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Aunque nuestro sistema social nos ha hecho pensar que sacrificar sueño por realizar una tarea productiva es un acto heroico de abnegación laboral o familiar, la realidad es que mal dormir de forma crónica es darse un tiro en el pie, el cual nos dejará cojos y muy vulnerables con una salud que irá deteriorándose y pasando factura inevitablemente.
Este es el tipo de mensajes que especialistas en la salud vinculados con el sueño y aquellos dedicados completamente a éste, llamados somnólogos, han buscado visibilizar para dar el peso en su relación con muchos de los problemas sanitarios por los que atraviesa México y el mundo.
Uno de estos especialistas es Rafael Santana Miranda, quien dirige la Clínica de Trastornos del Sueño de la Facultad de Medicina de la UNAM. En entrevista, comenta algunos aspectos de la medicina del sueño y cómo subestimar el dormir bien puede acarrear consecuencias devastadoras en la salud.

“Si bien tenemos una clasificación internacional de trastornos del sueño desde hace algunas décadas —que contempla un centenar de trastornos y subtipos—, en realidad los problemas con el sueño son resultado del estilo de vida de nuestra era”. Desvelo, horarios laborales, rotación de turnos, transporte, ingreso a las escuelas y trabajos, pantallas nocturnas y modificación de los sistemas de recompensa (que genera a su vez ansiedad), son detonantes de un mal dormir que no son más que consecuencias de nuestro ritmo de vida.
El más grande problema, refiere, es que la sociedad no se lo está tomando con la seriedad debida y, enfatiza, ni siquiera estamos hablando de insomnio, apneas o situaciones neurológicas menos comunes, sino por padecer “sueño insuficiente”.
“Si algo sacrificamos por nuestro estilo de vida son horas de sueño. Son las condiciones sociales y culturales las que están motivando esta insuficiencia de sueño”, señala el especialista.

El problema en el sueño número uno en este tipo de sociedad es el “síndrome de sueño insuficiente”. Es decir, antes que cualquier otro trastorno –roncar, insomnio, trastorno de movimiento o algún otro raro, como las parasomnias–, “el principal malestar en nuestra sociedad es que no duerme la cantidad que debería de acuerdo a su grupo de edad, su género y condición”.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Salud y Envejecimiento en México (ENASEM) y la Encuesta de Evaluación Cognitiva 2021 del INEGI, 41% de la población mexicana refiere tener dificultad para dormir; según datos de la empresa de estadística Statisa, 38% de los mexicanos reporta haber padecido algún trastorno del sueño. A su vez, estimaciones de la Clínica de Trastornos del Sueño de la UNAM señalan que 45% de la población adulta tiene mala calidad del sueño.
Se tienen este tipo de datos sobre padecimientos de sueño, pero ¿qué tan subdiagnosticado está en nuestra población? “Ese es el planteamiento del verdadero asunto: no es considerado como una parte fundamental de nuestros problemas de salud pública”, dice Santana Miranda. Explica que esto adquiere una mayor relevancia si consideramos que padecimientos que sí son reconocidos como de salud pública, como obesidad, diabetes, hipertensión, demencia e incluso cáncer, están vinculados con el mal dormir.

Por ello considera que, los trastornos del sueño son un problema de salud no visibilizado con la urgencia e importancia que tiene. “Eso es definitivo, no sólo está invisibilizado, sino que es algo que no queremos voltear a ver”.
El también miembro de la Academia Mexicana de Medicina del Dormir relata que ha dado charlas y conferencias con auditorios llenos de enfermos de sueño: “Ya sea con profesionales de la salud, padres de familia o público general, solicito que levante la mano quien durmió bien y tuvo un buen sueño. De cientos, sólo son unos cuantos la levantan, eso no es natural”.
Y agrega que estos padecimientos son subdiagnosticados por los médicos mientras atienden otros trastornos y “no preguntan de ninguna manera cómo estás durmiendo. Eso es terrible”.
Salud mental
Hace algunos años, la salud mental no era un tema tan socializado como en la actualidad. Si bien se conocía sobre su importancia y diversidad de trastornos, así como los nuevos datos que arrojaba la investigación, fue hasta hace poco que ha tenido la visibilidad requerida más allá del sector académico e institutos de salud.
–¿Es posible que algo similar esté ocurriendo con la salud del sueño?
–Exacto. Esa es la situación, poder visualizar su importancia y magnitud, responde Rafael Santana.
Incluso, recuerda, el mal dormir también está íntimamente ligado con problemas de salud mental y psiquiátricos más de lo que imaginamos. “Cuando vemos a nuestros pacientes, en el caso de un insomnio asociado a trastornos mentales, como de ánimo o ansiedad, nos preguntamos ¿qué fue primero, el trastorno del sueño o la ansiedad? Es una relación bidireccional, pero prácticamente todos los trastornos mentales (de acuerdo con el DSM-5) contemplan sintomatología en el dormir”.
El mal sueño no sólo está relacionado con problemas cardiovasculares, sino también con el desarrollo de demencia o Alzheimer, recuerda el científico. “¿Eso me puede pasar si me desvelo? ‘Pero es que tardo tres horas en llegar a mi trabajo y tres horas de regreso’, podrán decir, y es que en un panorama así algo vas a sacrificar, como horas de sueño. De esta forma, cómo vas a educar a tus hijos y satisfacer de la mejor forma tus necesidades de alimentación, descanso, esparcimiento y ejercicio, indispensables para la salud”.
Es así como el somnólogo regresa a su premisa inicial: nuestro estilo de vida es incompatible con la salud del sueño. “Eso no lo podemos solucionar desde los consultorios ni clínicas del sueño, sino con políticas laborales, transporte y educación”.