

La reciente decisión de retirar las esculturas de Fidel Castro y el “Che” Guevara del Jardín Tabacalera, en la alcaldía Cuauhtémoc, ha desatado un intenso debate sobre la relación entre los símbolos en el espacio público y la manera en que se interpreta la historia en México.
Ante ello, en entrevista con EL UNIVERSAL, el historiador Alejandro Rosas, reconocido por su análisis crítico, compartió su visión sobre lo que representa este acto en términos históricos, políticos e ideológicos.
Desde su perspectiva, tanto la izquierda como la derecha han incurrido en prácticas similares, y ninguna está dispuesta a reconocer sus propias contradicciones, por lo que hizo un llamado a preservar los espacios públicos como parte de la memoria colectiva, y a frenar los “caprichos ideológicos” que transforman la ciudad en un escenario de venganzas políticas sin sentido.
La presencia de las figuras de Fidel Castro y Ernesto “Che” Guevara en la Ciudad de México tiene un trasfondo que va más allá del homenaje estético o ideológico. Para Alejandro Rosas, ambos personajes han sido convertidos en emblemas por varios sectores políticos, principalmente de izquierda, quienes han construido una narrativa de admiración en torno a su papel en la Revolución Cubana. Sin embargo, esta exaltación no está exenta de polémica.
“Fidel Castro fue un dictador. No un dictador bueno, un dictador que se aprovechó del poder, persiguió a enemigos políticos”, afirmó.
El caso del "Che" Guevara es similar. Aunque su imagen ha sido adoptada como símbolo revolucionario en distintas partes del mundo, Rosas recordó que existen múltiples investigaciones que señalaron prácticas cuestionables durante su participación en el régimen cubano.
“Era de gatillo fácil y mandaba a fusilar gente; además, era homófobo”, señaló.
En México, su colocación en el Jardín Tabacalera respondió a la intención de conmemorar el lugar donde ambos líderes se conocieron. No obstante, como indicó Rosas, el acto de retirar estas esculturas responde más a una lógica política que a un verdadero ejercicio de memoria histórica.
Asimismo, durante la entrevista, Alejandro realizó una comparación directa entre la reciente acción de la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, y lo que hizo Claudia Sheinbaum cuando era jefa de Gobierno de la Ciudad de México: remover la estatua de Cristóbal Colón del Paseo de la Reforma, para instalar "La Joven de Amajac", una escultura de una mujer indígena. Para el historiador, no existe ninguna diferencia significativa entre ambos actos.
“Tan arbitrario fue lo de la alcaldesa esta vez como lo que hizo Sheinbaum. Solo que ahora a la izquierda le incomoda que les hayan quitado a sus santos”, afirmó.
A su juicio, ambas decisiones fueron tomadas con base en “caprichos ideológicos”, sin considerar el valor urbano, histórico o artístico de los monumentos involucrados.
Ante ello lamentó que los símbolos sean borrados del espacio público como si su eliminación pudiera cambiar los hechos históricos.
“El hecho de que tú borres la placa o cambies el nombre a una calle no va a reparar el agravio, no va a cambiar la historia”, enfatizó Rosas.
En el caso específico de la estatua de Colón, Rosas destacó su relevancia artística y patrimonial: “Era el monumento más antiguo del Paseo de la Reforma, inaugurado en 1877. Además, era una obra de arte bellísima. Ya no lo tenemos, y todo por un capricho ideológico.”
Lee también: Sheinbaum pide a alcaldía entregar estatuas de Fidel Castro y el "Che" Guevara; busca su reubicación
El tratamiento de los monumentos en México, para Rosas, ha derivado en una práctica de “venganzas políticas” entre grupos ideológicos, por lo que recalcó que, en lugar de verlos como parte de un proceso histórico que puede y debe analizarse críticamente, se han convertido en banderas que se colocan o retiran según convenga al partido en el poder.
“Los políticos, lo que tocan, lo deshacen. Cuando se meten con la historia, terminan por destruirla”, sentenció.
Además, subrayó que no hay ningún problema en que se conmemore a figuras internacionales, siempre que esto se haga desde una perspectiva informada y no ideológica; por lo que lamentó que ya no exista un espacio para el diálogo en torno a estos símbolos.
Aunando a ello, agregó que los espacios públicos no deben ser moldeados al gusto de cada administración, sino mantenerse como testigos del devenir histórico de una sociedad, ya que para él, la permanencia de monumentos, placas y nombres es esencial para entender el contexto de una ciudad y los momentos que definieron su evolución.
“Yo prefiero que sigan ahí, incluso si nos recuerdan eventos dolorosos, a que alguien decida borrarlos por razones ideológicas”, comentó.
También puso como ejemplo el monumento a soldados franceses en Camarón, Veracruz, que honra a quienes lucharon con valentía, aunque fueran enemigos de México.
“Es mejor recordar lo que ocurrió ahí, a que simplemente desaparezca porque no encaja con la narrativa nacionalista”, señaló.
Al preguntarle si los espacios públicos deben adaptarse a las nuevas visiones sociales, éste respondió con claridad: “Los espacios públicos deberían recordarnos lo que ha sido la historia”.
Para el historiador, su valor no reside únicamente en el presente, sino en su capacidad para mantener viva la memoria. “Lo peor que puede hacer uno cuando quiere aprender historia es acercarse a la historia politizada, porque ahí solo se mueven los mitos y las mentiras”, aseveró.
Por último, reconoció que hay sectores que celebran la remoción de esculturas cuando coincide con sus posturas ideológicas, sin considerar el precedente que sientan esas acciones. “A la izquierda le pareció muy bien quitar a Colón, ahora a la derecha le parece bien quitar al "Che" y a Castro. Es la misma lógica”, insistió.
También te interesará:
¿Quién es Andy Byron?; captan a CEO de Astronomer en romance con su empleada en show de Coldplay
Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.
akv