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Hay algo profundamente equivocado en reducir la inversión para la generación de información estadística del país. Porque esto es más serio de lo que se piensa. Quienes hayan decidido reducir la inversión en este rubro, es obvio que no piensan bien. En psicología, esto se vería como una decisión tomada bajo un estado alterado de consciencia. En epistemología, como una prueba de que “ese” que dice saber y decidir, no sabe ni cómo sabe ni cómo decide. Se confirma, nuevamente, el hecho de que algunos tomadores de decisión dentro de un circuito interior, viven en un mundo extraño de semáforos rojos y empirismo mágico.
Hace unos días, nos enteramos que varios productos de información estadística del Inegi no serían realizados este 2019. Uno de ellos es la Encuesta Nacional de Población Privada de la Libertad (ENPOL). Esto es resultado de la llamada política de austeridad del gobierno federal. No sobra decir que la austeridad de unos es la prosperidad de otros. Porque es entre irónico y cínico ver que mientras a la CNTE se le acaba de dar mil millones de pesos para que levanten los bloqueos en Michoacán, a la vez se suspenda la realización de esta y otras encuestas, que en total representan una fracción risible del monto anterior.
El lector ha de saber que hay dos fuentes de información estadística esenciales en política pública de seguridad: las encuestas de victimización y las encuestas de cárceles. Las primeras nos dicen, entre muchas otras cosas, cómo vamos. Y las segundas nos dicen, entre muchas otras, lo que hemos hecho mal y lo que hay que corregir. El efecto práctico de suspender la ENPOL es que no sabremos cuáles fueron los antecedentes familiares, laborales y penales de los procesados y sentenciados en cada estado del país. Tampoco sabremos las condiciones de su arresto, si se respetaron sus derechos procesales, etcétera. En pocas palabras, no sabremos si estamos avanzando o retrocediendo en materia de seguridad pública y justicia. Reitero: no sabremos qué pasó entre 2016 (la fecha del levantamiento anterior) y 2019.
Es crucial entender que las estadísticas no son metáforas. Porque no sobra el genio por ahí que dice que no hace falta tener estadísticas para entender lo que pasa alrededor de uno. Pues ése uno se equivoca. Porque “ver” no es lo mismo que “entender”. Porque hablar en primera persona no es hablar en tercera persona. Aunque sí hay quien confunde lo anterior. Es por esto que las estadísticas bien hechas, como las que nos da nuestro instituto de estadística, son descripciones verdaderas de la realidad. Y cuando éstas provienen de encuestas, la precisión y confianza se tendrán hasta donde alcance la lana. Más financiamiento, más precisión y más confianza.
Sólo queda esperar que esto se trate de una suspensión temporal y que la ENPOL se recupere para 2020. No debemos confiar en una política de seguridad pública fundamentada en una sabiduría perenne y un ámbito espiritual de acciones y estrategias. Los efectos no existen separados de las causas, y si no contamos con mediciones de ambas cosas, pues no esperemos tener un control público del problema criminal que enfrentamos.
Max Planck decía que si cambiamos la forma en que vemos las cosas, esas cosas que vemos también cambiarán. Ojalá que los actuales tomadores de decisión tomen nota de esto.
Investigador y Miembro del Sistema
Nacional de Investigadores (SNI-3).
Twitter: @cjvilalta