Su aleta dorsal es triangular, alta y ligeramente curvada hacia atrás. Es la parte distintiva de las vaquitas marinas, y también constituye su foto-identificación. En el monitoreo científico esa parte de su cuerpo es pieza clave para diferenciar a los individuos. Su color, marcas naturales y cicatrices tienen un peso sui generis con el que se reconoce cada ejemplar.
La vaquita marina, la pequeña marsopa endémica del Golfo de California, ha visto disminuir su población un 98% desde la década de los 90 cuando su población la integraban alrededor de 600 individuos. Es difícil de detectar por su talla pequeña, comportamiento discreto al salir a la superficie a respirar, sus largos tiempos de inmersión y el color del agua de la zona en la que habita.
Cuando la pequeña aleta de una vaquita marina se vislumbra en las aguas oceánicas, es un acto de celebración de la naturaleza sobre las inclemencias creadas por el hombre, como la pesca ilegal de totoaba que la ha puesto al borde de la extinción por un negocio que ha seducido a mafias chinas y mexicanas, pero que también ha reclutado a numerosos pescadores de la zona sumidos en la pobreza.
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El más reciente crucero de observación científica en el hábitat de la vaquita, realizado el mes pasado, detectó 13 especímenes; los 77 expertos que lo integraron lo celebraron como un esfuerzo internacional de México, Canadá y EU. El recuento de los especímenes en el Alto Golfo de California se hizo mediante monitoreo acústico (55 detectores anclados en la zona), observación con binoculares de alto alcance y drones.
Las redes de enmalle han disminuido en su territorio, aunque la batalla aún es larga. Estas redes son un instrumento de pesca que flota a la deriva como una enorme cortina que atrapa a los peces por las branquias y los inmoviliza. Además de las vaquitas, delfines y tortugas marinas, también quedan atrapados y mueren. La temporada de pesca de camarón es otra temporada de riesgo.
La vaquita marina (Phocoena sinus) fue descrita por primera vez en 1958, aunque ya había pistas de su presencia en las aguas de nuestro territorio. Es uno de los cetáceos más pequeños del mundo, único mamífero marino mexicano miembro de la familia Phocoenidae (marsopas verdaderas). La especie endémica de México habita en el norte del Golfo de California. Existen siete tipos de marsopa en todo el mundo. La más pequeña y carismática está viviendo quizás su última oportunidad para no extinguirse.
Presión internacional
México ha recibido cada vez más presiones internacionales para aplicar las prohibiciones de pesca en todo el hábitat protegido de la vaquita. Luego de que la Secretaría General de la Convención Internacional sobre el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) aprobó el Plan de Acción presentado por el Gobierno de México para prevenir la pesca y comercio ilegal de totoaba y proteger a la vaquita marina, los especialistas se cuestionan si esto será suficiente para la supervivencia del pequeño cetáceo.
El nuevo plan incluye 34 metas en siete líneas de acción, entre ellas está impedir el ingreso de embarcaciones a la Zona de Tolerancia Cero (Zo) y mantenerla libre de redes de enmalle junto con la Zona de Refugio de la Vaquita (ZRV), fortalecer las acciones de inteligencia para el combate a la delincuencia organizada transnacional sobre el tráfico ilegal de totoaba, implementar un programa de artes de pesca alternativas y programa de marcaje y equipos de pesca para embarcaciones menores, y monitorearla de forma más eficaz e instalar el Grupo de Contacto Trilateral para aplicar la ley en operación.
Un estudio realizado en 2022 por el Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO) subraya que alrededor del 60% de toda la pesca en México se hace en forma ilegal, ya sea porque se realiza en una zona prohibida, no hay permiso o capturan otra especie en lugar de la que reportan. No ha habido un control durante décadas y eso ha puesto en riesgo no sólo el futuro de la pequeña marsopa, sino de otras especies como el pepino de mar, el caracol rosado y varios tipos de tiburones.
El doctor Luis Medrano González, del Departamento de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias de la UNAM, señala que el gran problema de México es que aún si tenemos una buena legislación y muchos instrumentos en todo tipo de procedimientos para realizarse, el gran problema de las leyes es que no se cumplen a cabalidad.
