Una gigantesca vela es impulsada con éxito por los vientos marinos. Sobre la tela blanca se observan pequeñas huellas de manos que construyen remolinos geométricos que contrastan con el inerte azul del cielo. Se trata de una embarcación capitaneada por Tracy Edwards, la famosa regatista británica que creó la primera embarcación con tripulación exclusivamente femenina hace casi cuarenta años. En la actualidad es famosa por su activismo para diversas causas. Desde hace cinco años, su barco toca los puertos de todo el mundo para desarrollar proyectos educativos que integran a niñas y mujeres jóvenes, quienes considera que se han convertido en piedra angular del activismo climático global.
En constantes alianzas, recientemente se reunió con la fundación SeaKeepers, una ONG comprometida con el rescate de los ecosistemas marinos, que a su vez trabaja en el proyecto Seabed 2030, un proyecto global que busca trazar una cartografía completa de los fondos marinos.
El ambicioso proyecto fue establecido en 2017 por la Fundación Nippon y la Carta Batimétrica General del Océano (GEBCO), que se unieron para analizar cómo la cartografía oceánica podría contribuir al Objetivo de Desarrollo Sostenible 14 de la ONU: conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos para el desarrollo sostenible.
Hace ocho años solo se había logrado cartografiar el 6% de los mares con una resolución adecuada. En la actualidad, este proyecto multidisciplinario ya logró más del 27% de los objetivos globales.
Participaciones como la de Edwards son fundamentales, pues su barco tiene instalado un sistema de recopilación de datos que se descarga cuando toca tierra firme. Hasta el momento, su esfuerzo ha acumulado alrededor de 40 mil millas náuticas de datos.
"La colaboración es la base de muchas cosas. Me siento como un pequeño engranaje de recopilación de información que formará parte de investigaciones que tendrán un fuerte impacto en un futuro", ha señalado la activista.
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Ciencia y mapas marinos
El proyecto Seabed 2030 parte de la premisa de que tener un mapa completo de nuestro océano ofrece muchas ventajas, pues conocer la forma del fondo marino es fundamental para comprender la circulación oceánica y alimentar con mayor precisión los modelos climáticos. Esta información también es útil para la gestión de recursos marinos, el tendido de cables y tuberías, y la predicción de tsunamis.
Estos datos también ayudan a entender mejor el transporte de sedimentos y nuevos pormenores del cambio climático. Entre otras cosas, el océano genera el 50 % del oxígeno que necesitamos, absorbe 25 % de las emisiones de dióxido de carbono y captura 90 % del exceso de calor.
Además de recopilar los datos existentes, Seabed 2030 también identifica datos que no se encuentran actualmente en bases de datos públicas y busca ponerlos a disposición de manera gratuita, además de identificar zonas en el espectro global de las que aún no se ha rastreado información y que sirvan de base para futuras expediciones.
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La cartografía marina alberga un concepto muy importante: batimetría, que es la ciencia y técnica de medir la profundidad de los cuerpos de agua para crear mapas topográficos de sus fondos. Los buques que navegan entre zonas operativas ofrecen una oportunidad única para cartografiar partes no cartografiadas del fondo oceánico al recopilar y compartir datos batimétricos durante estos tránsitos.
Las tecnologías para cartografiar los fondos marinos incluyen el sonar (monohaz, multihaz y de barrido lateral), el LiDAR aerotransportado para aguas poco profundas y la teledetección satelital. El sonar es el método más común para medir la profundidad. Se trata de una tecnología acústica, mediante la que se emiten pulsos de sonido que rebotan en el fondo marino. Se calcula la profundidad en el regreso del eco.
Además de los barcos que transportan estas tecnologías para la recopilación de información, también se emplean sistemas vehículos submarinos autónomos (AUV) equipados con sonar, cámaras y magnetómetros.
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El LiDAR (detección y medición de distancia por luz) se usa para explorar el mar mediante pulsos de láser que penetran en el agua para mapear el fondo marino y otras estructuras con alta precisión. A diferencia del sonar, que usa sonido, el LiDAR submarino utiliza láseres verdes o azules para obtener modelos 3D detallados del lecho marino, arrecifes, naufragios y diversas estructuras que subyacen en los fondos marinos.
