Tener unos dientes blancos es el deseo de muchos pacientes que acuden con el dentista. Y es que una sonrisa brillante no solo se relaciona con una salud adecuada, sino también proyecta una mejor imagen. Algunos estudios señalan, incluso, que su buen aspecto otorga más confianza y seguridad a las personas.
No obstante, los dientes van perdiendo claridad debido a factores como el paso del tiempo, los malos hábitos de limpieza o el consumo de algunos alimentos o bebidas. La coloración de estos órganos es proporcionada por la dentina (tejido debajo del esmalte), que tiende a ponerse amarillenta por la edad propia del diente.
“Hay dos tipos de manchas que se presentan: las intrínsecas y las extrínsecas. Las primeras vienen desde adentro del diente, mientras que las segundas aparecen sobre la superficie del mismo, las cuales son consecuencia de la ingesta de ciertos productos. Esta coloración externa sí puede cambiarse con una limpieza o un blanqueamiento”, explica Alejandro Anaya, coordinador de la especialidad de odontología restauradora en la Universidad Tecnológica de México (Unitec).
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Para blanquear los dientes hay tanto tratamientos en consultorio como productos para hacerlo en casa. Sin embargo, las diferencias entre unos y otros son abismales, no solo en cuestión de precio, sino principalmente en lo que refiere a su efectividad.
“Las fórmulas que venden en el mercado sí funcionan, pero hay que ser realistas en cuanto a las expectativas. No se puede esperar obtener un blanco como el que ofrece un producto profesional, debido a que las primeras tienen bajas concentraciones del componente activo para evitar cualquier perjuicio en la salud del paciente”, subraya Alberto Meza, director de la clínica Meza Dental Care.
Entre las alternativas en consultorio destacan la colocación de productos sobre la superficie de los dientes, la utilización de lámparas de luz led para activar las fórmulas de blanqueamiento y el uso de guardas con geles especiales para la aplicación en casa.
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“Se emplean dos tipos de geles para llevar a cabo el blanqueamiento: peróxido de hidrógeno o de carbamida. Por lo general, vienen en concentraciones del 10 al 30 por ciento. A mayor cantidad de ingrediente activo, menor debe ser el tiempo en que éste se expone al diente, o de lo contrario puede causar sensibilidad.
“Las guardas, por otro lado, son protectores para los dientes hechos con plástico. Dentro de éstas se coloca el gel para el blanqueamiento, por lo general de peróxido de hidrógeno y en concentraciones menores, del ocho al 12 por ciento, debido a que el paciente lo utiliza en casa. Regularmente se deben usar de dos a tres horas durante siete días seguidos”, apunta el especialista en restauración dental Alejandro Anaya.
Un blanqueamiento dental no es un tratamiento a la ligera. Para poderse someter a éste, un profesional debe determinar que la salud de la boca se encuentra en buenas condiciones o, de lo contrario, puede correrse el riesgo de sufrir quemaduras en las encías o presentar molestias en los dientes. “El paciente tiene que ser revisado y calificar para el procedimiento. Las encías, por ejemplo, deben estar en la posición adecuada. En los casos donde hay recesión gingival, las personas a veces se quejan de sensibilidad, por lo que quienes tienen las raíces expuestas pueden sufrir un dolor intenso con la aplicación de blanqueamientos.
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“Quienes tienen caries activas o bien restauraciones dentales, como rellenos, coronas o carillas, pueden presentar filtración del blanqueamiento y, por consecuencia, dolor si se encuentran mal ajustadas”, advierte el especialista en odontología estética Alberto Meza. De ahí que el primer paso de este tratamiento sea un chequeo minucioso.
Aparte del examen clínico, es importante hacer una limpieza dental previa al blanqueamiento, ya que los dientes están expuestos a contaminación bacteriana, ya sea de saliva o restos de alimento, lo cual forma una película llamada placa dental, misma que se adhiere a estos órganos dándole un color amarillento. Por ello, no se puede llevar a cabo el tratamiento sin que ésta sea removida. Según los expertos, en ocasiones con este solo paso el diente adquiere un color más claro.
“Si hay restauraciones desajustadas o cuellos de raíz expuestos en los cuales se deba tomar precaución, no se recomienda hacer el blanqueamiento en ese momento, ya que puede haber afectaciones”, subraya el director de la clínica Meza Dental Care.
Una vez que se realiza la valoración y la limpieza dental, los profesionales tienen que proteger las encías, debido a que el producto utilizado es ligeramente irritante para el tejido blanco y la exposición prolongada podría generar alguna quemadura. Existen unos geles especiales que se aplican sobre la encía para evitar daños. También deben colocarse protectores en los labios y unos lentes que bloqueen la luz ultravioleta.
“Posteriormente se aplica un gel de uso profesional, el cual tiene un efecto por sí solo, aunque también se ha comprobado que con el uso de luz ultravioleta se obtiene un mejor resultado. Las fórmulas con mayor concentración deben estar menos tiempo en la boca. Estos geles tienen un límite de tres aplicaciones consecutivas de no más de 15 minutos cada una por sesión.
“Luego del tratamiento, se puede tomar algún analgésico común para evitar la sensibilidad, además de que hay que hidratarse bastante. A los pacientes se les prohíbe durante las 48 horas posteriores el consumo de alimentos y bebidas muy pigmentadas, debido a que los poros pudieran estar ligeramente abiertos”, menciona Alberto Meza.
De acuerdo con especialistas de Dentalia, el té, el café, el chocolate, el vino tinto, el cigarro, el limón, la naranja, el vinagre y los dulces no solo aumentan la aparición de manchas superficiales, sino también elevan las probabilidades de crear sensibilidad a alimentos fríos o calientes. Es por ello que se recomienda limitar su consumo.
“El color estable dura en promedio dos años, según los hábitos de cada paciente. En este sentido, los productos que venden en farmacias y supermercados, como pastas o enjuagues, resultan de gran ayuda para darle mantenimiento a los dientes blancos”, comenta el especialista Alejandro Anaya.
Los odontólogos coinciden en que no es recomendable ni saludable someterse a blanqueamientos dentales en un espacio menor a seis meses entre uno y otro. De igual manera, los adolescentes menores de 16 años no deberían recibir este tipo de tratamiento, ya que se corre el riesgo de que la aplicación de estas fórmulas genere algún problema irreversible como la muerte del nervio del diente. Y es que siempre la salud debe anteponerse a la estética.
En torno al blanqueamiento dental se dicen muchas cosas. Es por ello que Alejandro Anaya, coordinador de la especialidad de odontología restauradora en la Unitec, aclara las dudas más frecuentes.
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Existe un tratamiento llamado blanqueamiento interno, el cual se aplica dentro del diente. Se considera un procedimiento seguro que puede realizarse en una sola pieza sin afectar su estructura. Esta técnica se emplea en casos específicos, por ejemplo, luego de una endodoncia o cuando el diente ha sufrido una coloración importante a causa de un traumatismo (Fuente: Dentalia).
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