Todavía estaba en su casa de campaña cuando el entonces presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, anunció con bombo y platillo la ampliación del proyecto del Tren Maya. Además de Chiapas, Tabasco y Quintana Roo, llegaría a los estados de Yucatán y Campeche. La inversión inicial estimada fue entre 120 y 150 mil millones de pesos. No sabíamos que esa cantidad representaba apenas el 30 por ciento del costo total de la obra, que al final fue de más de 500 mil millones de pesos.
Además del sobrecosto, debido a la falta de una buena planeación y de un proyecto ejecutivo, esta semana se confirmaron otras pérdidas. Los gastos operativos del Tren Maya son 10 veces más altos que sus ingresos y los adeudos con proveedores y empleados aumentaron cuatro veces al pasar de 620 millones de pesos en enero de este año a 2 mil 470 millones de pesos al mes de septiembre.
La inversión pública en obras de infraestructura debe impulsar el crecimiento económico, el desarrollo regional y la generación de empleo, no garantizar un déficit público.
Estos, más que proyectos de infraestructura, parecen ser proyectos de escenografía política para lucirlos y presumirlos en la foto del corte del listón y mencionarlos en el discurso.
El megaproyecto estimaba que transportaría a 74 mil personas diariamente; sin embargo, de acuerdo con un reporte de El País, el Tren Maya ha transportado en promedio a 3 mil 200 personas al día, 5 por ciento de lo proyectado.
El desdén de los posibles usuarios se debe, de acuerdo con sus testimonios, a la lejanía de las estaciones, carencia de transporte público que los lleve a estos paraderos y horarios excesivamente espaciados del servicio de trenes.
Adicional a los daños financieros se suma el alto impacto ambiental que ocasionó la obra, la cual no contó con los permisos ambientales correspondientes. Deforestaron más de 11 mil hectáreas de selva, talaron 7 millones de árboles, y perforaron y contaminaron cenotes y cavernas con la construcción de 2 mil 800 pilotes.
Este desastre económico y ambiental podría atribuirse a un error cometido durante el primer gobierno morenista, sin embargo, el actual sexenio dobló la apuesta, ya que podría ejecutar una inversión pública histórica de 1.31 billones de pesos para construir cerca de 3 mil 400 kilómetros de vías nuevas y estaciones.
Esta administración anunció nuevas rutas de Querétaro–Irapuato y Saltillo–Nuevo Laredo, nuevamente sin presentar estudios que garanticen la rentabilidad social y económica de los proyectos. Es decir, continuarán con las decisiones de inversión pública sin evidencia.
Sí, la construcción del Tren Maya trajo mucha prosperidad a las zonas mientras se construía; sin embargo, la falta de una estrategia integral impidió que el proyecto detonara el turismo y la economía local como se había prometido.
Nunca estaré en contra de la inversión en obras de infraestructura, pero los gobiernos de Morena invierten poco y lo invierten mal.
Comentario Final
Mientras está en marcha el tan anunciado Plan Michoacán por la Paz y la Justicia, en Coahuayana explotó un coche bomba frente a las instalaciones de la Policía Comunitaria y el palacio municipal. El ataque provocó la muerte de seis personas.
Imagínense si con presencia de seguridad federal los cárteles pueden realizar estos actos criminales, qué les esperaba a los habitantes que habían denunciado ser abandonados por las autoridades.
Semana diez: ¿Cuándo terminará la impunidad de Adán Augusto López?