Por otra parte, la teledetección satelital se basa en el hecho de que la masa del relieve submarino genera pequeñas protuberancias en la superficie del océano. El objetivo es medir estas diminutas variaciones en la altura del mar para inferir la forma del fondo.
Según datos de la NASA, la teledetección de los ecosistemas marinos es particularmente difícil. Los componentes de la columna de agua (disueltos y suspendidos) atenúan la mayor parte de la luz mediante absorción o dispersión. Cuando se trata de recuperar información del fondo del océano, incluso en las aguas más claras, solo menos del 10% de la señal proviene del fondo marino; sin embargo, es un campo de estudio cada vez más especializado para obtener información fundamental.
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Los ecosistemas marinos y costeros tienen roles muy importantes en el almacenamiento de carbono, reciclaje de nutrientes y otros materiales, al igual que sirven de reservorios de biodiversidad. Además, proveen servicios ecosistémicos tales como protección costera y alimento para millones de personas.
De pesca sustentable y otras posibilidades marinas
El mapeo de fondos marinos es fundamental para la pesca sustentable porque permite crear mapas detallados de la topografía y el sustrato submarino, lo que ayuda a entender y gestionar los ecosistemas marinos de forma racional. Esta cartografía facilita la identificación de hábitats, zonas de pesca y áreas que requieren protección, ayudando así a diseñar estrategias de gestión que minimicen el impacto ambiental y optimicen los recursos, en línea con objetivos como el de la Agenda 2030.
Alemania es uno de los países líderes en exploración marina con nuevas tecnologías. Los sensores juegan un papel fundamental en la recopilación de datos para el mapeo submarino. Estos dispositivos pueden medir una variedad de parámetros, incluyendo la profundidad del agua, la temperatura, la salinidad y la composición del fondo marino.
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Los sensores proporcionan datos cruciales que en una tecnología más avanzada pueden combinarse con la visión por computadora para desarrollar la creación de mapas submarinos muy precisos. La Iniciativa de Mapeo del Mar del Norte es uno de los proyectos más destacados en Alemania.
Este proyecto ha permitido no solo mejorar la navegación y la seguridad marítima en la región, sino también contribuir significativamente a la conservación de los ecosistemas marinos, pues el mapeo submarino facilita la identificación de áreas que requieren protección y que a nivel global solo abarcan 6.35 % del océano.
Al conocer con precisión la topografía del fondo marino, los conservacionistas pueden diseñar estrategias más efectivas para proteger los ecosistemas vulnerables y restaurar aquellos que han sido dañados. Por otra parte, este mapeo que también ha sido aplicado en el Proyecto de Investigación en el Mar Báltico, donde se apoya la planificación y el desarrollo de infraestructura marítima, como puertos y plataformas petrolíferas. Al proporcionar datos precisos sobre el fondo marino, se facilita la construcción y el mantenimiento de estas infraestructuras, lo que a su vez mejora la eficiencia y la seguridad de las operaciones marítimas.
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Los océanos y mares conforman poco más del 70% de la superficie planetaria y se estima que los alimentos provenientes de estos ambientes abastecen 17% de la demanda global. En la agricultura y la ganadería es posible aumentar la productividad incorporando insumos externos o modificando las prácticas productivas, pero en el caso de las especies marinas se depende de la productividad natural y de métodos de captura sustentables.
Es así que la pesca sustentable y el mapeo de fondos marinos son complementarios, ya que los mapas detallados del fondo marino permiten a los pescadores identificar y evitar zonas de reproducción, al mismo tiempo que localizan áreas de pesca, aumentando la eficiencia y reduciendo el impacto ambiental. Es así que se busca equilibrar la explotación para que las poblaciones de especies marinas se mantengan, mientras que el mapeo provee los datos geográficos y ecológicos necesarios para lograrlo.
Se calcula que más de 90 millones de kilómetros cuadrados de nuevos datos se han obtenido desde el inicio del programa Seabed 2030. Aunque la meta de cartografiar todo el fondo marino en cinco años parece ambiciosa, el desarrollo de tecnologías cada vez más efectivas y el eco de la ciencia ciudadana podrían ayudar a cumplir la meta.
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