Finanzas sin fronteras: La revolución de los Neobancos en México

La llegada de Revolut al mercado mexicano marca un punto de inflexión en la historia reciente del sistema financiero del país. Tras cuatro años de trámites para obtener su licencia, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores finalmente autorizó la operación del neobanco de origen británico, que iniciará su fase Beta en las próximas semanas. Su entrada no solo amplía la presencia de uno de los jugadores fintech más influyentes del mundo, sino que impulsa una nueva etapa de transformación digital en el sistema bancario mexicano.

Revolut se define a sí mismo como un neobanco, es decir, una institución completamente digital que redefine la relación entre las personas y su dinero. Este tipo de modelos de negocio no compiten por tener más sucursales, sino por ofrecer mejores experiencias. Representan la evolución natural del sector financiero hacia un entorno más ágil, global y centrado en el usuario.

Fundado en Londres en 2015, Revolut nació con la propuesta de eliminar las comisiones por transferencias internacionales y ofrecer tipos de cambio interbancarios en tiempo real. Su estrategia “freemium” —servicios básicos gratuitos con funciones premium de pago— atrajo a millones de jóvenes europeos. Hoy la compañía tiene presencia en 40 países y más de 70 millones de usuarios, consolidándose como una de las plataformas financieras digitales más grandes del mundo.

Su atractivo radica en la promesa de simplificar la vida financiera: una sola aplicación permite administrar varias divisas, enviar dinero al extranjero y acceder a recompensas personalizadas. Para quienes estudian, trabajan o hacen negocios internacionales, representa una alternativa práctica y transparente frente a las comisiones tradicionales y la burocracia bancaria.

México es el primer país fuera de Europa donde Revolut operará como banco. Su director general, Juan Miguel Guerra, ha señalado que el país reúne condiciones únicas: “un gran mercado interno, fuerte vínculo con Estados Unidos, estabilidad macroeconómica y baja penetración bancaria”. Según el directivo, el objetivo es claro: “convertirse en el banco más amado del país”.

La llegada de Revolut dinamizará la competencia en un sector que ya vive una acelerada digitalización. Cada nuevo actor con una propuesta distinta genera reacción entre los demás, lo que se traduce en innovación, mejores tarifas y una atención más cercana al cliente.

En este nuevo escenario, el usuario será el principal beneficiario, en un ecosistema donde convivirán tres tipos de jugadores: los bancos tradicionales, con estructuras amplias pero costosas; las fintech locales, más ágiles, pero con una oferta limitada; y los bancos digitales internacionales, que combinan lo mejor de ambos mundos.

La oferta inicial de Revolut en México incluirá: cuentas de débito, cambio de divisas desde la app, envíos internacionales a bajo costo y, posteriormente, tarjetas de crédito y servicios para PYMES. Uno de los mayores impactos podría darse en el envío de remesas, un flujo que supera los 64 mil millones de dólares anuales (BBVA Research). Si logra reducir los costos de transferencia, los ahorros para las familias y empresas mexicanas serían significativos.

El reto, sin embargo, no es menor. La ausencia de sucursales físicas plantea un desafío de confianza para los segmentos menos digitalizados. La clave estará en educar al mercado y demostrar que un banco puede ser totalmente virtual sin dejar de ser seguro. En este proceso, la ciberseguridad y el cumplimiento regulatorio serán determinantes para construir y mantener la confianza del usuario.

Más allá de la competencia inmediata, asistimos a un cambio cultural profundo. Las nuevas generaciones ya no conciben la banca como un lugar físico, sino como un servicio móvil, rápido y global. Los bancos tradicionales que comprendan esta evolución podrán reinventarse; quienes no lo hagan, corren el riesgo de quedarse atrás.

El impacto de Revolut trasciende su modelo de negocio. Representa un llamado a modernizar los sistemas financieros, a poner al usuario en el centro y a construir una banca más inclusiva, transparente y eficiente.

México entra en una nueva era financiera: más ágil, más abierta y más cercana al usuario. Ya no se trata de preguntarse si la banca cambiará, sino de quién sabrá surfear con éxito esta ola de innovación.

Profesora del área de Comercialización IPADE Business School

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