El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) debe ser revisado en 2026. Sin embargo, el retorno de Donald Trump y sus primeros 100 días de furia abren la puerta a una renegociación en 2025.
Trump necesita una victoria rápida porque las cosas no le están saliendo muy bien. Bajo crecimiento económico, protestas sociales, pérdidas de billones dólares en la bolsa, y fricciones diplomáticas con el resto del mundo que llevan a una pérdida de legitimidad. En ese contexto, arrancar concesiones a México en una renegociación del T-MEC sería una forma de proyectar fuerza.
Para México, nuestra falta de diversificación y nula política comercial e industrial nos ha orillado a la sobre dependencia con Estados Unidos. La inversión extranjera directa (IED) estadounidense supera los 13 mil millones de dólares anuales mientras que la china es de 159 millones. 85% de nuestras exportaciones van a Estados Unidos, y su valor supera 20% de nuestro PIB. Trump sabe que, para darnos pulmonía, Estados Unidos no debe tener gripe, solamente debe imponernos aranceles.
La presidenta Sheinbaum ha mostrado temple político frente a Trump, siendo elogiada en medios internacionales como el Financial Times. Mientras que otras economías fueron impactadas por un tsunami, Sheinbaum parece haber surfeado la ola. Al menos por 90 días. Sin embargo, enfrentar una renegociación requerirá más que diplomacia.
Adicional a mantener el comercio libre de aranceles, tres temas deben ser prioritarios:
Revisar el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida: Este instrumento permite a Estados Unidos intervenir y castigar empresas mexicanas por supuestas violaciones laborales. Aunque tiene una intención legítima, es asimétrico y se ha armado políticamente. Actualmente hay 32 procesos activos, y 90% afectan a empresas de la industria automotriz y manufacturera donde México es altamente competitivo. México debe exigir reciprocidad en la supervisión o límites claros a su uso.
Evitar límites a la inversión extranjera de terceros países: Es probable que Trump busque imponer límites a la inversión china en México. Ceder en ese punto implicaría cerrar la puerta a la diversificación económica. En un contexto de desacoplamiento global, México debe aprovechar la oportunidad para atraer capitales de múltiples orígenes y generar política industrial.
Fomentar inversiones en exploración petrolera en aguas profundas: Pemex carece de la capacidad técnica y financiera para desarrollar estas reservas. Las empresas mexicanas con las cuales planea asociarse tampoco tienen experiencia, ni tecnología. Asociarse con empresas internacionales es necesario, pero se debe dejar de lado el dogmatismo. Si el gobierno ya colabora con privados para fabricar chocolates del bienestar, ¿por qué no para extraer petróleo?
México tiene una carta geopolítica valiosa: es el único país con más de 80 millones de habitantes cuyo principal socio comercial es Estados Unidos. El frenesí arancelario reveló un país incapaz de producir lo que consume. Se estima que un iPhone hecho en Estados Unidos tendría un precio de 3 mil 500 dólares, comparado con los 600 que actualmente cuesta. Los americanos quieren comprar iPhones, no fabricarlos. En este contexto, México puede convertirse en un socio indispensable.
Finalmente, la renegociación del T-MEC es también una oportunidad para fortalecer los pilares de atracción de inversión extranjera —estabilidad macroeconómica, Suprema Corte independiente, Banco Central autónomo y T-MEC—, con dos en riesgo. En un entorno global incierto y con recesión a la vista, conservar y fortalecer el T-MEC es esencial.
*Profesor de Entorno Político en IPADE Business School.