El 25 de julio habrá de realizarse la siguiente ronda entre los gobiernos de México y EUA en materia migratoria. De acuerdo con los documentos del 10 de junio, el gobierno de México habrá de presentar sus avances en la reducción de flujos migratorios que transitan por su territorio con destino final en EUA. Y seguramente se retomará el acuerdo complementario en el que México se compromete a avanzar en la negociación para la firma de un acuerdo que lo convierta en tercer país seguro.
Ante la imposibilidad de construir el muro en su frontera sur, ahora la estrategia del presidente Trump está enfocada en evitar no sólo que crucen su frontera, sino que lleguen a su frontera, y si lo hacen, transferirlos a la brevedad a los países por los que cruzaron, principalmente a México.
La presión de EUA para evitar los flujos inició desde noviembre 2018, después de que el presidente AMLO anunciara su política de bienvenida a los migrantes centroamericanos e iniciaran las caravanas de hondureños. A partir de entonces EUA empezó a presionar a México y a los gobiernos del triángulo del norte - Guatemala, El Salvador y Honduras - para detener los flujos. Ciertamente su enfoque no privilegia la cooperación. Se basa en las amenazas, el chantaje y las presiones. The Trump way. Espera una respuesta efectiva y contundente, sin ofrecer nada a cambio.
Con México la primera negociación formal ocurre en marzo cuando la titular de Segob, Olga Sanchez Cordero, se comprometió a elevar la cuota de centroamericanos que podían ser retornados a México en espera de la respuesta a su solicitud de asilo, de 60 a 300 diarios. También se comprometió a enviar 8 mil elementos de la guardia nacional a la frontera sur con propósitos de contención. Los resultados no cubrieron las expectativas de Trump. Tanto así que esto le costó el puesto a Kirstjen Nielsen, su secretaria de seguridad interior.
Tampoco encontró buena respuesta entre los centroamericanos, lo que le llevó a suspender en abril la ayuda humanitaria a los tres países en cuestión, poco más de 450 MDD en total. El 27 de mayo, cuatro días antes de lanzar la amenaza de los aranceles México, EUA firmó con Guatemala un acuerdo para permitir la presencia de efectivos estadounidenses para apoyar las acciones de contención de la migración. La idea es generar un doble dique. Primero en Guatemala y después en México. Si bien México es la principal, no es la única pieza en la estrategia de Trump.
La transacción entre aranceles y migrantes es algo inédito. Pero mezclar temas para generar crisis de las que resulta vencedor, es un típico patrón de Trump. Y México cayo en el garlito. Y ya se comprometió, por escrito y púbicamente. Y esto le dio a Trump la rajada política que necesitaba para su candidatura y le permite avanzar en su estrategia.
Retomar la amenaza de los aranceles el 25 de julio es muy poco probable. Los propios republicanos en el Senado de EUA amenazaron a Trump con desactivar su iniciativa. Las afectaciones para EUA no serían menores. Ahora lo que está en juego es la ratificación del TMEC por parte de los demócratas que menos que nunca están dispuestos a darle un triunfo adicional a Trump. En el juego político interno en EU, México tiene poco que decir.
Es de esperar que —ceteris paribus, como dicen los economistas— la reunión del 25 de julio se acote a seguir incrementando las presiones sobre México en el tema migratorio. Desde la perspectiva mexicana, ojalá que esta historia sirviera para poner fin a las vacaciones estratégicas de los gobiernos de México en el ámbito de la geopolítica y la migración, para que no nos vuelvan a pescar con los dedos en la puerta.
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