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Esta semana se conmemora el 487 aniversario del acontecimiento guadalupano. Según cifras oficiales, en los días cercanos al 12 de diciembre 6 millones de peregrinos visitan a la Guadalupana y en todo el año suman alrededor de 20 millones, convirtiendo a la Basílica de Guadalupe en el centro religioso más visitado del mundo.
El potencial de turismo religioso de la Ciudad de México es enorme y está siendo muy mal aprovechado, debido a los malos servicios y a la inseguridad. La presencia de peregrinos y turistas en La Villa de Guadalupe supera por mucho al número de visitantes de Lourdes y Fátima, así como de la Basílica de San Pedro y la Meca. Normalmente en todo el mundo, los sitos de vocación turístico-religiosa se convierten, a su vez, en una derrama económica importante para las ciudades que las albergan.
El potencial económico que representa La Villa desde el punto de vista turístico religioso es mil veces mayor que el de otros centros religiosos en el mundo; sin embargo, no se aprovecha. Por el contrario, cada día se puede constatar en sus alrededores el estado de abandono, inseguridad, insalubridad y ambulantaje sin control.
Los peregrinos y visitantes se enfrentan a todo tipo de obstáculos, como la carencia de baños y sitios de descanso, de casas del peregrino, de atención médica, asaltos y muchos problemas más.
Esta condición, además, afecta mucho a los vecinos de la zona, quienes consideran a las peregrinaciones como algo que altera y daña su calidad de vida y, por lo mismo, en lugar de aprovechar lo que esto significaría para ellos en beneficios de distintos tipos, los enfrenta y aleja de la posibilidad de dedicarse a actividades relacionadas con el turismo.
El acontecimiento guadalupano no se pude entender sin la figura de Juan Diego. Su nombre indígena era Cuauhtlatoatzín (águila que habla) y fue bautizado en 1524 por fray Toribio de Benavente con el nombre de Juan Diego. Todos los sábados, antes del amanecer, Juan Diego caminaba desde su casa en Cuautitlán hasta Tlaltelolco para recibir la instrucción del catecismo por parte de los frailes franciscanos.
Juan Diego atravesaba por la corniza de la que hoy conocemos como Sierra de Guadalupe, pasando por varios cerros hasta llegar al Tepeyac, normalmente con la salida del sol. En ese punto, Juan Diego podía apreciar la imponente vista del Lago de Texcoco y de la gran Tenochtitlán.
De acuerdo con distintos relatos de la época y la referencia del Nican Mopohua, el sábado 9 de diciembre de 1531, al pasar por el Tepeyac, escuchó una voz de mujer que venía de la parte alta del cerro que lo llamaba “Juanito… Juan Dieguito…”.
Los encuentros entre la Virgen de Guadalupe y Juan Diego ocurrieron entre el 9 y el 12 de diciembre.
Cuando visitamos la Villa y subimos al Cerrito del Tepeyac muy pocos se dan cuenta que pasando el panteón el cerro se corta abruptamente. En realidad, la Sierra de Guadalupe o del Tepeyac, cuando se decreta como Parque Nacional en 1937, tenía continuidad en el paso entre el cerro del Gachupín y el cerro del Tepeyac.
No hemos encontrado registros ni información de la fecha y la razón por la cuál se autorizó la explotación de un banco de materiales para la construcción y posteriormente abrir el tajo para dar paso al Eje 5 Norte Cantera, cortando la pendiente natural entre los dos cerros, violando desde luego el decreto de Parque Nacional y “borrando” el Camino de Juan Diego.
La propuesta que hacemos para la promoción turística de la zona consiste en recuperar el camino de Juan Diego, construyendo en primer lugar un puente, dejando bajo un túnel el eje vial y rehaciendo un amplio espacio que una nuevamente a los dos cerros.
Se requerirán otros puentes y varias obras de infraestructura para recrear el recorrido de Juan Diego. Este trayecto va desde Cuautitlán hasta Tlaltelolco, por lo que puede integrar el turismo del Centro Histórico con la Villa de Guadalupe y el Parque Nacional del Tepeyac.
Este proyecto pude financiarse y representaría un potencial de desarrollo económico para la Ciudad sin precedente. Muchos visitantes y peregrinos desearían realizar este camino tal y como lo hizo Juan Diego hace ya 487 años.
@JL_Luege