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El Metro es un servicio de carácter metropolitano, que no se circunscribe sólo a los límites políticos de una entidad o municipio, sino a las necesidades de viajes de acuerdo al origen-destino de los usuarios en una zona conurbada. Es el caso de la Ciudad de México, donde los servicios públicos de transporte de pasajeros, especialmente el Metro como la columna vertebral de movilidad de la urbe, deberían ser metropolitanos.
Lamentablemente esto no sucede en nuestra Ciudad y lejos de apostar por un transporte público, cuyo eje central sea el Metro, se le ha abandonado, con un presupuesto raquítico, graves limitaciones en su mantenimiento y operación, y sin planes de crecimiento.
Encuestas de años recientes confirman que si se redujeran los tiempos de traslado habría una mayor satisfacción y felicidad para la sociedad. Para cumplir con esta aspiración, el gobierno debería mejorar los sistemas de transporte públicos de la Ciudad.
En el caso de CDMX, con más de 22 millones de viajes-persona-día a nivel metropolitano, este objetivo sólo se puede alcanzar con sistemas de alta capacidad como el Metro. Pretender que con Metrobús y autobuses se resuelva el problema de movilidad es un error, sobre todo con el pésimo servicio de combis y microbuses que es el principal medio de transporte público de pasajeros. Las anteriores administraciones apostaron por la construcción de segundos pisos y autopistas urbanas de cuota, en lugar de atender la demanda de transporte.
Una línea de Metro tiene capacidad de transporte de usuarios diez veces mayor que una autopista urbana. La inversión, por ejemplo, de la Línea 12 y de la Autopista Urbana Poniente fueron del mismo orden y entraron en operación al mismo tiempo. La consecuencia lógica de este breve análisis debería ser que los gobiernos de la capital del país y del Estado de México invirtieran en nuevas líneas de Metro.
Las inversiones en Metro son muy elevadas. Los expertos consideran que el sistema subterráneo tiene un costo aproximado de 50 millones de dólares por kilómetro. Para el caso de trenes ligeros, en vías superficiales confinadas, el costo es de 20 milllones de dólares por kilómetro. La Zona Metropolitana de la Ciudad de México requiere otras diez líneas entre trenes ligeros y Metro. En promedio, si consideramos rutas de 25 km, estaremos hablando de una inversión de mil 250 millones de dólares por línea de Metro subterráneo y de 500 por línea de Tren Ligero superficial. Bien balanceada la inversión sería menor a lo gastado en segundos pisos y autopistas urbanas de cuota.
Para la administración que comienza, propongo dos ejes de acción para fortalecer el servicio del Metro:
1. Convertir el Metro en un organismo público descentralizado y metropolitano, que construya y opere las rutas, según un Plan Maestro de Transporte Metropolitano.
2. Establecer un sistema tarifario que destine de manera más eficiente los subsidios. La tarifa debe reflejar el costo real de operación y los subsidios darse a través de abonos, los cuales lleven incluido el descuento. Por ejemplo: un abono semanal o mensual podría tener 50% de subsidio, lo mismo para estudiantes que trabajadores. De ser así, los sindicatos y empresas podrían dar los abonos como prestación a sus trabajadores. Para cubrir tanto el subsidio como el financiamiento de nuevos proyectos, deberán participar el Gobierno capitalino, el federal y el mexiquense, porque es un servicio de carácter metropolitano.
Con un manejo eficiente de los subsidios y el apoyo financiero de gobiernos e iniciativa privada, el fortalecimiento del Metro es factible, técnica y económicamente.