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Cada temporada de lluvias y huracanes tenemos la experiencia de costos muy elevados por los desastres causados por estos fenómenos y la lamentable pérdida de vidas.
Casi siempre se repite la misma historia: la falta de planeación en los asentamientos humanos, que por precariedad y por corrupción, se inducen en sitios de alto riesgo.
En muchas áreas federales de ríos y barrancas, en la Zona Federal Marítimo Terrestre (Zofemat), zonas inundables, así como en sitios montañosos con pendientes peligrosas, aparecen de la noche a la mañana viviendas de todo tipo expuestas a muy alto riesgo.
A pesar de que en varios estados de la República se han elaborado los Atlas de Riesgo, la realidad es que cada día aumentan los asentamientos irregulares en zonas catalogadas como de muy alto riesgo.
Desde la creación de la Secretaría del Ordenamiento Urbano y Ecológico (Sedue), en 1982, el tema central ha sido la necesidad de establecer orden en el desarrollo urbano, acorde con el potente crecimiento demográfico que ha tenido el país. En aquel entonces se estableció la necesidad de una planeación con visión de largo plazo, elaborando el Programa de Ordenamiento Ecológico del Territorio (POET, hoy POEGT) que respondía a una necesidad urgente en todo el país.
En 1992, la Sedue se transformó en la Sedesol y en 1994, además, se creó la Semarnap, luego Semarnat.
En este nuevo esquema de planeación se responsabilizó a la Semarnap del POET y a la Sedesol del desarrollo urbano. Esto representó un error histórico de graves consecuencias porque nunca ha habido una buena coordinación entre las dos secretarías, provocando un verdadero caos en el sistema nacional de planeación.
Finalmente, en la administración federal que concluye, se creó la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), misma que sustituyó a la Secretaría de la Reforma Agraria (SRA), con las facultades de elaborar los programas de ordenamiento territorial.
Lamentablemente, esto no ha resuelto la dispersión y la mala coordinación para alcanzar la unidad de criterios en la elaboración de los planes.
Es por ello que después de 36 años, sin poder lograr un ordenamiento eficaz, seguimos insistiendo en la necesidad de concluir esta transformación administrativa, con objeto de lograr un verdadero esquema de ordenamiento del territorio en todo el país.
Aunado a la mala planeación del desarrollo urbano, algunos de los efectos del cambio climático provocarán en un futuro sequías muy serias y, por otra parte, ciclones tropicales de mayor intensidad.
Los ciclones tropicales benefician al país en tanto que se convierten en gigantescos transportadores de agua. Hay regiones del país, como Sonora y la península de Baja California, que si no fuera por los huracanes nunca tendrían recarga de los acuíferos ni agua para la agricultura y demás usos.
Sin embargo, los mayores estragos causados por huracanes se deben a tres razones principalmente: nula planeación de los asentamientos; pérdida de áreas naturales y ecosistemas que funcionan como zonas de amortiguamiento, y a la permisividad y omisión de las autoridades responsables en áreas de riesgo, casi siempre zonas federales de ríos, barrancas y de la Zofemat.
Por lo mismo, una de las acciones más urgentes en cuanto a medidas de mitigación contra el cambio climático consiste en una mayor exigencia para un ordenamiento ecológico del territorio. Para evitar mayores daños por fenómenos naturales y lograr un desarrollo humano sustentable, es fundamental la unidad de criterios en el ordenamiento ecológico del territorio y respetar la vocación natural de los distintos usos del suelo.