Hoy, como en cualquier otra década, la máxima de que la colaboración fortalece la acción aplica perfectamente cuando hablamos de ciberseguridad, Inteligencia Artificial (IA) y la misión de acercarnos a un mundo con fraude cero. En un entorno donde los ataques son cada vez más automatizados y sofisticados, estoy convencido que la alianza entre humanos y la IA se ha vuelto esencial.
La IA ha transformado la forma en que nos protegemos en el mundo digital. Sus modelos permiten leer patrones en tiempos mucho más cortos, lo que resulta crucial ante ataques que se basan en escaneos de sistemas a escala global que buscan vulnerabilidades. Según la firma Fortinet, en 2024, se registraron alrededor de 36 mil escaneos automatizados por segundo, que son verdaderas “barridas digitales” que los ciberdelincuentes utilizan para identificar puntos de ataque.
Frente a esta realidad, la defensa puede y debe ser automatizada, predictiva y, sobre todo, humana. La IA está ayudando a transformar nuestros modelos de prevención, integrándose en los flujos críticos de las organizaciones y empresas para anticiparse a las amenazas. Gracias al Machine Learning (ML), los sistemas pueden analizar millones de datos en segundos, detectar patrones de fraude, reconocer comportamientos anómalos y reducir el margen de maniobra de los atacantes.
En mi experiencia, el componente humano sigue siendo determinante en las estrategias de ciberseguridad. La calidad de los modelos de protección depende tanto del conocimiento y la ética de quienes los entrenan, como de la supervisión de quienes los alimentan con datos. Además, los datos utilizados deben estar alineados con políticas de gobernanza que prioricen la estabilidad y seguridad de los sistemas.
La importancia de la “mano humana” también se refleja en el hecho de que cada vez más empresas apuestan por modelos de gobernanza con capacitación continua, impulsando la formación de especialistas que comprendan no sólo la tecnología, sino también sus riesgos y alcances. Desde mi perspectiva, en ciberseguridad, el talento humano es el punto de partida y el filtro que garantiza que la automatización se use con responsabilidad y respeto.
Otra pieza clave para que las estrategias se vuelvan predictivas es contar con monitoreo permanente, el cual debe ser liderado por equipos capaces de guiar a los modelos entrenados para analizar datos históricos y anticiparse a movimientos sospechosos. He observado que aquí se evidencia la importancia de equilibrar la automatización y el criterio humano mediante supervisión sólida y efectiva.
La defensa colaborativa -los equipos humanos liderando la IA- nos hace más efectivos desde cualquier perspectiva: nos integra, nos dinamiza y, frente a nuestros clientes, nos convierte en los socios más confiables.
Cuando el fraude evoluciona a la velocidad de la tecnología, la intervención humana se vuelve clave para el desarrollo de la ciberseguridad con un componente ético, colaborativo y de confianza.
*Director General Adjunto de Operaciones de Scotiabank México
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