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Para los amantes del cine bélico, las películas de submarinos que remiten a la guerra en el mar siempre han ejercido una especial fascinación en torno al poder que profesan, sobre todo en aguas enemigas. Americanos, alemanes y rusos perenemente han demostrado lo peligroso que pueden ser a la hora de disparar torpedos o misiles Polaris equipados con bombas nucleares, y mucho más si están sujetos a condiciones casi claustrofóbicas por largos periodos de tiempo bajo el agua.
Desde que en 1954 el Nautilus con aparente disfraz de monstruo marino partía buques a la mitad en la cinta 20,000 Leguas de Viaje Submarino, de Richard Fleisher, el cine de submarinos mostró la guerra y el drama que vivían durante la segunda guerra mundial los alemanes, como por ejemplo los del legendario submarino U-47, que penetró en la base naval británica de Scapa Flow, en las islas Orcadas, hundiendo al acorazado insignia HMS Royal.
También en 1954, Richard Widmark, un vejo capitán de la marina estadounidense, es activado nuevamente al mando de un submarino con destino a Alaska. Su misión: llevar a un científico experto en energía atómica y a su joven colaboradora, luego de un estallido atómico fraguado por el imperio japonés para culpar falsamente al gobierno estadounidense, que puede desatar la tercera guerra mundial. Los efectos especiales de la cinta de Samuel Fuller, que aquí se exhibió como Proa al infierno, estuvieron nominados al Oscar.
En 1981, la cinta Das Boot, de Wolfgang Petersen, embarca a la tripulación de un submarino en una delicada y secreta misión, que los enfrenta a una problemática convivencia tensa, agobiante y claustrofóbica, al enterarse que van casi al suicidio. Seis nominaciones al Oscar hablan muy bien de la cinta que casi llega a las tres horas, casi bajo el agua. A la fecha sigue siendo el filme germano menos alemán y más exitoso.
Las más famosas películas de sumergibles no se ciñen sólo a películas sino a exitosas series como Viaje al fondo el mar, thrillers como K-19 The Widowmaker. U-571, y cintas de guerra en el mar como Torpedo, Duelo en el Atlántico, Marea roja, La Caza del Octubre rojo, The Abyss, Hostile Waters, Estación Polar Cebra, Abajo el Periscopio, Ahí vienen los rusos, La hora final, Salida al Amanecer y Kursk.
La más reciente Hunter Killer (2018) de Donovan Marsh, es un compendio de situaciones desesperadas en el fondo del mar con empaque de thriller, que incluyen secuestros y rescates casi imposibles y un filme mayor de acciones y situaciones de peligro al límite, donde, la verdad, poco importan los clichés cuando la inteligencia y las jugadas ajedrecísticas dominan a los músculos con una trama, aparentemente convencional que poco a poco se va enredando.
Armas de tierra, mar y aire de última generación se dan la mano cuando un capitán de submarinos americano (Gerard Butler) es reclutado para investigar en aguas rusas que pasó con un killer-hunter hundido en situaciones por demás extrañas. En condiciones que pueden desatar una guerra nuclear, el capi y un equipo de élite tierra, tienen que rescatar al presidente ruso, víctima de un golpe de estado orquestado por un general traidor. Tensa y a veces asfixiante la peli cumple como las buenas, a pesar de lo previsible del asunto, gracias al jugueteo tecnológico que pone los pelos de punta con armas inimaginables y efectos especiales de ¡no mami-blue!
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