Los ajustes y nuevos impuestos que se plantean para 2026 parecen una reforma fiscal, pero sin impulsar la formalización, opinaron expertos del sector privado.

Las medidas, que presentó el Ejecutivo, incluyen actualizar impuestos para bienes y servicios, subir cuotas y multas, nuevos gravámenes, mayores controles en procesos aduanales y mejor fiscalización.

Estas medidas, supuestamente parciales, “ya tienen cara de una reforma fiscal con tantos impuestos, no parecen ser cambios menores, dado el número de incrementos y los nuevos impuestos”, dijo en entrevista el analista económico, Luis Foncerrada Pascal.

“Realmente se trata de una reforma fiscal que no toca las principales fuentes de ingreso que podrían tener. El IVA me parece que podría ser perfectamente ampliado a otros productos, usando parte de esos recursos, se puede compensar a grupos de menores ingresos a los que les saldría gratis el IVA”, indicó.

“Sin embargo, no se toca el IVA por creer que tiene un mal efecto político, si no se resuelve y explica bien”, agregó el exdirector general del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

“Los recursos ya no alcanzan, los programas de salud y gastos en salud y educación se han reducido”.

“La inversión pública, que es tan crítica e importante, se ha reducido, y la inversión pública viene cayendo cada trimestre 8%”, añadió.

El especialista del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), Jonathan Hernández, señaló en su análisis Miscelánea fiscal 2026, que “a pesar de los ajustes presentados, la miscelánea fiscal consiste en un conjunto de modificaciones normativas y no incluye una reforma fiscal estructural con enfoque de largo plazo”.

“El paquete no incorpora medidas específicas para atender desigualdades o brechas de género. Tampoco contempla esquemas orientados a fortalecer los ingresos de los gobiernos subnacionales, lo que mantiene su dependencia de transferencias federales”, indicó.

El presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes, Cuauhtémoc Rivera, destacó que se aplican nuevos impuestos a servicios y se sube a los que ya tenían, pero no se toca a la informalidad.

“La parte sustantiva de una reforma bien hecha es ampliar la base de los contribuyentes y en la medida que esto no ocurra, estamos ante un asunto fallido... Además de que el gran problema en México es la manera en que se gasta el dinero. Estamos mal es la transparencia del manejo de los recursos y ejercicio puntual. Hay transferencias de dinero, pero hay opacidad”, agregó.

Mientras no se reduzca la informalidad, estamos ante “parches”, a pesar de que se amplió la base de recaudación, los derechos del Estado y las cuotas.

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