
Hace dos años, María Hernández empezó a despertarse todas las noches sin razón alguna. Al poco rato de irse a la cama, se le iba el sueño y tenía que esperar varios minutos para conciliarlo de nuevo. En ocasiones, desde las cinco de la mañana se quedaba despierta debido a que le resultaba imposible dormir más.
En principio recurrió a la medicina naturista para tratar sus problemas de insomnio, la cual le funcionó durante un tiempo. Sin embargo, decidió acudir con un especialista ya que las manifestaciones no desaparecieron por completo. Fue entonces que se le diagnosticó ansiedad y comenzó a tomar una terapia.
“Todo se desarrolló a partir de una situación en la que tuve que cambiar de entorno y rompí vínculo con amistades cercanas. Además, llevaba una vida sedentaria. Poco a poco, empecé a trabajar una rutina: por las noches leía un libro o escuchaba música. También aprendí a tener una buena higiene del sueño, que contemplaba hacer actividad física ligera y comer determinados alimentos”, cuenta la joven de 27 años.
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Si bien cada vez le sucede menos, el insomnio sigue presente. Cuando tiene sobrecarga de trabajo o preocupación excesiva por un problema, este trastorno se vuelve a detonar, provocando que se despierte hasta tres veces durante la madrugada. Solo cuando puede dormir nueve horas o más, se siente con la pila recargada.
“Cuando duermo menos de ese tiempo, sufro falta de concentración, ando de mal humor, me siento fatigada y tengo pocas ganas de socializar, ya sea en el trabajo o con mi familia. Además de eso, se me marcan las ojeras, se me cae el cabello y suelo descuidar mi alimentación”, narra María Hernández.
Los problemas de ansiedad son los trastornos mentales más comunes en el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se calcula que cuatro por ciento de la población global padece alguna de estas alteraciones, y solo una de cuatro personas que necesita algún tratamiento lo recibe.
Quienes tienen un trastorno de ansiedad suelen experimentar preocupación y miedo de manera excesiva. Estos sentimientos pueden acompañarse de tensión física, así como de otras señales conductuales. Los desórdenes del sueño se encuentran entre los síntomas más comunes de este problema, el cual afecta más a mujeres que a hombres.
Señales de alerta
De acuerdo con especialistas de Mayo Clinic, los sentimientos de ansiedad interfieren con las actividades diarias, son difíciles de controlar y pueden durar largo tiempo. Cuando llegan a un nivel máximo es que se presenta un ataque de pánico, el cual se caracteriza por presentar reacciones físicas graves, como mareos o taquicardia.
Entre los síntomas más comunes que acompañan este desorden se incluyen sensación de nerviosismo o de peligro inminente, respiración acelerada, palpitación, temblores, percepción de cansancio, impedimento para concentrarse, dificultad para controlar la preocupación, irritabilidad y náuseas.
Además de los problemas para dormir, el trastorno de ansiedad puede llevar a la depresión, a sufrir dolores de cabeza, a presentar alteraciones digestivas o respiratorias, conducir al aislamiento social, atener conflictos en la escuela o el trabajo, detonar el consumo de sustancias y, en general, a no disfrutar una buena calidad de vida.
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Si bien no es posible saber con exactitud qué causa este problema, hay una serie de medidas que ayudan a reducir el impacto de los síntomas de la ansiedad, tales como participar en actividades que hagan sentir a la persona bien consigo misma, evitar el consumo de alcohol o de cualquier droga, así como acercarse a un profesional a la brevedad posible.
Una mano extra
El cuidado personal se considera de gran ayuda en el tratamiento de la ansiedad. Para promover el bienestar general se sugiere:
• Aprender técnicas de relajación, como la respiración lenta.
• Llevar una dieta sana y seguir hábitos de sueño regulares.
• Hacer ejercicio a menudo, aunque sea salir a dar un paseo.
• Encontrar una actividad para disfrutar: bailar o hacer senderismo.
• Desarrollar el hábito de la meditación de atención plena.
