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El huracán Otis se colocó entre los peores siniestros para el sector asegurador en todo el mundo en 2023, en un año marcado por fuertes desastres naturales que dejaron pérdidas para la industria por 108 mil millones de dólares, de acuerdo con la reaseguradora global Swiss Re.
De acuerdo con el reporte de catástrofes naturales 2024 de la firma, el año pasado se registraron un total de 142 catástrofes naturales, en las cuales, 62% de las pérdidas mundiales no estaban aseguradas.
“Se pronostica que las pérdidas aseguradas anuales crecerán entre 5% y 7% a largo plazo. Después de los ciclones tropicales, las tormentas convectivas severas -aquellas con precipitación muy intensa, granizo, actividad eléctrica y fuertes turbulencias- se han consolidado como el segundo mayor peligro que genera pérdidas”, detalla el texto.
De acuerdo con el reporte, en 2023, estos eventos catastróficos establecieron un nuevo máximo con pérdidas aseguradas por 64 mil millones de dólares.
Así, las inundaciones, los ciclones tropicales, las tormentas invernales en Europa y tormentas severas son los fenómenos climáticos que presentan actualmente el mayor riesgo para la industria aseguradora.
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Otis, evento climático más caro de 2023
El documento detalla que, si bien el terremoto que sacudió Turquía fue la catástrofe natural más costosa en términos de muertes e impacto económico, el huracán Otis fue el evento relacionado con el clima que más pérdidas económicas dejó a escala global en 2023, de acuerdo con información reciente de la ONU.
El reporte de Swiss Re, explica que el huracán Otis se presentó como uno de los peores escenarios de clima severo en un área con un alto nivel de exposición, donde un huracán que en apenas unas horas alcanzó la categoría 5 frente a una ciudad costera de más de 1 millón de habitantes.
De acuerdo con la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), las compañías de seguros han proporcionado asistencia y anticipos a 16 mil 518 propietarios de viviendas afectadas por el fenómeno natural. Los daños a viviendas aseguradas a la fecha han sido evaluados en 9 mil 264 millones de pesos, lo que representa 27% de las pérdidas estimadas aseguradas por Otis.
“El evento climático en Acapulco, las inundaciones en Auckland, Nueva Zelanda; la serie de tormentas severas conectivas en Italia y los incendios en Hawái representan un claro ejemplo de que no se debe confiar únicamente en los registros de pérdidas aseguradas históricas como guía para las pérdidas por catástrofes actuales y futuras. Además, estos fenómenos apuntan a que puede ser el momento de actualizar los supuestos sobre el potencial de pérdidas y el periodo de retorno”, detalla.
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En ese sentido, resaltó que los impactos de dichos eventos también confirman la importancia de tener datos de exposición detallados para realizar un mejor seguimiento de las concentraciones de valor, además de que demuestran la necesidad de reducir vulnerabilidades. “Por ejemplo, en Acapulco, aunque muchos de los edificios se beneficiaron por las fuertes estructuras -pensadas para soportar terremotos-, el daño significativo fue debido a fallas en el exterior de edificios livianos, justamente diseñados para tener un buen desempeño sísmico”, añade.
En tanto, a medida que las temperaturas continúen subiendo, se necesitará de un enfoque prospectivo que anticipe los cambios en el panorama de riesgos. Sí, el cambio climático es una gran amenaza.
El reporte de catástrofes naturales de Swiss Re estima que, durante los últimos 30 años, las pérdidas aseguradas por catástrofes naturales han crecido anualmente 3% más que la economía global.
“El primer paso para minimizar las pérdidas es reducir su potencial mediante medidas de adaptación. Por ejemplo, hacer cumplir los códigos de construcción, además de crear infraestructura de control de inundaciones y desalentar los asentamientos en áreas propensas a peligros naturales; la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero es esencial para contrarrestar la acumulación de riesgos físicos. También, los propietarios, reguladores, supervisores, y la industria de seguros tienen un papel que desempeñar; al igual que los gobiernos, invirtiendo en infraestructura resiliente e incentivando medidas de adaptación”, resaltó.