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La agenda internacional 2019 puede dar sorpresas interesantes. La primera y de mayor trascendencia, la posible salida de Donald Trump de la presidencia. Aunque alardea de exitoso en los negocios, Trump ha probado ser un hombre con pocos escrúpulos, vano y superficial, incapaz de incorporar y adoptar los valores y actitudes que se esperan del líder de la primera potencia mundial.
Su equipo cercano ha sufrido constantes mermas. Se van porque ya no lo aguantan, no coinciden con él o por ser parte de actos delictivos en el quehacer político relacionados con su jefe. El cerco se va cerrando. Ahora su familia y sus negocios están en la mira. El fiscal especial Müller ha hecho un buen trabajo. No sería extraño presenciar este año la renuncia del primer mandatario. Mucho bien le haría a sus país y al mundo.
Del otro lado del Atlántico también podrían ocurrir cambios trascendentes. El Brexit no ha logrado cuajar. El tiempo se acaba y su ejecutora, la primera ministra, Theresa May, no logra el suficiente apoyo, ni siquiera entres sus filas. El eventual cierre de fronteras entre las dos Irlandas los tiene entrampados. Los británicos han empezado a sentir las consecuencias y están preocupados. La Unión Europea anunció no estar dispuesta a dar mayores concesiones, ni en los términos ni en los tiempos, excepto si se diera marcha atrás, olvidar el Brexit, borrón y cuenta nueva.
Ante la imposibilidad de concretar la salida de la UE, la posibilidad de un nuevo referéndum, con o sin May en el gobierno, se acrecienta. En marzo se concreta el plazo de salida. Un primer trimestre 2019 sin duda muy agitado para Gran Bretaña, al interior y con sus socios europeos.
Tres mandatarios no democráticos han llevado a sus países al caos o cerca del caos. Maduro en Venezuela, Al-Asad en Siria y Ortega en Nicaragua. Por probabilidades es posible que al menos uno de los tres desaparezca del escenario político en 2019. Los tres han estirado demasiado la cuerda, han acumulado muchos enemigos y nadie es invulnerable. Sus países no tiene futuro ni viabilidad con ellos en el poder.
Rusia es un caso especial. La Rusia de Putin, sin Putin, muy pronto se descarrilaría. No existe un proyecto claro que se acomode al mundo globalizado. Rusia no pasa de ser es un país pseudodemocrático, pseudocapitalista y pseudodesarrollado. No es líder en ningún ámbito y el proyecto Putin está anclado en la tradición zarista del control territorial y de vivir de las rentas de la tierra y de las materias primas. Su fortaleza es endeble y su poderío pasajero, aunque ampliamente perturbador y disfuncional para el orden mundial.
Mientras esto sucede, en la República Popular China, el gobierno y el proyecto de país están más fuertes que nunca. La guerra comercial con EU, con severas consecuencias para el resto del mundo, desgastará a ambas partes, pero mientras Trump enfrenta presiones internas que lo debilitan cada día más, Xi Jinping está más fuerte que nunca. Y los chinos nunca tienen prisa. Los acompaña la paciencia de tres mil años de historia.
En este escenario, el nuevo gobierno de México se concentrará en su proyecto transformador. Este proyecto es de carácter esencialmente interno, con poca influencia e interacción con lo el exterior, más allá de su marcada interacción e interdependencia económica, lo que podría llevar el proyecto transformador a una encrucijada.
Así las cosas, estimado lector, 2019 promete ser una año muy movido, complejo y de nuevas incertidumbres. No existe antídoto político y anímico contra ello. En lo individual la lectura de los clásicos, la buena música, el contacto con la naturaleza y la convivencia con seres afines, pueden coadyuvar a una vida más llevadera. Todo lo mejor para el año que inicia.
Consultor en temas de seguridad y política exterior.
lherrera@ coppan.com