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Son tiempos de incertidumbre para la industria automotriz: se avecinan cambios tecnológicos significativos para los fabricantes de automóviles, las disputas comerciales entre países están a la orden del día y las regulaciones se tornan cada vez más estrictas.
La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) prevé un año difícil con un nivel de ventas ligeramente mayor a 1.3 millones de vehículos nuevos, un descenso de entre 6% y 7% respecto a 2018. Pero esta caída no es solamente exclusiva de México, desde 2018 las ventas globales de vehículos han venido cayendo, arrastradas principalmente por una desaceleración del mercado chino.
En Estados Unidos la tendencia es similar. Tradicionalmente, el tamaño del mercado estadounidense ha sido de poco más de 17 millones de automóviles. Sin embargo, un reporte de la firma AlixPartners ha estimado una caída de más de 2% en ventas de vehículos nuevos para este año, y prevé que para 2021 la cifra total de ventas sea de 15.1 millones de coches.
¿Qué está causando esta caída en ventas? Sin duda, uno de los principales factores es la falta de confianza de los consumidores. Para la familia promedio, el automóvil representa la decisión de compra más importante después de una casa. Aún más, más de 60% de los vehículos vendidos en México, por ejemplo, son adquiridos a través de créditos automotrices. Así, cuando los consumidores perciben un panorama económico incierto, lo más probable es que terminen decidiendo por aplazar su compra o busquen opciones más económicas, como vehículos seminuevos.
Otro factor que puede estar contribuyendo a la caída en la demanda global, de acuerdo con varios expertos, es una mayor regulación en las emisiones de vehículos, que está causando verdaderos dolores de cabeza a los fabricantes, sobre todo en regiones como Europa o China. A raíz del llamado dieselgate protagonizado por algunos fabricantes europeos, las regulaciones se han vuelto más exigentes.
La Unión Europea está estableciendo como norma que para 2021 todos los automóviles vendidos en esta región tengan un objetivo promedio de consumo de 24 kilómetros por litro, de lo contrario, los fabricantes se expondrían a multas millonarias. Para alcanzar esos objetivos, los fabricantes están añadiendo tecnología que hace que el precio promedio se incremente y, por tanto, se incida negativamente en la demanda de coches nuevos.
Ante una presión en el incremento de precios y una economía global incierta, es entendible la desaceleración en la industria. No obstante, estos no son los únicos factores en juego. Los fabricantes están cada vez más preocupados —y ocupados— ante la irrupción de nuevos modelos de negocios y tecnologías que están cambiando nuestra percepción del modelo de propiedad del automóvil.
La llegada de jugadores como Didi, Uber o Lyft, aunado al creciente interés por los vehículos electrificados y la irrupción del vehículo autónomo, está obligando a las empresas a reinventarse constantemente para seguir siendo relevantes.
De acuerdo con estimaciones en la industria, los fabricantes necesitarán invertir más de 400 mil millones de dólares en los próximos cinco años en el desarrollo de automóviles eléctricos, autónomos y conectados, lo cual conlleva rediseñar sus procesos de producción y reorganizar toda su cadena de suministros. Se trata de inversiones de alto valor y de alto riesgo. Si no lo hacen, podrían quedarse fuera del mercado. Sin embargo, al hacerlas resulta también difícil predecir cómo y cuándo el mercado terminará por adoptar las nuevas tecnologías. Así pues, las alianzas serán un punto clave en la industria para poder competir en los siguientes años.
El autor es profesor del área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School.