sexogénero”. Queso piensa en lo que sucedería cuando el terreno de la imaginación deje de tener las imposiciones de la heteronorma, y a partir de allí imaginar otros futuros y aventurarse en nuevos puntos de partida: “¿Qué pasaría si empezamos a imaginar desde una perspectiva más desobediente del régimen sexogénero?”
En específico, destaca, como referente de su pieza, los aprendizajes anticapitalistas adquiridos a través del zapatismo. Identidades que, sólo al embozar su rostro, pudieron ser vistas y escuchadas. “Es una analogía que hago entre las transmasculinidades”, dice y señala su propia experiencia: “Todas las cosas y las capas que me pongo para que me vean, para que me tomen en cuenta. Lo que quise representar es como si tuviera yo un pasamontañas hecho de serpiente, compuesto de trenza y fuego al mismo tiempo”, explica sobre una obra que también bebe de la cosmogonía olmeca.
La congregación de distintos ángulos, ópticas que van de la experiencia íntima a lo político; del underground y la fuerza contracultural a formatos más tradicionales y el pop art; de piezas que subliman el desgarramiento emocional al autorretrato sobrio pueden verse en Praxis Transmasculina II. Ejemplos de ello son obras como Génesis de un volcán, génesis de sus hombros (antología de muertes), de Sin Nombre / Lava / Maku / Kiske / Dulce / Moody / Monte, que oscila entre lo abstracto y lo figurativo, y parece esconder un puñado de relatos en sus líneas. La inocencia de Bruno Nieto es otro ejemplo: en Iraaaa cómo llora el monstruo más kuirlero, impresión sobre pellón, aerosol, óleo, tinta india y plumones en gel; obra en la que ciertos referentes de la cultura popular, la ficción y el arte callejero son tocados por lo queer y una mirada irónica.
La expresión de las obras no elude lo político y, más bien, subyace una montaña sociocultural en sus discursos y conceptos. Queso, que además es activista y reconoce que muchas trincheras de lucha están entrelazadas, lamenta que en la Ciudad de México sólo exista una Unidad de Salud Integral para Personas Trans (USIPT). En materia de políticas públicas puede escribirse una larga lista de trabajos pendientes. Palacios toma la palabra y menciona la necesidad de tener ginecólogos sensibilizados, que comprendan lo que significa e implica ser una persona transmasculina.
Lee también VIDEO Iluminan Monumento a la Revolución con colores de la bandera LGBT+; llaman a respetar la diversidad
Cuenta que, desde la vivencia trans, lo central proviene de una cuestión sistémica: “No nos toman en serio como los hombres que somos. A veces nos infantilizan y a veces ni siquiera existimos en los discursos de las personas trans”. Recuerda todo lo que implicó su transición, informándose con lo poco que había en Internet hace 15 años, ahorrando durante un largo periodo para su mastectomía. Cómo, por último, en un proceso en el que la distancia tuvo que marcarse con sus seres queridos debido a la incomprensión, hoy hay entendimiento y empatía. Una transición, dice, marca un círculo de personas que hay alrededor. Moviliza y cambia, a su vez, a quienes no están dispuestos a comprender la diversidad. Frente a ellos hay un gran número de barreras, como una sociedad que por sí misma es principalmente binaria y heterosexual o los grupos transfóbicos. Tampoco se ha hecho ficción que esté a la altura y pueda ser representativa: “Sin duda, quien tiene el poder de hacerlo permanente, de traspasar eso y que se quede en el nicho son los medios de comunicación. ¿Por qué ahora no hay ninguna Wendy Guevara que nos represente?”, cuestiona, en referencia a la popularidad que tiene.
“¿Dónde están las representaciones de los hombres trans? Es ahí donde nos toca a nosotros. Por eso estamos accionando este tipo de espacios desde la plástica, desde el dibujo, desde el arte. Estamos contando nuestras propias historias”, continúa Palacios. Las reflexiones sobre la mesa abrirían un camino, concluye, para validar su existencia.