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Las nuevas reglas para la fabricación de vehículos contenidas en el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) representan un muro para las inversiones en la industria automotriz en México, de acuerdo con Ricardo Castro, abogado de la firma Baker McKenzie.
Por lo tanto, se prevé que las inversiones para nuevas plantas, así como para la expansión de las que ya están establecidas en el país, no mantendrá el mismo ritmo de sexenios anteriores.

El nuevo T-MEC eleva el contenido regional a 75% de componentes de un vehículo, en el caso de ligeros.
También ordena que las compras de acero y aluminio de las armadoras deberán ser de la región en 70%.
Y en contenido laboral, al menos 40% del valor de un vehículo deberá provenir de un país que pague por lo menos 16 dólares la hora.
“El requisito del acero y aluminio está condicionando que los que sigan invirtiendo en México tengan un costo más elevado”, indicó.
Pero además de las reglas relativas al contenido regional de los componentes, el T-MEC también detonó cambios en distintas áreas.
“Hubo distintas reformas en México muy alineadas a la redacción del T-MEC, cambios en la Constitución, en la Ley Federal del Trabajo, en protocolos y políticas que representan nuevas obligaciones para las empresas”.
Bajo este escenario, Baker & McKenzie calcula que la producción automotriz cerrará con una caída de 9.6% en 2019 y la exportación con disminución de 12.5%.
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