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Cada vez se vuelve más evidente, el temor de los hombres a sufrir consecuencias en su vida profesional y personal por ser señalados falsamente como agresores sexuales. Al mismo tiempo, una parte de la sociedad ha cuestionado la legitimidad de los diversos movimientos feministas bajo el argumento de que han incrementado las reclamaciones falsas o que, siendo reales, se han exagerado o sacado de contexto para afectar a otros. Sin embargo, la impunidad de más de 98% de denuncias por delitos sexuales en nuestro país indica que este argumento es inválido y que el temor del género masculino es infundado.
Recientemente, en redes sociales, se han hecho virales diversos casos en los que mujeres amenazan a hombres con presentar denuncias en su contra, argumentando haber sido agredidas o acosadas sexualmente por ellos, aun cuando en los videos publicados la realidad dista mucho de lo que ellas alegan.
Esto ha desatado una discusión en torno a si en un país como el nuestro verdaderamente basta con declarar haber sido víctima de un delito sexual, para que las autoridades o los empleadores tomen acciones contra los posibles infractores y si todas las denuncias de las que se tiene registro son legítimas, o simplemente una represalia por no haber cedido a los “caprichos” de la mujer.
Pero ¿es realmente la falsedad el común denominador de las denuncias de violencia sexual?
A nivel internacional, se estima que el porcentaje de denuncias falsas relacionadas con delitos de esta naturaleza oscila entre 2% y 10% (Morales 2024). Si consideramos que de acuerdo con cifras del Inegi sólo 10 de cada 100 casos se denuncian ante las autoridades correspondientes, de los cuales solo 69% llega a la fase inicial del proceso penal en el que se integra una carpeta de investigación, y que de estos juicios solo 1.89% terminan en una sentencia condenatoria, podemos concluir que el nivel de impunidad es alarmantemente alto, por lo que no existe un incentivo para que las víctimas efectúen denuncias falsas.
Además, hay que tener presente que, dentro de las carpetas de investigación por cuestiones de abuso sexual, hostigamiento sexual, violación y acoso sexual, las víctimas mujeres representan 75%, 76%, 80% y 90%, respectivamente.
Desafortunadamente, estas estadísticas de impunidad y mayor vulnerabilidad de la mujer ante sus pares masculinos usualmente se replican al interior de las empresas, puesto que la cultura de reporte e investigación de éstos es todavía incipiente, principalmente en compañías locales.
Derivado de lo anterior, la mayoría de las víctimas prefieren no reportar la falta de conducta, pues temen que el agresor tome represalias en contra de su empleo, su integridad física o hasta de sus seres queridos o, bien, que los funcionarios públicos o investigadores del patrón no tengan la sensibilidad y formación adecuada para atender a personas que han sufrido algún tipo de abuso sexual; resultando en una revictimización.
Adicionalmente, dentro de la legislación mexicana existen diversas disposiciones que consideran ilegal rendir declaraciones falsas ante una autoridad, al grado de catalogarlo como delito y sancionar con pena de prisión. Por lo que, en realidad, el sistema de justicia mexicano tanto a nivel legal como social desincentiva no solo las denuncias y reclamaciones falsas, sino inclusive las reales.
De ahí la importancia de que, al menos en el sector privado, haya la obligación patronal de crear en acuerdo con los trabajadores, protocolos para prevenir la discriminación por razones de género y para atender casos de violencia, acoso u hostigamiento sexual. Aún más importante es que dichos reglamentos no sean letra muerta, sino que verdaderamente generen un camino a seguir para recibir denuncias internas, investigarlas y sancionar, en su caso, al responsable o a quien haya presentado una denuncia de mala fe para afectar a algún compañero de trabajo.
Evidentemente, las denuncias falsas restan valor a los movimientos que han buscado por siglos una igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, pero no podemos y no debemos ignorar lo obvio: la balanza de la justicia en México a nivel público y privado todavía está cargada en favor del género masculino. Las personas contadas, que han querido sacar ventaja de una lucha legítima por la igualdad sustantiva, no deben poner en tela de juicio a los miles de casos de violencia sexual que a diario suceden en nuestro país y empresas.
Referencias
Morales, A. (2024). Las falsas denuncias de delitos sexuales: realidad o mito. Recuperado el 12 de marzo de 2025 de https://notitiacriminis.mx/tribuna/nfirmas/9128/#:~:text=Las%20estad%C3%ADsticas%20sobre%20denuncias%20falsas,2%25%20y%20el%2010%25