“En el caso de la vaquita, el gran problema es que la pesca ilegal de la totoaba que ha llevado a la vaquita a la extinción, tiene que ver con un problema de gobernanza, un problema histórico de siglos de abandono del Golfo de California, en particular el Alto Golfo de California y a esto se suma desde hace poco más de una década, a la acción incontrolada de la delincuencia organizada. El punto no es si los planes son buenos o no, sino si el cumplimento de estos planes puede ser efectivo ante el problema de gobernanza. No creo que alguien hoy pudiera dar una garantía o una estimación de cuáles serían los resultados del nuevo plan que México ha planteado ante las CITES”, dice.
Biología resiliente
A pesar de los embates del complejo hábitat que a la vaquita le tocó vivir, Medrano destaca varios aspectos en su biología que gradualmente han revelado a la especie más resiliente de lo pensado. La investigación en el genoma de la vaquita sugiere que es un animal que tiene una carga genética deletérea muy pequeña o tal vez nula. “Generalmente las poblaciones disminuyen de tamaño con estas variantes deletéreas que generan organismos que no sobreviven, ni se reproducen. Estos son efectos negativos de la endogamia. Lo que ha mostrado el análisis de genoma de la vaquita es, que si hubo esta carga genética, fue muy poca y ha sido casi depurada de la población a través de los cientos de miles de años que ha existido la especie”.
Medrano puntualiza que para los tiempos evolutivos, la especie se formó como una pequeña población aislada de una especie ancestral que es la marsopa espinosa y que en la actualidad tiene una población restringida en las costas de Perú y Chile. “La vaquita marina se origina a partir de una pequeña población de esta marsopa que quedó aislada y especializada en condiciones ambientales muy específicas, actualmente los individuos de vaquita son capaces de sobrevivir y reproducirse bien”.
El segundo descubrimiento que menciona Medrano relacionado con su capacidad de supervivencia es su alto potencial reproductivo. “La tendencia observada en los últimos años en el tipo de especímenes muertos, involucra crías y si la especie aún no se ha extinguido es que nacen con frecuencia, probablemente una cría al año o cada dos años. Son animales muy fértiles y esto constituye la mayor esperanza de que la especie no se extinga, sino lo hubiera hecho hace varios años. Es sorprendente su alto potencial”.
El investigador señala que en los años 90 la estructura de las edades de la población mostraba muchas crías y muchos adultos, casi no había juveniles. “Esto también apoya la idea de que los adultos se reproducen bien y los que mueren son aquellos inexpertos que no conocen los riesgos de las redes. Lo interesante es que se ha mantenido el nivel de reproducción y sin ninguna carga genética deletérea”.
El monitoreo de la especie es complejo y el biólogo señala que el problema de la estimación de abundancia es que tiene una alta incertidumbre. En 2014 quedaban 100, pero con una incertidumbre de más-menos 30 o 40. Conforme se ha ido reduciendo la población de vaquitas ha sido cada vez más complejo estimar su tamaño poblacional.
El especialista señala que ha habido mucho revuelo por los resultados del mencionado Crucero de Observación Vaquita Marina 2023 en colaboración con la NOAA (Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EU) en donde se registró la presencia de al menos 13 individuos. “Esto es muy interesante porque lo que sugiere es que ahora son diez y posiblemente más. Es buena noticia porque quiere decir que la estimación de diez que se ha registrado desde hace algunos años se ha mantenido estable”, señala Medrano, quien, sin embargo, también dice que no se pueden perder los objetivos pues una población tan pequeña se podría perder fácilmente en un accidente, pues muchas redes podrían aniquilarla.
“La idea de que al menos la población se ha mantenido estable en estos últimos años y con bajísimos niveles de abundancia, quiere decir que el gobierno de México tiene una oportunidad más para poder detener el gran problema de gobernanza y control de la pesca ilegal para permitir que la vaquita continúe con la capacidad que le ha brindado la naturaleza. Es como una especie que se niega a extinguir. Estoy romantizando mucho ahora, pero es impresionante ver cómo sobrevive con todas sus capacidades a pesar de la mortalidad que le causamos”.
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