“Porque si amáis a los otros que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿Los mismos publicanos no hacen otro tanto?”
Así hablaba Jesús a sus discípulos, refiriéndose a los judíos encargados de cobrar los impuestos del imperio romano.
Humanos preocupados solo por ellos y sus familias pueden hacer infelices a los demás. Volteando a otro lado frente a la matanza, la desaparición en la sierra o bajo los escombros de los edificios bombardeados.
El bien, si es bien, es para todos. En cuanto se excluye a unos, ¿qué impide excluir a otros? Y continuar hasta quedar uno solo y descubrir que también se destruyó como ser humano.
Sobre Gaza o la Sierra Norte de Puebla, la gente que se preocupa por otra gente lo hace por igual. De nada sirve el escudo de: ¿Por qué no te preocupas por las víctimas en México?
Leobardo Jacob Lechuga es activista, artista, comunicador y condena el genocidio. Trabajó durante 16 años como coordinador del equipo de comunicación del Sindicato Nacional de Empleados del Instituto Fonacot, SINEIF. Como muchos sindicatos, se mueve por la inercia autoritaria del viejo PRI. En medio de los efectos de la nueva ley laboral, se detuvo la reelección de un dirigente que en realidad ya estaba jubilado (lo cual está expresamente prohibido). Por considerarlo rojo, y que la dirigencia sentía un riesgo en la elección, a Leobardo lo despidieron sin ningún tipo de consideración.
Artista y gestor cultural, ha participado en Pahuatlán, pueblo maravilloso, pobre y golpeado por la violencia. Donde sus habitantes y artistas descubren y recrean su cultura diariamente. También está presente en la Ciudad de México o en Tulancingo de Bravo.
Leobardo asesora y acompaña a familiares de 26 trabajadores desaparecidos en 2022 en Nuevo Laredo, provenientes de la Sierra Norte del estado de Puebla, y de la Sierra Otomí-Tepehua, estado de Hidalgo. Familiares amenazados en Nuevo Laredo, Tamaulipas, en San Luis Potosí, en Puebla y en Hidalgo.
Cada tema tiene contraparte en el Estado mexicano. Su activismo en la sierra es un tema para la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en México y Martha Lidia Pérez Gumecindo. Romper relaciones con Israel y juzgar a los autores del genocidio es para la Secretaría de Relaciones Exteriores.
También lo sería el Congreso. Donde han equiparado lo que sucedió el 7 de octubre de 2023 con el genocidio que se sigue perpetrando hoy a esta hora (cualquiera que sea esta). No es necesario envilecer el trabajo legislativo. No son comparables.
El 7 de octubre de 2023 hubo resistencia ante la colonización y el genocidio (ese que va más lento sin dejar de serlo). Hubo crímenes de guerra. De Hamás, los menos, y del ejército israelí, los más. Pues estos contaban con tanques y helicópteros Apache que dispararon indiscriminadamente sobre soldados y civiles israelíes, como ya lo han reconocido soldados y el exministro de Defensa israelí Yoav Gallant.
El secuestro de civiles, aun de esos que despojan, roban, arrasan olivos, matan y segregan civiles palestinos para expulsarlos, es un crimen de guerra. Los paramilitares armados entre esos civiles no forman parte del mismo grupo. Los soldados y miembros de la seguridad tampoco.
La violencia y odio de las diputadas y diputados panistas frente al minuto de silencio por las víctimas del genocidio equipara lo que la Corte Penal Internacional ya ha separado. Se parecen mucho a los congresistas norteamericanos o los diputados de la ultraderecha española que públicamente están financiados por el lobby israelí.
El alto al fuego lo han roto los israelíes miles de veces. No hay que dejar de mirar lo que allí sucede.